tag:blogger.com,1999:blog-460846460277753922024-03-05T00:36:13.335-08:00Novela El Secreto del MoroPomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.comBlogger82125tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-78154348271445915772012-08-13T06:11:00.000-07:002012-11-27T20:57:18.069-08:00ANUNCIO<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib4B9-yDNWm8rZJ-6R1cMcztZvE9kwrR4Dt9ODFhN54xXg5PdqMcpbXZWJZAwT8mJLudmneXE4wgn4Ge9pAePqan95JRToPE022lxfRlfcOTryZVjmFQw2ZHKZq9QHxFSm789Q-rAR6B0/s1600/sor+juana+3.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib4B9-yDNWm8rZJ-6R1cMcztZvE9kwrR4Dt9ODFhN54xXg5PdqMcpbXZWJZAwT8mJLudmneXE4wgn4Ge9pAePqan95JRToPE022lxfRlfcOTryZVjmFQw2ZHKZq9QHxFSm789Q-rAR6B0/s1600/sor+juana+3.jpg" /></a></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El PDF de la novela, El Secreto del Moro, lo pueden comprar en este enlace: <a href="http://www.lulu.com/shop/mario-quijano-and-momis-fitch/el-secreto-del-moro/ebook/product-20540496.html">http://www.lulu.com/shop/mario-quijano-and-momis-fitch/el-secreto-del-moro/ebook/product-20540496.html</a></span><br />
<br /><span style="color: #0000ee; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><u></u></span>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sinopsis</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El toltecayotl, la herencia de los antiguos mexicanos, esta en peligro de perderse. La mente titánica de Sor Juana debe de inyectarle vida a este y utilizarlo para probar la veracidad del modelo de Kepler. De Europa parte un cristiano converso, moro en realidad, más charlatán que espadachín, cuya misión es regresar con la prueba de Sor Juana y entregársela a Bernoulli. Los pasos del moro son seguidos de cerca por un jesuita al servicio del papa, Aramis, dispuesto a todo con tal de evitar que el saber del toltecayototl vea la luz del día.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-15764799780745401572011-08-31T09:57:00.000-07:002012-09-20T20:59:23.230-07:00Los Prologos<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTHHXHmnqm7WNSuOwdr_hUz2MrRt32HhTfNeS1DsbD9VpvCJbhRzsyQvzL483qHiso4f1n4zAfMwWeqvi56B80Uuhazr3y7vI8gPIAg01A3eUphwLxpkVIC_iZAYWeTBatWluS-Hc-0Wk/s1600/Moro-001.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTHHXHmnqm7WNSuOwdr_hUz2MrRt32HhTfNeS1DsbD9VpvCJbhRzsyQvzL483qHiso4f1n4zAfMwWeqvi56B80Uuhazr3y7vI8gPIAg01A3eUphwLxpkVIC_iZAYWeTBatWluS-Hc-0Wk/s200/Moro-001.bmp" width="200" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se menciona brevemente al desdichado autor original de esta historia escrita con las patas y donde otros doctos y eruditos personajes dan su testimonio sobre la misma.</span></i></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1835 - Prologo a Cargo del Autor Original<o:p></o:p></span></b></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al lector:<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Yo, Ifigenio Soberanes Balarrasa, capitán del batallón de granaderos de la guardia presidencial, escribo estas líneas mientras me apresto a marchar con el ejército que viajara al norte. Iremos a un lugar que llaman Tejas donde aparentemente hay una sublevación de filibusteros anglosajones. Dejo este escrito, una obra que me ha llevado varios años recopilar, en manos de mi compadre con el encargo de que busque su publicación en caso de que no regrese con vida. Tal posibilidad no me quita el sueño. Tenemos al frente del ejército al vencedor de Tampico, el invicto general don Antonio López de Santa Anna, y confío en que regresaremos cubiertos de gloria. <o:p></o:p></span></div>
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<a name='more'></a><br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El texto, decía, me ha llevado años recopilar y muchas amarguras. ¡Cuantas veces he descubierto datos que me han hecho cuestionar mi cordura! Y aun así he seguido escarbando en archivos polvosos en la universidad, en el arzobispado, y en los estancos de libros y documentos antiguos. Y esta obra malhecha es, me temo, el resultado. Espero el lector disculpe sus múltiples faltas pues son las taras que su padre le ha heredado y la infeliz creatura no tiene la culpa de haber nacido bruto. Es obvio que la pluma no es lo mío y que escribo con las patas pero por alguna razón oscura me veo obligado a escribir estos menesteres e insultar así el buen gusto del lector, al cual le solicito mil disculpas por adelantado.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juro por mi alma que lo que aquí se asienta es enteramente cierto y tengo la documentación que lo prueba. Es mas, hace un par de días por pura casualidad mencione a la hermandad blanca en una tertulia en palacio. Estaba ahí presente un caballero que llaman el Lic. Rugiero<a href="file:///H:/El%20Secreto%20del%20Moro%20-%20Final.doc#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;">[1]</span></span></span></span></a>, muy allegado al general Santa Anna, y este fulano me dio datos y detalles muy interesantes sobre esos amigos que me han ayudado mucho en la preparación de este escrito. ¡Tal parecía que Rugiero había vivido los hechos que describo!<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Bien, suena ya el clarín y yo me retiro. Que sea lo que Dios dicte.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Capitán Ifigenio Soberanes Balarrasa<o:p></o:p></span></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1864 - Prologo a Cargo de Don Guillermo Prieto<o:p></o:p></span></b></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Me encuentro en algún pueblo polvoso del norte de la republica que ni nombre tiene y que sobrevive a las incursiones de los comanches solamente porque Dios es grande. Hace un frío de la chingada. <o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En el camino llego a mis manos este texto y lo he podido leer mientras la carroza se zangoloteaba de lo lindo y me parecía que Fidel iba a romperse todos sus infelices huesos. El libro me ha entretenido pero iba a opinar que el autor bien debería de dejar de escribir borracho (cosa que yo se bien rara vez funciona) hasta que recordé un incidente el día que salimos de la capital con los franceses pisándonos los talones.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sr. Presidente, ya es hora –le anuncie a don Benito.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Espérese Prieto, tengo que hacer algo. Sígame.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Seguí a don Benito por los corredores de palacio nacional. En los patios las tropas levantaban su impedimenta y entre gritos y mentadas de madre se preparaba la evacuación. Según nos habían informado las avanzadas francesas habían sido vistas en el peñón.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Llegamos hasta donde había una puerta añeja que parecía no haberse abierto desde tiempos del virrey don Antonio de Mendoza. Para mi sorpresa don Benito produjo una llave y la puerta se abrió con un chillido tétrico. Ante nosotros había un corredor que daba a un patio oculto.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No sabía que esto existía, señor presidente.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pocos lo saben Prieto --dijo don Benito deshaciendo telarañas con su bastón para abrirnos paso--, Sígame, y no diga ni una palabra de lo que vera, se lo suplico.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En medio del patio había unos ancianos indígenas esperándonos. Estos hicieron una reverencia al entrar don Benito y saludaron a don Benito en una lengua indígena que me era inteligible pero que don Benito aparentemente entendía. Tal vez era zapoteco, no se. Uno de los viejos sostenía un gallo. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sostenga el gallo don Guillermo, por favor –me indico don Benito.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hice tal. El pajarraco era bastante grandote, casi un guajolote. Me imagino que era uno de los gallos campeones que había criado aquí en palacio Santa Anna. ¡Comían mejor que los ministros los malditos pajarracos pues Santa Anna solía pasársela chiqueándolos en lugar de atender a los negocios de la republica! Yo francamente estaba intrigado. Estos indígenas tenían pinta de curanderos. ¿Le iban a torcer el pescuezo al pajarraco y lo iban a sacrificar? Hice planes para asegurarme el cadáver para que me lo hiciera en caldo una de las soldaderas del Supremos Poderes. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Para mi sorpresa, uno de los ancianos le arranco una pluma de la cola al pajarraco y no molesto más al animal. Acto seguido la pluma fue depositada en una especie de altar y le derramaron un liquido. Luego le prendieron fuego a la ofrenda. Para mi sorpresa una gruesa columna de humo se elevo a los cielos y luego un viento se la llevo al norte.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Creo que queda claro adonde debo dirigirme: al norte, a tierra de los chichimecas –afirmó don Benito en castellano, tal vez para mi beneficio. Los ancianos inclinaron la cabeza asintiendo.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Yo todavía sostenía al gallo.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y que hago con este gallo, don Benito?<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah, me temo que usted debe de cuidar de él, don Guillermo. No deje que le pase nada. Si tal ocurre, la republica caerá.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A veces me es difícil interpretar cuando Juárez se está burlando de mi, ya ven que puede ser una esfinge. El caso es que aquí estoy, en casa del diablo, sosteniendo todavía al gallo el cual me ha cagado mas de una levita. Cuando le pedí mas explicaciones a don Benito este se concreto a decirme que lo que vide eran “cosas de indios” e insistió que por el bien de la republica tenia que cuidar de este animal. Tal vez sea lo correcto. Pero ahora me parezco a Pedro, condenado a cuidar del gallo de la pasión hasta que regrese Cristo. El caso es que ya hasta me encariñe con el animal aunque, a veces, por las hambres, he pensado en hacerlo sopa y al diablo con la republica. Es entonces que me recuerdo que en nuestro errar hemos sufrido toda clase de peripecias y traiciones y, si seguimos libres, tal vez se deba a la protección de los dioses que esos indígenas ancianos invocaron. Ya que leí este libro creo que adivino quienes eran esos ancianos a los que don Benito consulto.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Guillermo Prieto<o:p></o:p></span></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1869 - Prologo a Cargo del General Vicente Riva Palacio<o:p></o:p></span></b></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A instancias de mi amigo, don Guillermo Prieto, he leído el texto que aquí se incluye. Me temo que es una fantasía y esta llena de patrañas. Hablo con toda autoridad pues tengo en mis manos los archivos de la inquisición y no, nunca hubo un “inquisidor Montoya” ni un asalto al palacio del santo oficio como el que aquí se describe. Tampoco hay mención de ningún “rey coyote” o semejante en las crónicas de la colonia. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El autor, un tal Ifigenio Soberanes Balarrasa, aparentemente desapareció en la malhadada expedición a Tejas. Así pues, el infeliz esta más allá del bien o del mal. Solo por eso le perdono sus barrabasadas, fruto de una imaginación febril que tal vez fue abonada en exceso por Baco.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">General Vicente Riva Palacio<o:p></o:p></span></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1914 - Prologo a Cargo del General Francisco Villa (dictado a Martín Luis Guzmán)<o:p></o:p></span></b></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por aquellos días, por diferencias con el general Huerta al que el Sr. Madero designo como mi comandante, fui llevado preso en grilletes a la ciudad de Méjico. Estando ahí, otro preso, que era además maestro de escuela, se apiado de mi ignorancia y pocas luces y me empezó a dar lecciones sobre la historia de Méjico. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Fue entonces que cayó en mis manos este texto, lleno de hechos de armas, de derramamientos de sangre, y de intrigas y de traiciones. Y la historia que se cuenta me increpo a seguir leyéndolo a pesar de mi ignorancia de los asuntos de las letras. Creo que siendo yo también, por los azahares del destino, un hombre de armas tomar, el leer sobre esos menesteres se me hizo fácil y me dio placer. Poco a poco mi habilidad para la lectura fue mejorando leyendo este texto y los sufrimientos de la prisión se aligeraron. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Confieso, sin embargo, que creí a veces que el texto era fantasioso y fanfarrón. ¡Tanto embrollo hay descrito en él que yo se bien podría solucionar en un santiamén con una docena de mis muchachitos! <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Recomiendo entonces sin reserva este texto, sobre todo para que lo lean los presos en las penitenciarias pues el hacerlo será justo castigo a sus delitos además de que les enseñara algo, aunque todavía no se exactamente qué. Y tal vez seria conveniente, una vez que el pueblo triunfe sobre los que lo explotan, que se encarcele a los malos gobernantes en las penitenciarias para que sean expuestos a este texto.<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">General Francisco Villa<o:p></o:p></span></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1980 – Prologo a Cargo de Octavio Paz <o:p></o:p></span></b></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El mexicano, laberíntico y barroco, encontrara en esta obra el fiel reflejo de su hechura fantasiosa, onírica, causada por la violación de la madre indígena y razón del resentimiento hacia España. No tiene mayor merito entonces este texto. Aduce de múltiples defectos y también denigra la imagen de Sor Juana. Esta, bien sabemos, aparte de ser la décima musa y gloria de las letras mexicanas, fue también la primera medallista olímpica mexicana, de ahí que se le represente con la medalla que gano en esas competencias. Todo el embrollo en que en el texto se le involucra es una fantasía sin fundamento histórico y no tiene nada que ver con las justas atléticas en que la musa participo y en los cuales que puso muy alto el nombre de Méjico. En suma, leer este texto es una perdida de tiempo. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Octavio Paz<o:p></o:p></span></div>
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">2010 – Mención de este texto en el semanario Desde La Fe, publicado por la arquidiócesis de Méjico.<o:p></o:p></span></b></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Anda circulando entre los enemigos de Cristo un documento sobre los secretos de un hereje de ascendencia moruna que bien podría tener nexos con Al Qaeda. El texto se mofa de la santa madre iglesia y calumnia a la gran institución evangelizadora (porque tal es la naturaleza de los hombres que solo con sangre la religión entra) que fue el Tribunal del Santo Oficio o inquisición. <o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Es la opinión de la más alta jerarquía eclesiástica de la iglesia mexicana que esa institución debería volver a ser implantada, sobretodo para asegurar la tranquilidad y perpetuidad del régimen que Dios, en su infinita sabiduría, le endilgo a los mexicanos. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Su eminencia, el excelentísimo arzobispo don Perberto Rivera ha escrito a su santidad el papa solicitando que se reimplante el Santo Oficio, aprovechando que ahora regentea a Méjico un gobierno clerical y de derecha. Hacemos votos para que Dios de fe de su amor a los mexicanos e ilumine a Su Santidad para que así lo ordene en un futuro no lejano. En ese día ansiado, los enemigos de Dios y de las instituciones volverán a recibir el justo castigo a sus pecados que el Tribunal del Santo Oficio les impondrá.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hugo Maldemar – Vocero del Arzobispado<o:p></o:p></span></div>
<div style="mso-element: footnote-list;">
<br />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<div id="ftn1" style="mso-element: footnote;">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///H:/El%20Secreto%20del%20Moro%20-%20Final.doc#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 8pt;"><span class="MsoFootnoteReference"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 8pt;">[1]</span></b></span></span></i></span></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 8pt;"> El licenciado Rugiero es el chamuco en el Fistol del Diablo de don Manuel Payno.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
</div>
Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-65689886755385186702011-08-30T10:36:00.000-07:002012-08-11T14:27:58.894-07:00I. Delfi<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcM786yIQ9a_OQzC4qOXMA852A0B0YWYW1DJ625n3_l5q2AtehSkGHlkxi0QCTZ83VGhfUm0zWYqO2gUFsbWUKd8BcYNi5PSsPKSI4eqjbvknumLpgVWgAhnk0u8dLynFsoU9IO9YJPag/s1600/Moro-001.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcM786yIQ9a_OQzC4qOXMA852A0B0YWYW1DJ625n3_l5q2AtehSkGHlkxi0QCTZ83VGhfUm0zWYqO2gUFsbWUKd8BcYNi5PSsPKSI4eqjbvknumLpgVWgAhnk0u8dLynFsoU9IO9YJPag/s200/Moro-001.bmp" width="196" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados…” – el Quijote</span></i></div>
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<div class="MsoNormal">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde una ofrenda en la cueva de la sibila despierta a Apolo de su sueño.<o:p></o:p></span></i></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Grecia, 1515<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete porta un gran turbante a la turca y monta un magnifico caballo percherón negro.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lo acompaña una gran perra negra que camina junto al caballo.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete hace un alto en el camino y se apea.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La perra negra se echa bajo el caballo para aprovechar su sombra.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El sol es inmisericorde.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></div>
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<a name='more'></a><br /></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete mira a su alrededor. No hay señas de vida humana excepto por el viejo camino romano en que viaja y un monolito semi arruinado al pie de un barranco que cae al mar. El lugar huele a azufre y hay un ojo de agua hedionda e hirviente junto al monolito. Y un horizonte de tobas volcánicas completa el triste paisaje.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete se aproxima al monolito y lee la inscripción en griego antiguo: “…escuchad viajero, ve y decidle a los espartanos que aquí, fieles a sus leyes, seguimos…”. El jinete sonríe reconociendo el monumento a Leónidas. El lugar es las Termopilas. El jinete vacía la vejiga en la poza de agua hedionda.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El tiempo y las fuerzas geológicas han cambiado el lugar. Ya no es el paso estrecho que los espartanos defendieron sino que se ha convertido en un llano de unas 200 yardas romanas de ancho. No, concluyo el hombre, aquí hoy no se podría detener a nadie con tan solo 300 hombres. O 301 si se contaba a sí mismo, aclaro el jinete, recordando que el había sido testigo de los hechos.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete se vuelve a subir a su caballo y se apresta a continuar. Pero la perra negra gruñe y su pelo se eriza. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Qué os perturba Zenobia? –pregunta el hombre.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre alza sus ojos y escudriña el cielo. La resolana es intensa. La perra gime ahora. El hombre no lo duda más y entierra sus espuelas en los flancos de su caballo y se interna en una cañada. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por aquí fue que los persas flanquearon a los espartanos. Quiera Dios que la cueva todavía este aquí –murmura el hombre.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Para su fortuna, la cueva todavía existe. Su boca es amplia pero está escondida por la maleza y por una gran piedra que corona la entrada. Sería imposible detectarla desde el aire y muy difícil desde la tierra. El hombre desmonta y guía a su caballo dentro de la cueva.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No ladréis, Zenobia –aconsejo el jinete--. Aquí me refugie cuando me dieron por muerto a causa de mis heridas.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Con sumo cuidado y manteniéndose entre las sombras de la cueva el hombre examina otra vez el cielo. Cree ver lo que los mortales pensarían es un gran pájaro cruzando el cielo. Pero que el jinete sabe que no era tal sino un hombre alado, es decir, un ángel. Y este vestiría a la romana y portaría una gran spata que le seria mortal al jinete y no le daría ni le pediría cuartel.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete suspiro reconociendo a su adversario. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Eleazar. No lo había visto desde Megido. Se dirige a Atenas. Cree que me embarcare ahí. Seguro hay otros esbirros que vigilan ya en Venecia. Buscare como cruzar a Italia en un buque de pescadores.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y el hombre recuerda entonces un llano siniestro en el Sinaí que los hombres llaman Megido o Armagedón y como hace milenios dos ejércitos se disputaron ahí el control de la tierra. El bando del hombre, los rebeldes, estaba en desventaja numérica pero por tres días logro mantener incierto el resultado. Eventualmente la ventaja numérica de los contrarios se impuso y la batalla se perdió.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El ejercito derrotado busco refugiarse y hacerse fuerte en Egipto. El comandante de los rebeldes, a cuyo servicio el hombre estaba, lo designo comandante de la retaguardia. Y fue ahí donde el hombre se batió varias veces con la caballería de ese Eleazar que ahora surcaba los aires.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y con los restos de su retaguardia el hombre eventualmente llego a Egipto donde se le entero que la guerra había terminado y que la victoria no seria de ellos.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Señor conde –le dijo su comandante--, sabed que he aceptado el ofrecimiento que me hicieron. Me exiliare y abandonare la tierra. ¿Estáis dispuesto a seguirme al exilio?<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Con la venia de mi señor, prefiero seguir en el mundo.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No me extraña de vos, señor conde. Os relevo de vuestras obligaciones a mi servicio para que podáis seguir en el mundo. Sabed, sin embargo, que seréis perseguidos inmisericordemente.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y así fue. Y mientras Alejandro forjaba un imperio y este se desintegraba y Roma surgía y caía y los hombres del profeta conquistaban el medio oriente y entraban a Al Andaluz y los normandos se enseñoreaban en tierra santa y sus reinos ahí se convertían en polvo y Bizancio agonizaba lentamente, el hombre y otros fugitivos de Armagedon como él vagaron sobre la faz de la tierra, siempre perseguidos por sus adversarios. Y cuando estos los descubrían no había misericordia y eran despedazados hasta que llego el momento en que el hombre dudo que quedaran mas como él y pensó que tal vez era el ultimo.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y ahora, después de vivir tranquilamente 200 años en Trebisonda fue inevitable que alguno de sus adversarios lo reconociera. El hombre salio huyendo de la ciudad en medio de la noche. Dejo atrás un seraglio con cien mujeres bellísimas, eunucos leales, libros exquisitos, joyas y otros tesoros. Pero por lo menos estaba todavía libre.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron horas y el jinete y sus animales aguardaron dentro de la cueva pacientemente. Al caer la noche reanudaron su camino. Antes de llegar a Atenas doblaron rumbo a Delfi. Y fue así que después de varios días de camino eventualmente llegaron ante un conjunto melancólico de ruinas al pie de una cordillera volcánica. <o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El jinete se apeo y seguido de su perra penetro en las ruinas. Reconoció la leyenda escrita sobre el pórtico: “conoceos a ti mismo”. El silencio sepulcral del lugar solo fue roto por el cantar de los búhos, avatares de Minerva, que anunciaban su llegada.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si nos van a emboscar, Zenobia, ahora seria el momento y este seria el lugar –dijo el hombre mientras desnudaba su alfanje.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre observo a su alrededor y una honda melancolía lo embargo. Aquí, se dijo, se levantaba la estatua a Athena que Pericles mando eregir. Tan solo un pie de la diosa quedaba arriba de un pedestal carcomido por el tiempo. Y allá, recordó también el hombre, se encontraba la victoria alada que Cayo Mario había mandado alzar para recordar sus victorias sobre los teutones. Ahora solo un zócalo erosionado era todo lo que quedaba.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La perra gruño quedamente.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vuestro mundo ya no existe, ¿verdad Zenobia? --dijo el hombre dándole de palmadas a la perra--. ¿Os acordáis como las sacerdotisas de Afrodita y sus esclavas caminaban por esta calzada sonriendo, orgullosas, alegres, altivas, completamente desnudas, con la piel tatuada bronceada por el sol, tan hermosas que recordaban a la diosa a la que servían? El que supiera lo que he visto entendería por que amo tanto al mundo y me rehúso a abandonarlo.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre suspiro y camino entre las ruinas y escombros. Finalmente se detuvo enfrente de las ruinas del templo de Apolo. El hombre subió por la amplia escalinata y penetro en el lugar. La bóveda había caído. El hombre camino entre los escombros hasta encontrar la entrada a una caverna tétrica. El hombre no dudo por un momento y penetro en la cueva, seguido de cerca por la perra.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La gruta era ancha y su corredor tenía un declive hacia las entrañas de la tierra. El hombre prendió una tea para alumbrarse y recorrió el camino con cautela. Eventualmente el corredor desemboco en un anfiteatro subterráneo. Reconoció la grieta por donde salían vapores mefíticos que enerve cian a las sibilas y les permitían hablar con la voz de los dioses. Pero ahora no había nada en el anfiteatro excepto por los escombros de un altar.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre saco un pequeño tazón de plata y lo puso reverentemente sobre el altar. Luego deposito en el tazón una ofrenda de vino. Abrió un pergamino antiquísimo y elevo una plegaria que no se había oído ahí en siglos. Apago su tea. Espero en la oscuridad sentado entre las piedras. Su perra se echo a su lado.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron horas. De pronto sintió como la tierra se movía. Un terremoto, concluyo el hombre mientras volvía a prender su tea. Cayo polvo del techo de la cueva y una nube de vapores mefíticos salio exhalada de la grieta en la pared. La perra simio.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre puso su mano sobre la perra para calmarla. <o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esperad un poco mas, Zenobia, los dioses están modorros. Hace siglos no se les invoca.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron unos minutos y entonces una voz de dulzura celestial se oyó claramente hablando en griego antiguo:<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Para encontrar lo que buscáis, id al fin del mundo, y pedídselo a mi hija.<o:p></o:p></span></div>
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<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre se puso de rodillas.<o:p></o:p></span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Cómo la reconoceré, mi señor?<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por su lira –fue la respuesta.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-40313389665022017292011-08-29T10:49:00.000-07:002012-01-03T18:05:03.365-08:00II. Juana<div class="MsoNormal"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicjitPVXY1PedIKRTPVdEVhuhBGoO1W5mSGxK6uowTeAz3GcE7XNTpRgVJrxX2WJcv8aUwFYRATjrhJoeHOH0eV0QHesyLYAhvOxlGMfA3Vp6jCwDEEEBFC2caX9wdvXXovABKlM8Ni9Y/s1600/moro-002.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicjitPVXY1PedIKRTPVdEVhuhBGoO1W5mSGxK6uowTeAz3GcE7XNTpRgVJrxX2WJcv8aUwFYRATjrhJoeHOH0eV0QHesyLYAhvOxlGMfA3Vp6jCwDEEEBFC2caX9wdvXXovABKlM8Ni9Y/s200/moro-002.bmp" width="150" /></a></div><strong><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-weight: normal;">“No hay cosa más libre que</span></i></strong><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
<strong><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-weight: normal;">el entendimiento humano;</span></strong><br />
<strong><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-weight: normal;">pues lo que Dios no violenta,</span></strong><br />
<strong><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-weight: normal;">¿por qué yo he de violentarlo?”</span></strong></span></i><strong><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-weight: normal;"> – Sor Juana<o:p></o:p></span></strong></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde una jovencita y su nana hacen antesala en la real Universidad Pontificia de la muy noble y señorial Ciudad de Méjico<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ciudad de Méjico, 1666<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La nana toco en la puerta de la oficina adonde las habían dirigido.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Un secretario abrió y observo a ambas ceñudo.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Qué buscáis?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Aquí nos citaron. Ya tenemos tiempo esperando. Se supone que don Diego nos va a recibir.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Esta es la niña?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si –dijo la nana--. Nos manda doña Leonor Carreto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Leonor Carreto era la virreina, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera. La nana esperaba que la mención de la virreina agilizara las cosas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El secretario hizo una pequeña reverencia. Y la puerta se volvió a cerrar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Pos quien se cree que es este hombre necio para hacernos esperar? –le dijo la nana a la “niña”, Juana, en voz queda--. ¡Más le vale que no nos haga esperar mucho tiempo o le iré con el chisme a la patrona!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana le sonrió a su nana. Tenía ella unos 14 años. Era una muchacha guapa, con una cabellera negrísima, ojos glaucos, y una frente despejada.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Las dos mujeres aguardaban en un amplio corredor en el edificio que almacenaba la Real y Pontificia Universidad de Méjico. A través de un gran ventanal se divisaba la catedral y la gran plaza frente al palacio virreinal.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La puerta se volvió a abrir.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pasen, por favor –dijo el secretario. Disculpen que las haya hecho esperar. Entiendan, por favor, don Diego está ya muy delicado de salud. Tiene 95 años pero todavía insiste en presentarse en su oficina y recibir visitas. Nos ha dado ya varios sustos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡No le hagan caso a ese patán! –se oyó una voz cascada desde otra oficina interior--. ¡Viejo el mar y todavía hace olas! Déjenla entrar. ¡Si ella es como su fama anuncia podré aprender algo!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Diego Rodríguez, fraile de la orden de la Merced, y ocupante de la cátedra de astrología y matemáticas de la Real y Pontificia Universidad de Méjico era un anciano mestizo, aindiado, enjuto, desdentado, y calvo. Se encontraba sentado detrás de un gran escritorio de caoba. Las paredes de la oficina estaban cubiertas con libros. Juana reconoció los títulos: Homero, Galeno, Platón, Al-Kwarizmi…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sentaos niña, por el amor de Dios, que no muerdo. Además, ya ni dientes tengo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana se sentó en una silla ante el anciano sin decir ni una palabra. El anciano la observo con detenimiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tengo entendido que habláis el mexicano –dijo Rodríguez en náhuatl.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Fue mi primera lengua –explico Juana contestando también en náhuatl--. Mis nanas me arrullaban en esa lengua.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Conocéis los anales de los reyes mexicanos? ¿Habéis leído a Chimalpahin o a don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Desconozco a Chilmalpahin pero conozco a don Fernando y también a Fray Juan de Torquemada. Y, por supuesto, he leído a Bernal Díaz del Castillo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Entiendo. Ya tendremos tiempo para enteraros de las antigüedades de Méjico. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tengo curiosidad por esos menesteres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--El Méjico anterior a la conquista era en verdad un civilización magnifica, Juana, y en muchos aspectos era aun más avanzada que la europea.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Cómo cuales?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sabed, Juana, que los reyes mexicanos administraban una justicia, cruel si, pero justicia. Esta se daba sin que ningún gran señor osase solicitar encaje que favoreciera sus intereses. La mordida y el cochupo, mucho me temo, vienen de España. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Además, yo pienso que su sistema de enseñanza era superior. El niño crecía sabiendo que el más grande servicio que podría desempeñar seria el trabajar en bien de su patria. Y las canas eran respetadas entre el vulgo y el mas grande titulo al que un hombre podía aspirar es al de tlalmamime o maestro. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Todo esto es para mí un tema muy querido, Juana, y espero poder enseñaros esos menesteres. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Admito que el tema me intriga, don Diego. Vivimos rodeados de los vestigios de esa civilización y poco los apreciamos o siquiera los reconocemos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero decidme, Juana, sois dama de compañía de doña Leonor Carreto, ¿cómo se encuentra el virrey don Antonio?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana bien sabía que don Antonio había sido nombrado virrey a pesar de la oposición del consejo de Indias que pensaba que su salud no era la óptima.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana cavilo su contestación por un momento. Las intrigas de la corte eran constantes y evidentes aun para ella, dama de compañía de la virreina. ¿Qué interés tendría este anciano con los menesteres de la corte? Juana opto por dar una respuesta diplomática.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Su señoría el virrey goza de cabal salud, gracias a Dios. Jura que el chocolate lo ha restablecido completamente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano se rió. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto. Tu servidor fue el que le sugirió que cambiara su dieta e incluyera en esta el pulque y el chocolate y dejara de comer tanto marrano y beber vino. Don Antonio es un marino y es correoso como todos los de su raza. Con tantito endereza el rumbo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana no dijo más.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os quiero agradecer que hayáis aceptado venir –dijo el anciano en griego--. Debo de decir que estoy sorprendido. Tenéis tan solo 14 años. ¿Si me entiendes, verdad?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sin problema –contesto Juana en la misma lengua.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Qué tanto domináis del griego?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana hizo una mueca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano volvió a hablar en español.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Perdonadme, niña, me imagino que no estáis a gusto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Con todo respeto, don Diego –respondió Juana todavía en griego--, no quiero ser examinada como si fuera un bicho raro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano levantó una mano.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tenéis razón, por supuesto. Ahora que, hablando de chocolate y sus propiedades milagrosas, en las que firmemente creo, se me antoja uno. Doña Leonor es mi amiga y me ha contado que sois muy dulcera. Me sería un gran honor si me acompañáis en tomar un chocolate. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana no dijo nada y tan solo inclino la cabeza. Todavía no se sentía a gusto siendo cuestionada por este anciano tan extraño. Don Diego toco una campanilla y el secretario se presento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por favor traednos dos chocolates, Felipe.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En voz baja, el anciano se dirigió a Juana una vez que el secretario había partido.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ansina no va a estar espiándonos mientras trae el gasaje. Escuchad, Juana, no os traje a examinar como bicho raro. He oído de vuestro talento y no, no tenéis que probar aquí nada. Me interesa nutrir vuestro intelecto. Decidme, Juana, ¿podéis guardar un secreto? Hay cosas que se me pudren por guardarlas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Supongo que sí –contesto intrigada Juana ante la pregunta del anciano.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano se levanto dificultosamente y se dirigió a uno de sus libreros. Con una llave que le colgaba del cuello abrió un cajón y extrajo un libro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Hay ventajas en estar en la Nueva España que no gozan nuestros colegas de Salamanca. Y por colegas te incluyo a ti.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Don Diego, usted no me conoce.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Bien, decía yo que a veces es mejor estar en Méjico que en Salamanca. ¿Sabéis por qué? ¡Qué pregunta tan necia la mía! No hay razón por la que lo sepáis. Veras, Juana, en España los censores queman cuanto libro viene de los países herejes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana vio, como si fuera un bicho raro, el libro que el anciano tenía en sus manos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y ese libro fue escrito por herejes?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, Juana. Este libro fue escrito por herejes, igual que fueron escritos los evangelios. Digo, el mismo Pablo era judío, ¿no? Y sin embargo leemos sus cartas y epístolas sin condenarnos. El caso es que los libreros en Europa a veces compran libros y saben que no los pueden vender en España pues los quemarían. Para no perder su inversión, los mandan de contrabando a Veracruz. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano comenzó a hablar en latín.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">¡Tole, leget!<a href="file:///H:/El%20Secreto%20del%20Moro%20-%20Final.doc#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;">[1]</span></span></span></span></a>, os lo regalo y os aseguro que no os condenareis al examinarlo. Creo que estará en buenas manos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sor Juana agarro el libro con manos trémulas. El titulo era Misterium Cosmographicum.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Kepler? No lo conozco –admitió Juana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Johannes Kepler. Es un teutón. Yo lo considero el asesino de Claudio Tolomeo. Veréis que es muy leído y conocedor de la ciencia de las estrellas y de lo que pasa en el sol y la luna. Leedlo y comprenderéis.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana abrió cautelosamente el libro. Estaba escrito en latín. En el prefacio leyó:”</span><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> yo deseaba ser teólogo; pero ahora me doy cuenta a través de mi esfuerzo de que Dios puede ser celebrado también por la astronomía”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Parábolas? ¿Un modelo parabólico? ¡Vive Dios esto es fascinante! –admitió Juana con entusiasmo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano se rió.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Sabia bien que no me había equivocado! <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Pero no está prohibido tener este libro?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Técnicamente si, la inquisición nos haría chicharrón tanto a mí como al libro. Pero no te preocupes. El libro estará más seguro en tus manos pues ningún inquisidor se atreverá a levantar la mano contra la dama de compañía de doña Leonor. La mayor parte de mi biblioteca será consignada a las llamas cuando yo muera. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana contemplo los cientos de libros que se encontraban a su alrededor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Dios mío!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Salva a don Johannes, Juana, por lo menos. </span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><br />
<hr align="left" size="1" width="33%" /><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText"><a href="file:///H:/El%20Secreto%20del%20Moro%20-%20Final.doc#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 8pt;"><span class="MsoFootnoteReference"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 8pt;">[1]</span></b></span></span></i></span></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 8pt;"> “¡Tole, leget!” o “ten lee” es la frase que San Agustín de Hipo Regio asegura oyó decir a un ángel y que lo impulso a estudiar los evangelios.</span></i><span lang="ES-MX" style="font-size: 8pt;"><o:p></o:p></span></div></div></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-68543328222317912632011-08-28T11:00:00.000-07:002011-12-18T13:52:41.074-08:00III. El Enviado del Virrey<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWz99C67cIeRctF6nF54MyLX2hvNN_IMVKIJSvPu4oOV6EevCWNR_hbg-FjNTDUCVIS39W73qEaibwJFSIY_EulXxa7bCo_KH8bTkawFzpgDtrzYUQxX8mHFH_c73cPlMBDbLZKxj43tM/s1600/moro-003.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWz99C67cIeRctF6nF54MyLX2hvNN_IMVKIJSvPu4oOV6EevCWNR_hbg-FjNTDUCVIS39W73qEaibwJFSIY_EulXxa7bCo_KH8bTkawFzpgDtrzYUQxX8mHFH_c73cPlMBDbLZKxj43tM/s200/moro-003.bmp" width="154" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se relata un incidente que ilustra la cautela necesaria al vaciar la vejiga en tierra caliente.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Nueva España – mayo de 1713<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En esos días llego don Jose Antonio Pavon, visitador representando a la hacienda del virrey, a San Andrés Tuxtla, poblado localizado en el sur de Veracruz en la Nueva España.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Era don José Antonio un hombrón de mediana edad, chaparro, algo barrigón, muy colorado, cristiano viejo, originalmente de Asturias.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La misión de don José Antonio era inspeccionar las plantaciones de tabaco de esos lares, hierba sobre la que la corona poseía un monopolio que le proporcionaba pingües ganancias.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, las rentas del virrey habían disminuido, según se reportaba, por causa de un chahuistle o enfermedad que afectaba a las plantas del tabaco.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio hizo el viaje, por demás azaroso, a los Tuxtlas con la intención de verificar estos reportes.</span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El alcalde de la localidad, el mestizo don Faustino Panza, le proporciono aposento y guías que lo acompañarían en su inspeccion. Don José Antonio empezó a hacer sus recorridos por las plantaciones de tabaco de la comarca. Los reportes eran, en efecto, correctos: una plaga afectaba las plantas. Sin embargo, aseguraban los naturales, esto era un hongo que se aparecía cada veinte años y se esperaba que, con la llegada del tiempo de lluvias, los efectos de esta plaga se diluyeran y pronto la producción volvería a ser como antes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El viaje de don José no hubiera tenido mas novedad excepto que, en el curso de su inspección, sintió la necesidad de vaciar la vejiga. Don José Antonio se apeo de su mula y se apresto a hacer su necesidad detrás de una ceiba. Desafortunadamente, estaba ocupado en esos menesteres cuando sufrió la picadura de una víbora de las que los naturales llamaban nauyacas. Estas eran conocidas por ser venenosísimas. Los escoltas de don José oyeron sus alaridos y de inmediato mataron al bicho. La mordedura había sido en una pantorrilla (y no en otra parte, de lo cual dio gracias don José Antonio). La escolta le hizo un corte para hacer fluir la sangre. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio, sin embargo, estaba muy pálido y sentía como su corazón se aceleraba incontrolablemente. Era evidente que el veneno había invadido su organismo. Cayó desmayado. Sus escoltas lo llevaron de regreso a San Andrés. Don José Antonio fue puesto en su cama, en espera del fatal desenlace. Viendo que la parca ya rondaba, el alcalde don Faustino hizo preparar café (necesidad infaltable en los velorios) e hizo llamar a unas viejitas que se ganaban la vida rezando rosarios en los funerales. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">No había sacerdote en San Andrés que le diera la extrema unción a don José Antonio. Y tampoco había medico o cirujano que le mantuviera el alma en el cuerpo. La muerte y tal vez la condena eterna era eminente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio, en breves ratos de lucidez, maldecía como buen español y hacia demandas que un clérigo consideraría blasfemias e insistía además en que le trajeran a un cirujano o de perdido a un barbero. Ante tal insistencia, don Faustino hizo llamar a un tal Guadalupe, indígena avencidado en el pueblo de Catemaco. Este indígena Guadalupe era reconocido por sus dotes de curandero o brujo y también por ser pícaro y taimado. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El brujo Guadalupe observo al paciente y sacudió la cabeza cual los médicos de la antigua Babilonia que se rehusaban entrar en lid con la muerte cuando esta era inminente. Más don Faustino mucho le insistió y lo amenazo recordándole un asunto de unas gallinas que habían desaparecido recientemente, hurto del cual se sospechaba Guadalupe era el culpable. Ante estas sugerencias Guadalupe cambio de parecer y se avoco a curar al enviado del virrey y este, en su desesperación por sentir la parca cerca y oler el café que ya se preparaba para el velorio, no puso objeción a los ministerios de su galeno.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron días de agonía. En un momento de lucidez don José Antonio se despertó y vio al curandero Guadalupe viéndolo fijamente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Decidme, ¿sois medico?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me llamo Guadalupe Cruz y no, patrón, no soy medico, aunque he mandado al Mictlan a bastantes almas y algo he aprendido echando a perder. Por favor tómese esto –le dijo Guadalupe pasándole un vaso con un brebaje.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio lo bebió sin protestar y sin querer saber que contenía.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Me voy a morir? –pregunto don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No. Acabo de bajar del cerro del mono blanco y pregunte.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No os entiendo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cosas de indios, patrón. Hable con Nanciyaga y ella me dijo que vuecencia no se muere de esta. Ella lo va a curar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quién es esta Nanciyaga?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La reina de los chaneques, patrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio se rió.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bueno, aun si esta señora Nanciyaga fuera la reina de España no me importa con tal que este en lo cierto. ¿Así que ella dice que no me muero de esta y que me va a curar?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Así es, patrón. Es mas, dice doña Nanciyaga que usted se muere de viejo con los nietos saltándole en la barriga y jalándole las barbas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Válgame María Santísima! ¿Cómo le puedo agradecer a esta señora el que me cure?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Déme un cobre y comprare un gallo negro que ofreceré a la media noche.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sea –dijo don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y fue así que, después de una semana de fiebres, quejidos, maldiciones, y dolores, don José Antonio abrió los ojos una mañana pidiendo que le dieran café y desayuno pues tenia hambre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La noticia causo un respiro en toda la población: si se hubiera muerto don José Antonio quien sabe como hubiera reaccionado el virrey. Las viejitas rezaderas tuvieron que contentarse con unos cuantos cobres que les soltó don Faustino. Y el café del velorio se lo apuro a sorbos don José Antonio, que había despertado con una sed de los mil diablos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron los días y don José se iba recuperando lentamente. Entre sueños, sin embargo, se despertó un buen día muy temprano al oír una voz poderosa exclamar:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Dios es Dios y Jesucristo es su hijo! ¡Venid a orar, hermanos!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio maldijo quedamente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A media mañana se presento don Faustino Panza a inquirir como seguía el convaleciente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Dígame, don Faustino –le pregunto don José al alcalde--, ¿como es que llamáis a los fieles a misa de esa manera? ¿No tenéis acaso campanas?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No, don José. La torre de la parroquia se vino abajo con un temblor y no hemos vuelto a colgar campana. De por si, estamos aquí muy dejados de la mano de Dios. Tiene años que no tenemos cura en la parroquia. Nadie da ahí misa pero nos juntamos para rezarle al santísimo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Pero es que eso de llamar a los fieles así se asemeja al muecín de los moros! –exclamo don José, que en su juventud había viajado por el mediterráneo y conocía de los menesteres de los seguidores de Mahoma.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Que le puedo decir –se excuso don Faustino--. Los naturales aquí son muy conservadores. Mi antecesor me dijo que esta costumbre estaba establecida desde que llego aquí un prelado que tenia el nombre de Pedro Santa Cruz. Pero este se murió hace muchos años y el obispo no nos ha mandado reemplazo desde entonces. No creí conveniente enemistarme con la feligresía y así he dejado que esta costumbre siguiera. ¿Qué bronca tendría Dios con la manera con que se llama a la feligresía?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Válgame Dios, pero, decidme, ¿Cuántas veces al día se hace esta llamada?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En tiempos de mis viejos, se solía hacer cinco veces al día –explico el alcalde--. Pero hoy solo se hace en las mañanas y al atardecer.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Cinco veces! ¡Milagro que no se hincan en dirección a Meca!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El curandero Guadalupe entro en esos momentos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Buenos días tengan sus mercedes. Don José Antonio, ¿Cómo amaneció vuecencia hoy?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El indígena le tomo el pulso y le reviso las pupilas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No entiendo que ocurre aquí, don Guadalupe, parece que estoy en la tierra de los moros. Falta que se hinquen en dirección a la Meca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues, don José Antonio –contesto Guadalupe—, según me contaban mis viejos antes rezábamos en dirección a Jerusalén. Aunque más bien parecía que lo hacíamos hacia Coatzacoalcos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Coatzacoalcos? –Se rió don Faustino--. Yo visite ahí una vez y no era un lugar muy santo que digamos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bueno, tal vez no importe la dirección. La verdad es que os debo la vida Guadalupe –reconoció don José--. ¿Cómo os puedo pagar? Traigo algo de plata.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No se preocupe vuecencia. No se lo puedo aceptar. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Algo abra entonces que pueda intercambiar con vos para mostraros mi agradecimiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si lo hay, don José Antonio: vuestra discreción –contesto Guadalupe--. Seria mejor, creo yo, que no reportara como adoramos a Cristo en estos lares. Luego los señores de la inquisición toman todo a mal.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Entiendo. Además que yo no puedo aventar la primera piedra pues ya hasta hice sacrificar un gallo negro a doña Nanciyaga. ¿Qué opina usted don Faustino?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--He aprendido a ser pragmático, don José. Así me llevo la fiesta en paz.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me intriga sin embargo por que este cura Santa Cruz enseño a orar en esta manera a los naturales –dijo don José.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En tal caso, le aconsejo que lea usted las memorias del cura Santa Cruz. Las tenemos en la sacristía –indico el alcalde--. Yo apenas si se leer y nadie más en el pueblo sabe hacerlo. Seguro que ahí explica porque rezamos ansina.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Hay tales memorias? --pregunto con asombro don José--. Este fulano Santa Cruz me intriga.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si –respondió el alcalde--. Sin embargo, le pediré don José, aquí, ante Guadalupe, que mantenga usted discreción sobre lo que lea. Había rumores que el curita Santa Cruz tenia cola que le pisen y líos con la inquisición. Como dijo Guadalupe, ya vide vuecencia que esos señores de la inquisición son rete mal pensados. ¿Para que tantos brincos estando el suelo tan parejo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio accedió a estas condiciones, jurando que por su honor de hidalgo mantendría en secreto lo que leía.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-13029320325718380192011-08-27T11:05:00.000-07:002012-01-03T18:05:20.875-08:00IV. Aquiles y la Tortuga<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4CHiCqvrMfueVmnA4L1u9YtRpFDNwbA_WqFt9HUXPpUZRGAaUZy75Rf8QtlqO2xyg4-Yj8JqJ-KExfI6p0ZcoalbBfV6kcWAHxrfMFwiN595rZ-GFBpI1DT7RsGV_NxalBjMKmZCZSMM/s1600/moro-004.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4CHiCqvrMfueVmnA4L1u9YtRpFDNwbA_WqFt9HUXPpUZRGAaUZy75Rf8QtlqO2xyg4-Yj8JqJ-KExfI6p0ZcoalbBfV6kcWAHxrfMFwiN595rZ-GFBpI1DT7RsGV_NxalBjMKmZCZSMM/s200/moro-004.bmp" width="184" /></a></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">(Paradoja atribuida a Zeno de Elea, c. 450 antes de Cristo)<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Un día la tortuga reto a Aquiles a una carrera.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si me dais tan solo unos metros de ventaja os podre ganar, --afirmó la tortuga.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bromeáis. Yo soy Aquiles. Soy el más grande guerrero en la tierra. Soy tan rápido como el viento y mis piernas son como troncos. Vos traéis a cuesta ese caparazón y sois lentísimo. En fin, os seguiré la corriente. Decidme, tortuga, ¿Qué tanta ventaja necesitáis?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tan solo unos diez metros, --explico la tortuga.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Solo diez metros! Seguro perderéis. Eso yo los cubro en un suspiro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No. No voy a perder. Y os lo puedo demostrar muy fácilmente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aquiles se rasco la cabeza. Se sabía superior físicamente a la tortuga pero sabía que esta era reputada por su sagacidad y hasta había confundido a los filósofos en el ágora de Atenas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--A ver, convencedme si podéis –contesto Aquiles con algo de recelo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Suponed –comenzó la tortuga--, que me dais la ventaja de los diez metros. ¿En cuánto tiempo los recorreréis?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡En segundos!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y cuanto tiempo mas pensáis que habré avanzado en ese intervalo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal vez un metro, si os esforzáis y sudáis mucho.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bien, en tal caso nos separara un metro. ¿Qué tan rápido cubriréis esa distancia?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Otra vez, ¡en segundos, a lo más!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Y en ese tiempo yo habré caminado, pues casi no puedo correr como vos, un poco mas de distancia, ¿verdad?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si. Así supongo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Y cuando vos habréis recorrido esa distancia yo habré caminado otro trecho mas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aquiles se quedo callado.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--O sea, en cada intervalo que os aproximáis a mi yo me habré adelantado mas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Según tu argumento tal es cierto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es decir, mi buen Aquiles, que vos nunca podréis alcanzarme.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aquiles se rio y le concedió la victoria a la tortuga<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-16524763681253972792011-08-26T11:08:00.000-07:002012-01-03T18:05:32.014-08:00V. Suspiros<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM78YCerl9Uc_OGX4nKJp7FkJ6lh7Yvon21H4aN3wHiQ1T-sMhuULu2NBPlbdU2vWMw6O7Dxhb6uyhMxHxiqOScd4q7gWFLQsZP9vGHwkm10LGeEAkLzDyI76eDA1R6djVxZyzGYxENOQ/s1600/moro-005.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM78YCerl9Uc_OGX4nKJp7FkJ6lh7Yvon21H4aN3wHiQ1T-sMhuULu2NBPlbdU2vWMw6O7Dxhb6uyhMxHxiqOScd4q7gWFLQsZP9vGHwkm10LGeEAkLzDyI76eDA1R6djVxZyzGYxENOQ/s200/moro-005.bmp" width="160" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde Juana discute con un fraile anciano sobre la naturaleza de los suspiros.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ciudad de Méjico, 1666<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Deposita vuecencia una gran confianza en mí, --dijo Juana--.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Vive Dios que yo no quiero líos con la inquisición pero ciertamente este trabajo de este señor Johannes merece ser protegido.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Créame que me avocare a estudiarlo.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">¿Es esta la razón por la que me cito?</span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En parte si. Sucede que oí que habéis hecho que don Armando Bocanegra, científico renombrado y catedrático de esta universidad, perdiera los estribos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana recordó el debate, que pronto se volvió acrimoso, con don Armando.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Don Armando y yo coincidimos en una tertulia en la corte y por no sé qué razón comenzamos a discutir sobre Aquiles y la tortuga, la famosa paradoja esa.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ja! El caso es que don Armando discutía con una niña de catorce años, dama de compañía de la virreina, que lo desarbolo completamente, para usar términos náuticos que entendería nuestro virrey.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--A raíz de nuestro debate, don Armando me ha acusado sin razón de ser fatua, arrogante, la peor de todas. ¡Vive Dios que le he ofrecido mil disculpas!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Disculparte? ¿De qué? El hombre es un patán. No os preocupéis, el asunto llego a mis oídos, eso fue inevitable, y tuve que hablar con el virrey y hete tu aquí. </span><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Escucha, Juana, quiero tu opinión sobre una pulga que me he estado rascando y que tiene que ver precisamente con el bendito cuento ese de la tortuga y Aquiles. He consultado a mis otros colegas sobre el menester pero me tildan a loco. Si vos lo hacéis también creo que dejare el concepto por la paz.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Perdón don Diego?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La definición de velocidad la conocéis ¿verdad?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto. Una distancia dividida por la cantidad de tiempo que tomo recorrerla.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y si esa distancia fuera muy pequeña?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Igual lo seria la duración.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y si la hicieras mas y mas pequeña, rete chiquita?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Igual pasaría con el denominador.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--O sea, cada vez divides un número pequeñísimo por otro igual de pequeño.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me imagino que sí. Eso evitaría que la velocidad creciera a infinito.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Aunque el denominador es cada vez más pequeño?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Se van compensando, me imagino, don Diego. ¿Qué con ello?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero eventualmente estas dividiendo una cantidad que es casi cero por otra que es casi cero. Y vos sabéis que dividir por cero es imposible.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero no es cero, es casi cero, como vos habéis dicho.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Creo que se trata de una fauna nueva. No son enteros ni fracciones. Yo los llamo “suspiros”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Suspiros?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Son números pequeñísimos, antes de cero, sin llegar a ser cero, como quien dice el último suspiro que uno tiene antes de morir.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Entiendo. Sin embargo, ¡sus recíprocos serian casi infinitos! –Los ojos de Juana brillaron.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El secretario toco y entro trayendo una bandeja con los chocolates. El anciano y Juana bebieron el brebaje con contento. Juana no se sentía ya incomoda. El que un doctor tan renombrado como don Diego la llamara colega y la confiara con el libro del hereje Kepler le complacía. Y además, el concepto que le había presentado don Diego la intrigaba.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Imagínate, Juana, que veis a Aquiles corriendo y decís que va a tal velocidad. Es decir, vuestra observación vino de dividir a un suspiro por otro suspiro. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tienen entonces vuestros suspiros efectos reales, don Diego.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto, y esto va a lo que discutíais con Bocanegra. La paradoja es que si observáis a Aquiles…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--O a la misma tortuga, don Diego…creo que se hacía adonde va, don Diego.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, a cualquiera de ellos, en un intervalo pequeñísimo de tiempo no se están moviendo en efecto. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cualquier pintor lo sabe. Puede mostrar a don Aquiles quemando la chancla pero estático.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--El arte tiene limitantes que las matemáticas no tienen. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Limitantes! ¡Limites diría yo! --exclamo Juana con entusiasmo--. ¡Podríamos pensar entonces en la velocidad como un límite de las secuencias cada vez más pequeñas de los intervalos de tiempo y distancia! Y lo que el artista plasma es tal: un límite.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano empezó a toser.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Esta usted bien, maestro? –pregunto con preocupación Juana. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El secretario entró. El anciano parecía a punto de desfallecer.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Don Diego lo llevaremos a su casa. Se ha agitado demasiado hoy.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El anciano levantó una mano.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Juana, la carne tiene aun mas limitaciones que el arte o las matemáticas. ¡Cuánto quisiera haberte conocido unos veinte años atrás! Ahora ya estoy en la antesala de mi último suspiro, hija. Pero le agradezco, sin embargo, a Dios haberte conocido. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana se retiro llevando consigo el libro. Varias veces después visito a don Diego y discutieron más sobre los suspiros, Kepler, y la muerte de Claudio Tolomeo. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-27964657986174334302011-08-25T13:25:00.000-07:002012-01-03T18:06:47.787-08:00VI. El Moro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgAum7gchmLtXkCk1mh_RY8RRtMmZ_xB3_yx9r0i1OC6uZHOlEQj4di_2dgFttwtDtT5ARCn9jwYkbJLwoh8MY9uLFnH8XqNRagh9KORApTtBjTh4Q8dC6M5CF7MkMZX7wq4PD-qiFucM/s1600/moro-006.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgAum7gchmLtXkCk1mh_RY8RRtMmZ_xB3_yx9r0i1OC6uZHOlEQj4di_2dgFttwtDtT5ARCn9jwYkbJLwoh8MY9uLFnH8XqNRagh9KORApTtBjTh4Q8dC6M5CF7MkMZX7wq4PD-qiFucM/s200/moro-006.bmp" width="156" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;">Del libro de Pedro de Santa Cruz, donde se presentan por vez primera los menesteres y sobresaltos </span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">de la vida de este fulano.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En el nombre de Ala, el misericordioso, el todopoderoso, el justo, a cuya luz y juicio se atestiguan estos, los testimonios verídicos de los hechos de Yusuf Bin Omar, conocido también entre los castellanos como Pedro de Santa Cruz, renombrado cristiano viejo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
Encuentrome juzgado y sentenciado por el Tribunal del Santo Oficio por los delitos de herejía, necromancia, y rebeldía, cargos que acepto. Y este Santo Tribunal, asentado aquí en la Nueva España, esta compuesto por santos varones dominicos, insobornables, inflexibles, e inmisericordes. La Inquisición ha dispuesto mi entrega a la justicia seglar para proceder a mi castigo. En dos días, el domingo, se me exhibirá en la plaza mayor o zócalo de esta antaño Gran Tenochtitlan y hoy muy noble y señorial ciudad de Méjico, vestido con sambenito y portando una veladora, y se procederá a quemarme vivo en castigo a mis pecados.<br />
</span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
Pero sé que el quemarme no ocurrirá, razón por la cual no me quita el sueño mi condena. Amigos fieles tengo. Esta madrugada apareceré “muerto” por tifo o tal vez otra enfermedad contagiosa, razón por la cual el celador mayor ordenara “quemar” mi cadáver inmediatamente para evitar esparcir el contagio. Habrá plata para los que quieran vender su silencio y acero toledano para los que no. Así pues, en este año de 1683 de la era cristiana, 1063 desde la huida del profeta a la ciudad de Medina, será el año en que muera Pedro de Santa Cruz. Inshallah.<br />
<br />
No le tengo miedo a la muerte. Nací en Sevilla de una mujer buena. Mi madre era la amasia de un mercader de la localidad, don Tomas de Santa Cruz, mi padre. Quiso Dios bendecirlo con tres hijos, mis medios hermanos, que tuvo con la mujer que la iglesia reconoce como su esposa. Mis medios hermanos crecieron hidalgos y eran renombrados en la ciudad por su estirpe y parrandas. Alcanzaron buenas posiciones en la corte por su apellido y la influencia de los amigos de nuestro padre.<br />
<br />
Mi madre murió siendo yo tan solo un niño. Mi padre le encargó a un amigo de él, el cura Xavier Rosales, que me cuidara. Era don Xavier un hombre bueno, ya anciano, que fue como un padre para mí. Rosales me enseñó –a regañadientes y con sopapos—rudimentos del latín, griego, y las matemáticas. Quería don Xavier que siguiera yo la carrera eclesiástica pero esta no me atrajo. Había crecido en el barrio de Triana viendo a los buques entrar por el Guadalquivir trayendo toda clase de maravillas desde la tierra misteriosa que llamábamos Méjico. De ahí entonces que ya jovencito y al morir el buen cura decidí no entrar al seminario y preferí hacerme marino. ¡Cuantas veces, en medio de un tifón espantoso, con la nave haciendo aguas, achicando con desesperación, y maldiciendo tanto a Dios como a Belcebú, abjure de mi decisión!<br />
<br />
En vida de mi madre mi padre nos visitaba seguido. Siempre fue cariñoso conmigo. Ya después de muerta mi madre sus visitas no fueron tan frecuentes pero nunca cesaron. Y una vez que me inicie en la carrera del mar pocas veces coincidimos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La ultima vez que lo vide fue antes de mi primer viaje a las Indias. Había regresado de Venecia y le truje unos compuestos turcos hechos a base de opio. Mi padre languidecía para entonces debido a una enfermedad misteriosa que lo iba lentamente acabando y sufría mucho por sus dolores. Mi padre había envejecido bastante y ambos adivinábamos que tal vez ya no nos volveríamos a ver.<br />
<br />
--Pedro, hijo mío --me dijo--, id y adquirid más experiencia. Un viaje a las Indias podrá hacer vuestra fortuna. Obedeced con prestancia las órdenes de vuestros superiores. Aprended a oír antes de hablar. Y a meditar vuestras palabras antes de decirlas. Ya que regreséis, os daré una recomendación para que os embarquéis con un capitán amigo mío que ahorita anda para las Filipinas. ¡Y jamás olvidéis vuestra estirpe ni neguéis a vuestra madre que fue una santa!<br />
<br />
Seis meses después regresé a Sevilla. En el muelle buscándome estaba un caballero anciano de porte muy serio. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Caballero Santa Cruz? Soy el licenciado Urquiza, apoderado legal de vuestro padre, Tomas de Santa Cruz. Siento deciros pero vuestro padre murió recientemente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Casi me desmaye al oír la noticia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Mi más sentido pésame, don Pedro. Vuestro padre era mi amigo. Daré lectura a su testamento. Fue la voluntad de vuestro padre que vos estéis presente.<br />
<br />
Fue entonces la primera vez que cruce palabras con mis medios hermanos. Estos me recibieron de manera correcta aunque fría. Su madre, doña Catalina, sin embargo, me vio con un odio y resentimiento mal disimulado.<br />
<br />
--¿Vos sois el hijo de la mujer que llamaban ‘la mora’? --me preguntó doña Catalina con mucho de veneno en su voz.<br />
<br />
--En efecto, señora, tal soy. Y el nombre de mi santa madre era Miriam --fue mi respuesta.<br />
<br />
Tenía yo entonces tan solo 23 años y se decía que era buen mozo. De niño mi padre solía acariciarme el pelo y decir que había heredado los ojos moriscos de mi madre. Había embarnecido con las rudas tareas del mar y mi piel estaba curtida por el sol de las Indias. El pelo me caía en bucles negrísimos en los hombres y portaba una buena toledana y sabia usarla. Aun vestido con las ropas humildes de un marino tenía yo más porte y presencia que mis tres hermanos.<br />
<br />
--Don Pedro está aquí obedeciendo la voluntad del finado don Tomas --aclaró el licenciado Urquiza. Afortunadamente tal era el respeto que imponían sus canas que no hubo mas comentarios.<br />
<br />
Como es de esperar, mis hermanos y su madre se llevaron la tajada del león. Entre fincas, ventas, rentas, y cedulas de proveeduría no iban a pasar hambres. Por lo que toca a mi, el licenciado Urquiza puso en mis manos una bolsa pesada llena de plata mejicana y unos folios sellados.<br />
<br />
--Vuestro padre quería que abrierais estos documentos cuando estéis a solas --dijo Urquiza. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Mis hermanos y su madre vieron con envidia aun esta relativamente modesta herencia.<br />
<br />
Esa noche renté aposentos en la taberna del Oso, enclavada en la vieja judería, un lugar que solía frecuentar entre viaje y viaje. Antes de retirarme, cené en el cuarto común. Había entre los comensales la parvada usual: matasietes a sueldo, chulos, las mujeres de estos, y caballeros esbozados buscando aventura. No les presté mayor atención y me retiré a mi cuarto, tomando la precaución de asegurar bien mi puerta. <o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-2848408884428280022011-08-24T13:32:00.000-07:002012-01-03T18:06:57.191-08:00VII. La Novicia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDJwxgOnNLQef4Phmd4BzHTgz0VyOWrHk2CLdKY8MkVTwlbqfSMt9mtrqNp7aO2pxVncqAomxKQKdM3MXYoae7sR8qu-tiT_O0E92Jt1T4eJZ214BunpQUnfnzm5iN1v6DmNg3upv7IEk/s1600/moro-007.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDJwxgOnNLQef4Phmd4BzHTgz0VyOWrHk2CLdKY8MkVTwlbqfSMt9mtrqNp7aO2pxVncqAomxKQKdM3MXYoae7sR8qu-tiT_O0E92Jt1T4eJZ214BunpQUnfnzm5iN1v6DmNg3upv7IEk/s200/moro-007.bmp" width="160" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad…” – la pastora Marcela en El Quijote<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se presenta la inconveniencia de que las novicias se dediquen a la minería.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Convento de las Carmelitas Descalzas - Ciudad de Méjico, 1668<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La virreina, doña Leonor Carreto, entro en el despacho de la madre superiora.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Doña Leonor! –dijo la madre superiora haciendo una caravana--. Es para nosotros un gran honor, su alteza.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Madre, me temo que esta no es una visita social. Me han llegado noticias de que la novicia Juana de Asbaje no se ha adaptado a vuestra disciplina.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me temo que así es, su alteza. Ya vide vuecencia que es casi una niña. Tiene tan solo 16 años. Estoy segura que con devoción y disciplina al final la carne se doblegara y cejara su rebeldía.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Exactamente, ¿en que consiste la rebeldía de Juana?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La monja suspiró.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por principio, se presento aquí con varios libros profanos. Los confiscamos y los regresamos a sus familiares. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Esta prohibido leer en las Carmelitas Descalzas? ¿No leen acaso los evangelios?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No, no nos esta prohibido leer. Y ciertamente podríamos leer los evangelios. Sin embargo, consideramos que es mejor permitir que los sacerdotes nos interpreten la palabra de Dios. Pero eso no fue del agrado de Juana. Ha pedido que le proporcionemos los evangelios, y si es una versión en griego, mejor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Todavía no entiendo madre. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Juana peca de soberbia y, peor, ha demostrado una gran curiosidad. La encontramos escarbando en las paredes del claustro. Aparentemente quería desenterrar una piedra labrada con jeroglíficos paganos de los indios. La tuvimos que disciplinar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Entiendo y concuerdo. La minería no es menester de las novicias, ¿no cree? De haberla usted consentido pronto tendría toda clase de galerías subterráneas y los cimientos del convento se vendrían abajo. Dígame, sin embargo, ¿en que consistió la disciplina?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ayunos y me temo que tuvimos que darle azotes. No muchos ni muy duros, sabe, pero si lo suficiente para hacerla que sufra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Santo Dios! Permítame hablar con ella.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me temo, doña Leonor, que eso no es posible.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal vez no he sido lo suficientemente clara, madre. Es mi intención hablar con Juana de Asbaje. Por favor, no hagamos de esto un problema.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Algo había en la manera en que la virreina había dicho esto que hizo que la monja recapacitara.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bien, doña Leonor, tratándose de usted, haré una excepción. Sin embargo, os pediré que os llevéis a Juana con vos. Es evidente que no se va a poder adaptar a nuestra disciplina. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿A ese grado han llegado las cosas?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, doña Leonor. Es mas, la influencia de Juana ha causado toda clase de rebeldías entre las novicias. Juana insiste en que estas deben de pensar. Si el buen Dios quisiera que las mujeres pensáramos nos habría dado cerebro, ¿no cree vuecencia?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Creo que en vuestro caso, madre, no disputare vuestra lógica.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Unas horas después, a bordo del carruaje de la virreina, esta contemplaba a Juana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Habéis perdido peso, Juana –dijo la virreina.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ahorita me recupero –dijo Juana con la boca llena mientras degustaba del itacate que su nana había mandado con la virreina--. Estas gorditas están muy sabrosas. ¿Gusta una, doña Leonor?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Gracias –dijo la virreina tomando una de las viandas--. Por Dios, Juana, ¿Por qué ingresasteis con esas locas? Estamos en la modernidad, en el pleno siglo XVII, y esas locas viven en tiempos del rey Leovigildo el peludo o que se yo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Quería aprender a ser humilde, doña Leonor. Y válgame Dios que ahí adentro supe lo que es ser humillada. Vamos, ahí dentro se amansaba hasta Lars Porcena, reputado por ser un hombre soberbio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tenéis que aprender a aceptar que sois lo que sois –dijo la virreina acariciándole una mejilla--. Eres guapita. No necesitáis recurrir a hipócritas hermosuras para engañar a los querubines que ensartan el corazón de los mozos. ¡No os imagináis la cantidad de mancebos que preguntaban por vos en la corte y que se presentaban polidos y esperanzados de veros! ¿Estáis segura que queréis haceros religiosa?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No me apetece el matrimonio, doña Leonor. No me considero suficientemente hábil para llevar tal carga.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Justa excusa es. No es correcto que los padres den estado a los hijos y, sabed, yo me considero vuestra madre. Aun así, mucha sorpresa me causo veros amanecer monja. Pero decidme la verdad, Juana, los muchachos de la corte os aburren, ¿verdad? He visto que los toleráis pero los arrojáis de vos con trabucos e ingenios y mas de uno se queja de que se sienten emasculados por vuestro intelecto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana suspiro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues la verdad si, doña Leonor. Solo saben hablar de toros y de caballos. Son puros hombres necios. Y si no les doy reciprocidades me acusan de cruel y desagradecida. Y si lo hiciera seria falsa. Luego pues de arpía o falsa peco y si fuera fácil de cruel me culparían. ¡Opinión ninguna gana! Además, bien sabe su señoría que ni siquiera tengo dote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Doña Leonor sonrío.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En tal caso os buscaran porque os aman bien.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sería sacrilegio, ¿no cree su señoria? –dijo Juana riéndose.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Casarse por amor es sacrilegio?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Según Galeno, el amor es una forma de locura. Y la ley canoníca prohíbe que se casen los locos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Santo Dios, Juana! --se carcajeo la virreina--. No os presionare más para casaros. Bueno, el único que he notado que os hace reír es el jesuita don Carlos de Sigüenza y Góngora. Dime, Juana, como se llamaba esa pareja de clérigos, ¿Abelardo y Eloisa?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡No sea mala patrona! –contesto Juana--. Y pues si, don Carlos me cae bien. Tiene cerebro aunque no creo que sea tan buen matemático como don Diego.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La virreina palideció y se persigno.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ay Juana! ¡No sabes lo mucho que me pesa tener que anunciarte esto! No creo que haya otra manera de hacerlo. Es evidente que esas locas no te enteraron de nada ahí dentro. Escucha: mientras tú estabas en el convento don Diego murió.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡No! –exclamo Juana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La virreina la abrazo. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Hija, don Diego no sufrió. Ya estaba muy ancianito y Dios lo quería a su lado. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Juana lloraba desconsolada.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Escucha, Juana, don Diego me nombro su albacea. En su testamento ordenaba que su biblioteca te fuera legada. Ya se encuentra en casa de tus tíos. También te dejo una carta que te entregara tu tía.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-69844315341242588372011-08-23T13:37:00.000-07:002012-01-03T18:07:10.128-08:00VIII. El Secreto<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtP2xxgfWEVxyJibu_yj4lVWbYgOIvQsvs3utQy6qwOlPlwZCaJt-Tpa2TtvSvNfeylknjvEuUO_IU-AxhvZIanFk-GnKJF6CJs6UNybmwiIIreFaGSNYdHXofjdaeqOtMeVWq6zwzfxU/s1600/moro-008.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtP2xxgfWEVxyJibu_yj4lVWbYgOIvQsvs3utQy6qwOlPlwZCaJt-Tpa2TtvSvNfeylknjvEuUO_IU-AxhvZIanFk-GnKJF6CJs6UNybmwiIIreFaGSNYdHXofjdaeqOtMeVWq6zwzfxU/s200/moro-008.bmp" width="158" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Del libro de Pedro de Santa Cruz, donde se descubre que el tal Pedro no es Pedro sino Yusuf.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Prendí una veladora y me dispuse a leer los folios que mi padre me había dejado.</span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> <br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hijo Mio:</span></em><i><br />
</i></span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><i><br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Os pido me perdonéis no haber sido mejor padre. Muchas veces fue mi intención traerte conmigo y reconocerte plenamente como tal, sin importar lo que dirían mi esposa y sus hijos. Si no lo hice entonces soy culpable de tibieza y poca hombría y de esto daré cuenta adonde mi alma vaya a parar. Sabed que he decidido enmendar mis acciones de la única manera que me queda.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">He vivido toda mi vida una mentira. Sabed que igual hicieron mi padre y el padre y abuelo de este. Ahora, cerca de la muerte, no puedo dejar que esta mentira muera conmigo y debo confesaros la verdad. Sois mi único hijo. En ti reconozco la planta de mi padre. Las infidelidades de mi mujer me son bien conocidas. Y aun si los hijos de doña Catalina son míos, por lo falsos e indolentes que me han resultado, los creo más hijos de ella que míos. Pero, ¿como me atrevo yo a lanzar acusaciones de falsedad? Es por eso que debo haceros saber la verdad.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sabed primero que nada que no, no somos cristianos viejos como se asienta en las actas que seguramente con mucho alarde vuestros medios hermanos enarbolan ya. Todo lo contrario, somos descendientes del ultimo rey moro de Granada, Boabdil, a través de una de sus favoritas, de ahí tal vez mi tibieza y cobardía. Pero no buscare mas excusas. En efecto, el abuelo de mi padre se convirtió a la fe católica al caer Granada. De ahí el nombre que tomó para su familia, Santa Cruz. ¿Como dudar de la cristiandad de quien porta este nombre? Soltó buena plata y acabó con patentes de cristiano viejo. Bien se dice que poderoso caballero es don dinero.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y si a ti os admito esto también os diré que tal vez fue un acto de rebeldía de mi parte el que me llevo a buscar a el amor de vuestra madre, mujer buena que nunca negó el ser de sangre conversa. El amor que tuve a vuestra madre es lo único de lo que no me avergüenzo.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y os preguntáis por qué os hago saber tal noticia ahora, muerto ya. Sabed que la sospecha del origen de mi familia siempre residió en mi esposa, doña Catalina, y esta descubrió el secreto hace varios años. Con él me ha chantajeado y ultrajado mi honor sin que yo pudiera hacer nada en contra de ella. En esta España nuestra, intolerante y católica, el que se haga público mi secreto me hubiera sido funesto, incluso para vos, que es bien conocido que sois el hijo de una conversa.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y pensareis que no seria tan imbecil doña Catalina de arruinarse conmigo. En eso estáis en lo cierto. Esa es la razón por la cual siempre he sospechado que mis recientes achaques han sido inducidos por ella para asegurar mi muerte. Y también me amenazo con buscaros y haceros mal también.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Considerad entonces esta carta como una advertencia. Tenéis ya enemigos poderosos y probablemente sospechan que conocéis mi secreto. Por eso os doy estos detalles. Prefiero que estéis al tanto de lo que arriesgáis y no operéis a ciegas. Bien saben ellos que este secreto los puede destruir.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por ultimo, un resquicio de dignidad quedó en nosotros. Mi padre me dio el nombre moro Omar al decirme este secreto siendo yo tan solo un niño. El nombre moro de él era Hakim. No soy Tomas como fui bautizado en la iglesia de los cristianos aunque moriré bajo tal nombre. Igual, vuestra madre os nombró Yusuf pues tal era el nombre de su padre. Así pues, si alguna vez decidís abjurar de Cristo asumid os ruego el nombre de Yusuf Bin Omar.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ahora quemad esta carta.</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Vuestro padre,</span></em><br />
<br />
<em><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Omar Bin Hakim</span></em><br />
</i><br />
Los otros documentos consistían de unos escritos en árabe que deduje eran testimonios de mis ancestros que tal vez habían venido de África con el tal Tariq. También habían unas cartas muy tiernas de mi madre y una de las biblias de los moros, el Coran. Lo abrí. Estaba escrito en caligrafía árabe, cosa que no me era comprensible, pero también incluía una traducción al castellano. En su frontispicio había unos como ejercicios de caligrafía árabe escritos en una mano infantil. Lo único que pude entender fue un nombre en castellano: Miriam.<o:p></o:p></span></div><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;"><br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" /></span>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-56175856448797469462011-08-22T13:42:00.000-07:002012-01-03T18:07:19.667-08:00IX. La Carta de don Diego<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHAZjDnL-YkJ2nNCObjnAv1N2DRih7qvrkJBXRL2qBveiVMQ5SiFHo21OP9PxTBcqQdGCb4JrTke9ItVe_SX67mArixcTBRP33g58iW2y3ufxyRLqK9uh8FevUpeGfbv7pvf9z8TRzijI/s1600/moro-009.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHAZjDnL-YkJ2nNCObjnAv1N2DRih7qvrkJBXRL2qBveiVMQ5SiFHo21OP9PxTBcqQdGCb4JrTke9ItVe_SX67mArixcTBRP33g58iW2y3ufxyRLqK9uh8FevUpeGfbv7pvf9z8TRzijI/s200/moro-009.bmp" width="150" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde los muertos siguen de parlanchines explicándonos sus queveres a través de cartas.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ciudad de Méjico – 1668</span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Querida Juana, Hija,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A mis manos me han llegado cartas semejantes de amigos o familiares que ya están más allá del bien o del mal. Muchas veces estas cartas están llenas de amargura y el difuntito se queja de perjuicios reales o imaginarios que le causo el lector y juran que lo denunciaran en una corte ultraterrena. Otras cartas, las menos, le atestiguan al que la lee que el difuntito estará agradecido por toda la eternidad de haber conocido al lector y espera pedirle al santísimo (esto es si los pecados del difuntito no lo refunden en otro lugar y ante otra presencia) que el lector goce de una larga y feliz vida.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hija, por mis pecados, que fueron muchos pues, créelo o no, pero alguna vez fui joven y guapo y no el viejo decrepito que conocisteis, dudo que pueda yo interceder ante nadie por vos. Sin embargo, aun refundido en un lugar apretado y caluroso recordare con agradecimiento el placer que me dio vuestra persona y fino intelecto.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lo ultimo que supe de vos es que habíais sido aceptada como novicia en el convento de las carmelitas descalzas. Tal noticia, lo admito, me causo asombro. ¿Qué os motivo a tal cosa, hija? Tal parece que pensáis que la sociedad os insiste en enclaustraros, de alguna manera o otra, bien en el matrimonio o en una celda de carmelita, y que vos decidisteis que si os van a crucificar que sea con los clavos mas crueles posibles. <o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Que me perdone Dios, pero espero que recapacitareis. Vuestro intelecto no se lo merecen las carmelitas. ¡Lo afirmo hoy, todavía en vida, y lo afirmare así durante mi juicio! Dios os ha coronado con ese intelecto y si lo encerráis en tal claustro estas rechazando un don divino. Y eso, Juana, es el peor pecado que me puedo imaginar.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pero, ¿qué se yo? Para ahora, todo lo que yo haya aprendido o entendido ya engordo a un gusano que entro a mi cráneo. Ojala que el bichito no se empache ni se crea mejor que sus hermanos por comer esos pellejos llenos de errores. <o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los libros de los que mal extraje mis conocimientos, los mismos que me causaron mas dudas, que me llenaron de frustración confundiendo mi corto intelecto, esos libros, a los que amo y odio, le he pedido a doña Leonor que os los haga llegar. Creo que es lo mejor. Si se los dejo a la universidad no tardaran en empezar a husmear ahí los doctos señores de la inquisición y pronto harían una hoguera adonde con gran algarabía quemarían a la pagana Safo, al moro Al Kwarizmi, al hebreo Baruch de Espinoza, y al resto de mis viejos amigos que vivieron en el error por no conocer o negar a Jesucristo.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, en los últimos meses he vendido algunos de estos libros para hacerme de un capitalito cuyo fin os explicare mas adelante. Para colocarlos y no malbaratarlos use los servicios de don Jacobo Ramírez, cuya tienda de libros usados, atrás de catedral, vos bien conocéis. No puedo sino recomendaros que, si podéis, sigáis cultivando la amistad de don Jacobo (aunque creo que en las carmelitas descalzas leer libros que no sean los evangelios esta prohibido). El hombre es un erudito y puede reconocer cuando cae aquí una joya. Dios lo guarde pues la inquisición sospecha que es un judío converso y no les faltan ganas de inventarle una acusación de herejía y hacerlo chicharrón.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y decía que he juntado un capitalito vendiendo libros que no considero de gran valor o que ya tengo repetidos. Estos dineros doña Leonor se encargara de ponerlos a tu disposición. Veras, hija, tengo a mi servicio a un mozo muy servicial. Se llama Lorenzo Ixtlilxóchitl. Con el legado que os dejo os pido que lo continuéis teniendo a vuestro servicio directamente o bajo vuestros tíos. Lorenzo es muy fiel, sobrio, y discreto. Conoce de albañilería, es inteligente y discreto, me ha servido de correo, y tiene contactos en todo Méjico. Lorenzo tiene también un encargo que daros de mi parte y tal hará a su tiempo. No lo presionéis en este menester, por favor, él sabrá cuando es el momento correcto de hacerlo.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por ultimo, repito e insisto, Dios quiera y que decidáis salir de la casa de locas que es el convento ese de las carmelitas. Y si insistís en tomar las ordenes, creo que lo mejor que podríais hacer seria integraros al convento de las jerónimas. La regla ahí no es tan severa y podríais tener criados, un claustro bien dotado con una cama blanda y no de piedra como en las carmelitas, y se os permitiría recibir visitas y tener tertulias. Se bien que las jerónimas requieren una dote generosa para admitir una novicia. No os preocupéis por tal cosa. Dona Leonor y el virrey estarían dispuestos a proporcionar esta.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hija, no me queda mas que extenderos mi bendición con esta mano de pecador. Recordadme siempre cuando abras uno de los libros que os lego. Y, si podéis, rezad para que el buen Dios no sea tan severo al sopesar mis errores.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Fray Diego Rodríguez<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Mercedario, catedrático de astrología y matemáticas<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Real Universidad Pontificia de Méjico<o:p></o:p></span></i></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-4719607996795946792011-08-21T13:45:00.000-07:002012-01-03T18:07:37.019-08:00X. Walter y Jacobo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6_Z3-DLGJ1uDkrw1OnQfzqre-Og00YfDJph5etoR-KIEfbYcUh1nV_Bh-M7Ok-usa11vTOWEh2itWPlcFXZM9cXzZlco7vXznXQ4ZKbR_qgss44rNPv9HAnPBYlV3dLc3c1N2QKBAJj8/s1600/moro-010.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6_Z3-DLGJ1uDkrw1OnQfzqre-Og00YfDJph5etoR-KIEfbYcUh1nV_Bh-M7Ok-usa11vTOWEh2itWPlcFXZM9cXzZlco7vXznXQ4ZKbR_qgss44rNPv9HAnPBYlV3dLc3c1N2QKBAJj8/s200/moro-010.bmp" width="165" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se discute si la cochinilla sirve para teñir textiles o para oscurecer las canas…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Primavera de 1671<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Extractos de unas cartas de Ehrenfried Walter Von Tschirnhaus, matemático al servicio del rey de Francia, a Jacobo Bernoulli, profesor de matemáticas en la Universidad de Basilea.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“…respecto al Lema, no tengo objeción alguna a vuestro desarrollo. Si prefería si vuestra solución fuera general, no solamente para n > 0…respecto a vuestra pregunta #3, si, ortogonal…#6 – interesante, deja lo analizo…#17, se tiene que probar convergencia previamente, ¿verdad?...finalmente, os incluyo un desarrollo extraordinario que acaba de caer a mis manos…se trata de una prueba de convergencia a una serie bastante oscura pero que creo tiene gran potencial…hay pequeños errores, menores creo, que no detractan de la validez de la prueba…lo extraordinario, sin embargo es el autor, o, mas bien, la autora…no se por que caminos me llego esta prueba a mis manos pero un colega me lo puso en mis manos y me exhorto con mucho fervor a estudiarlo…según se indica la autora es una tal Sor Juana, aparentemente una monja jerónima de la Nueva España…”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Bernoulli a Von Tschirnhaus<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“…a no dudar, creo que podríamos entrarle al toro por inducción…#3 si es ortogonal todo se viene abajo, recapacitad…#6 – si, para enteros solamente…respecto a la prueba que me adjuntasteis…¿bromeáis acaso?...no me refiero a la prueba…la lógica es impecable y, ¡válgame Dios!, en cuanto tenga oportunidad me avocare a aplicar esta serie, que ya esta obviamente validada, como parte de otro desarrollo que deje incompleto hace varios anos, creo que es exactamente la herramienta que necesitaba…no, querido Walter, lo que me asombra es lo que me indicáis que se trata de una monja perdida en la Nueva España…si me dijerais que os lo había mandado una sacerdotisa de Kali desde Delhi mi asombro hubiera sido menos…los dominios del rey de España no se caracterizan por estimular el desarrollo intelectual que digamos…si en verdad es una monja la autora y esta no es una broma (sospecho de Leibniz allá en Hanover) no puedo concebir que una rata de convento se interese en estos menesteres, sobre todo en una tierra donde los naturales andan desnudos y portan plumas…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Von Tschirnhaus a Bernoulli<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“… ¿Cómo os atrevéis a dudar que son ortogonales? ¡Me insultáis caballero!...”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Bernoulli a Von Tschirnhaus<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“…tranquilo, hermano, entre gitanos no se vale decirse la suerte, ¿verdad?...no puedo sino dudar…adjunto mi desarrollo donde demuestro la falacia en que incurrís si asumís que estas funciones son ortogonales…”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Von Tschirnhaus a Bernoulli<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“…os pido perdón, tenéis toda la razón, he visto mi catedral venirse abajo a raíz de la duda que introdujisteis...¡tantos desvelos para ver mi construcción acabar en polvo!...os advierto que el #6 causa una falacia en los nones, adjunto la prueba de lo que afirmo….tuve la oportunidad de preguntarle a Leibniz si es el autor de la broma…me juro sobre la tumba de su madre que no y devoro la prueba que le mande…además, anda todo entusiasmado con establecer su notación…yo pienso que es bastante útil, una herramienta excelente…decidme, Jacobo, si esta Hypatia existe y se encuentra ofreciendo corazones en un templo pagano, ¿Cómo podríamos contactarla y establecer correspondencia?...”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Bernoulli a Von Tschirnhaus<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“… ¿Quisisteis vengaros verdad Walter? En verdad que os ha de haber dolido la caída de vuestra catedral… ¿Cuántas noches estuvisteis buscando una falla en #6? ¿Qué os puedo decir acerca de los nones? Muertos son, sea. Habéis clavadome una estaca en el corazón. Sin embargo, no habéis todavía probado la invalidez de los pares en el desarrollo. A menos que hayan enteros que no sean pares o nones creo que no habéis destruido todo mi desarrollo….bien, estocada por estocada, hermano, y estamos a mano… ¿Leibniz sigue sufriendo de gota? Yo creo que abusa mucho de la cerveza y de las salchichas, como buen alemán. Si, he observado su simbología. Creo que la ha de haber desarrollado en momentos de sobriedad pues si es en verdad útil. Si creéis que no fue el y que esta Hypatia en verdad existe os diré que hay aquí en Basilea sucursales de las grandes casas comerciales de Genova y Marsella. Inquirí en ellas acerca de la correspondencia con la Nueva España. Aparentemente la Inquisición vigila esta con mucho cuidado, tanto por razones religiosas como políticas. Os imagináis que si nuestra Hypatia recibiera correspondencia mía, siendo que vivo entre calvinistas protestantes, probablemente los curas la quemarían a ella de inmediato. Y si vos le mandáis correspondencia en tal caso el virrey le aplicaría el garrote pues bien sabéis que el rey de Francia y el de España siempre se andan haciendo la guerra. Pero hay maneras de establecer contacto, me aseguraron los Fuggers, de manera discreta. Por supuesto, cuesta. Despreocupáis, hermano, contactar a esta Hypatia es algo que amerita que disponga de los dineros de la hermandad. La respuesta la tendremos tal vez de aquí a un año, si es que hay respuesta. Le he mandado una carta, exponiéndole nuestra admiración y comentando su prueba…”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Von Tschirnhaus a Bernoulli<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Siento volver a haceros sangrar, hermano, pero, decidme, es Pi par o non? De ahí entonces que si hay números que no son ni lo uno ni lo otro o que por lo menos no sabemos que son en realidad. ¿Cuál pleito tenéis con la cerveza y la salchicha, hermano? Os olvidáis que también soy teutón. Tenéis razón, sin embargo, en que es mejor que vuecencia lleve a cabo el contacto con la Hypatia de Indias a través de los medios que crea conveniente. La iglesia asesino, según recuerdo, a la Hypatia original allá en Alejandría. No le demos pretexto para tocar a nuestra Hypatia de Indias.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Primavera de 1672<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Nota que le fue entregada a Sor Juana Inés de la Cruz, monja jerónima.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Madre:<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tengo en mi posesión una copia de un libro sobre Santa Teresa de Ávila. Creo imperativo que usted lo compre. Se lo daré al costo. Tan solo pido diez duros por él para cubrir los gastos de transporte.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Atte.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Jacobo Ramírez<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Librería la Nueva Hierosolima<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">(Calle de la Moneda)<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Santa Teresa de Ávila? –se pregunto extrañada Sor Juana--. ¿Para qué diantres quiero un libro sobre esa infeliz loca?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pero conociendo a Jacobo, Sor Juana no dudo en mandarle los diez duros. Pronto regreso al convento su criado Lorenzo cargando un paquete. En la intimidad de su claustro Sor Juana lo abrió. Era una edición en rustica, barata, de las que se imprimían en Roma para que la plebe conociera la vida de los santos y tal vez así no se emborrachara tanto. Por un momento Sor Juana pensó que era una broma. Al abrir el libro comprobó que le habían escarbado un compartimento y dentro de este estaba un manuscrito cuidadosamente doblado. Sor Juana se cercioro que su claustro estuviera cerrado con llave. Abrió cuidadosamente el manuscrito y leyó.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A nuestra hermana, Juana, la que bautizamos como Hypatia, en la Nueva España:<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Vos no me conocéis. Mi nombre es Jacobo Bernoulli. Tengo el honor de ser el gran maestre de los Iluminados…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Invierno de 1672<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">De Bernoulli a Von Tschirnhaus<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Os saludo hermano con nuevas extraordinarias. Me acaba de caer un cargamento de algo que llaman cochinilla desde la Nueva España. Aparentemente es una especie de tintura. No se especifica si su uso es para teñir los textiles o para cambiar el color del cabello. Creo que si tapo mis pocas canas (mi calvicie hace estragos) con esta cochinilla me vería francamente ridículo. Afortunadamente inquirí entre los que conocen de estos menesteres y no lo use en el cabello pues los resultados hubieran sido patéticos. El cargamento incluía la contestación de nuestra Hypatia indiana. Por los detalles que recibí me asombre que no se trata de una anciana arrugada sino de una jovencita de 20 años de edad que no se por qué diablos es ahora monja jerónima y Apolo la ha bendecido con tal intelecto. Creo que esto demuestra, Q.E.D., mi teoría de que los matemáticos no valen un bledo pasados los 25 anos. Tanto tu y yo somos ya viejos caducos, cronológica y matemáticamente. Deberíamos jubilarnos y dedicarnos a algo mas apropiado a nuestras habilidades, que se yo, la astrología o a buscar la piedra filosofal. Es cuestión de encontrar un mecenas de gran bolsa y poco seso que nos mantenga mientras hacemos nuestras “investigaciones”. El caso es que nuestra Hypatia no solo me mando tinte para el cabello sino que también me incluyo varios desarrollos mas, específicamente sobre la espiral mirabilus o Nautilus los cuales me han tenido despierto por varios días embelecado y entusiasmado como no lo había estado desde hace muchos anos. Os adjunto copias. En respuesta le mande los textos de Leibniz donde explica su simbología y algunos de mis errores puestos en papel. Aparentemente Hypatia ha estado batallando, independientemente de nosotros aquí en Europa, con el viejo problema del límite de las velocidades cuando el intervalo de tiempo se aproxima a cero. Ella llama a estos suspiros y nuestro borrachín amigo Leibniz los llama infinitésimos. Finalmente, creo que el secreto de la cerveza es en el agua. Me acaban de traer un barril de cerveza desde Bohemia, donde me aseguran que el agua es tan dulce como la que bebió nuestro padre Adán en el paraíso. Y en efecto, probé el líquido y se trata en verdad de un manjar divino. Creo entender el gusto de ustedes los teutones por esta bebida.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tu hermano,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Jacobo<o:p></o:p></span></i></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-57757379299741721842011-08-20T13:48:00.000-07:002012-01-03T18:07:47.719-08:00XI. El Edicto del Arzobispo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7uRCrgMy1m8jCyI6qcx7nbL2GtbansqrBXrZq4ODTM3shCoAGj8pDCBaxJq6_1DoG8Q4ECHTQb5X05YC-oXS0SNnypT_9vLz4Kj74lvITaNMyvF9GDQlrc80w-MM6sSCFQH6StauX-gU/s1600/moro-011.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;">8<img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7uRCrgMy1m8jCyI6qcx7nbL2GtbansqrBXrZq4ODTM3shCoAGj8pDCBaxJq6_1DoG8Q4ECHTQb5X05YC-oXS0SNnypT_9vLz4Kj74lvITaNMyvF9GDQlrc80w-MM6sSCFQH6StauX-gU/s200/moro-011.bmp" width="158" /></a></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Cd. de Méjico<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">1682<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se explica cómo los movimientos lúbricos de las muxeres desvían a los cristianos del buen camino.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Edicto del Arzobispo de Méjico Francisco Aguiar y Seixas prohibiendo las danzas-teatro de moros y cristianos y otras diversiones durante las fiestas de la Santa Cruz.</span></span><span class="apple-style-span"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Nos el Doctor Don Francisco de Aguiar y Seixas. Por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Apostolica Arzobispo de Mejico del Consejo de Su Magestad &c.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por quanto estamos noticiados que en nuestro arzobispado, se celebran fiestas a la Santa Cruz el dia tres de mayo y algunos dias siguientes de que en los desordenes y abusos que se ynfieren en ellas se siguen muchas ofensas a Dios Nuestro Señor, por tanto lo espiritual y tocante a nuestra jurisdiccion ecclessiastica mandamos lo siguiente.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<a name='more'></a><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Que ni en ningún templo y bajo ningún pretesto se pueda poner sitial, ny represantaciones o bailes paganos vestidos a la usanza de los indígenas paganos, ny almuadas para el gran turco, o el que le representa, ny a los moros de su quadrilla, o capitanía, ni se permita entrar ny entren dentro de dicho templo, ny dentro de otro alguno en el trahe de moros con turbantes ny marlotas ny otros, ningunos con espadas desnudas por la grave indesensia, y irreverencia que de tal profanidad se sigue a los templos, y lugares consagrados a Dios, y a su divino culto.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Segundo mandamos que ny en las plazas ny en otro lugar profano no se haga castillo para poner la Santa Cruz: y en caso que se haga con pretexto de otros regocixos, o fiestas temporales mandamos que no se permita que las muxeres se muevan lúbricamente lo cual agrada al maligno y desvia a la feligresía del camino correcto, mandamos que no se ponga dicha Santa Cruz en dicho castillo ny dentro del, ni junto a él, ny se ponga altar portátil para celebrar missas cantadas ny rezadas ny se ponga en dicho castillo otra ymagen alguna de Nuestra Señora la Virgen Maria Madre de Dios, ni de otro algun santo por la grave irreverensia, e yndechoro que se sigue al santo sacrificio de la missa en lugar tan profano, y que no pocas veses estara contaminado, y que dichas missas se celebren dentro de los templos y lugares sagrados.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tercero y último rogamos y encargamos y aconsejamos a las personas seculares, no hagan tales fiestas profanas de moros y xristianos, toros y comedias; lo uno porque con tales fiestas no se agrada a Dios ni son culto ni veneracion de Xpisto Señor Nuestro, ny de su santisima Cruz, ni de sus santos. Lo otro porque en tiempos tan calamitosos, de tanta epidemia, calamidades y guerras, entre los principes xptianos, mas se deviera usar de rogativas prosesiones de penitencia, y del Santo Rossario y misiones apostolicas para aplacar la justa indignacion de Dios, y este ultimo puncto del paragrapho no lo ponemos con mandato ny excomunion sino puramente como exortacion, y consejo que devemos dar tambien a los seculares como a nuestras obejas, y si lo contrario hizieren porque estamos noticiados se siguen muchos desordenes y pecados, les citamos para el dia de la quarta ante el tribunal de Dios.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y assi mesmo mandamos que lo contenido en los paragraphos antecedentes se guarde cumpla y execute pena de excomunion mayor ipso facto incurrenda y que si tuvieren algo que representar acudan inmediatamente y lo representen ante nuestra persona, y no ante nuestro juez eclesiastico de dicha ciudad y este nuestro edicto se publique en el dicho collegio y tambien en la parrochia de San Francisco y en la yglesia de Nuestra Señora de Guadalupe para que venga a noticia de todos y en las demas partes que convengan. En testimonio de lo qual mandamos despachar el presente firmado de nuestro nombre, sellado con nuestro sello, y refrendado de nuestro infra scripto Secretario de Camara y Govierno.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En la ciudad de Méjico a veinte días del mes de abril de mill seiscientos y ochenta y dos años.</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> Francisco Arzobispo de Méjico [rúbrica].</span><br />
<br />
<br />
<br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por mandado de Su Ilustrísima el Arzobispo mi Señor</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Josef Rubio Secretario [rúbrica].</span><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-28799026873881896712011-08-19T13:51:00.000-07:002012-01-03T18:07:59.290-08:00XII. Os Ofrezco el Mundo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmqolzn7qC4Vvck8VZonhLV6TvX_U24G7nG4cA-FV6aVGGOPqSnB_AeCdfuWwbR372neUK81EWS5HDWo_V8le7DZhAFZWoraHZ4HsoR7htaBiQ4t_VN-USAoye7d1q9joGic61N2Z8wyQ/s1600/moro-012.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="149" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmqolzn7qC4Vvck8VZonhLV6TvX_U24G7nG4cA-FV6aVGGOPqSnB_AeCdfuWwbR372neUK81EWS5HDWo_V8le7DZhAFZWoraHZ4HsoR7htaBiQ4t_VN-USAoye7d1q9joGic61N2Z8wyQ/s200/moro-012.bmp" width="200" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Inclineme a los estudios<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">desde mis primeros años<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">con tan ardientes desvelos,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">con tan ansiosos cuidados,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">que reduje a tiempo breve<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">fatigas de mucho espacio.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Conmute el tiempo industriosa,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">a lo intenso del trabajo,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">de modo que en breve tiempo<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">era el admirable blanco<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">de todas las atenciones,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">de tal modo, que llegaron<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">a venerar como infuso<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">lo que fue adquirido lauro.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Era de mi patria toda<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">el objeto venerado<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">de aquellas adoraciones<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">que forma el común aplauso;<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">y como lo que decía,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">fuese bueno o malo,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">ni el rostro lo deslucía<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">ni lo desairaba el garbo,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">llego la superstición <o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">popular a empeño tanto,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">que ya adoraban deidad<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">el ídolo que formaron.” –Los Empeños de Una Casa de Sor Juana<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ciudad de Méjico, Nueva España, Convento de las Jerónimas, 1682<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Nos encontramos, lector, en el atrio de la geronimas. Observad que el telón ha caido. La obra había concluido. Hay un momento de silencio. Finalmente, la pareja virreinal se para y empieza a aplaudir. El resto de los cortesanos hicen lo mismo. La ovación continúa por varios minutos. Los actores salen a la escena y recibenmás aplausos entusiastas. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sor Juana, mi amo el virrey le pide por favor que suba vuecencia al escenario –la conmino un paje.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sor Juana, que había estado observando la escena sube al escenario y hace una reverencia al público. Los aplausos y loas arrecian cuando los asistentes reconocen a la autora de “Los Empeños de Una Casa”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En la fila detrás de los virreyes un hombre vestido elegantemente de gentilhombre aplaude también. Una vez terminada la ovación, el público se retira del pequeño teatro que las monjas habían habilitado. Pero el gentilhombre se dirige tras bambalinas. Lo acompaña una perra negra y grandísima.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Madre, os pondría el mundo a vuestros pies si tan solo me dais la venia –dice el gentilhombre aproximándose a Sor Juana y haciendo una reverencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La monja lo voltea a ver. El hombre observa que una sonrisa irónica adorna la faz de la monja. Esta era una mujer guapa, el rostro no desluce ni lo desaíra el garbo. El gentilhombre medita por un momento si vale la pena raptarla del convento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Caballero, no he tenido el gusto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Menfis, conde de la legión. Y madre, hablo en serio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Me daréis el mundo? –la monja tiene una risa argentina--. ¿Y qué culpa tiene este que expiar que amerite que yo lo tenga que gobernar?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Muchas culpas debe, madre, vuecencia bien lo sabe. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Me pedís que deshaga entuertos y enderece jorobados?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cierto, pero los indios herbolarios de esta tierra han obviamente derramado hechizos en vuestra pluma. No sufrís de falsas vanidades, madre, sois lo que sois. Sin embargo, dudáis demasiado, lo cual habla bien de vos, pero suplís esto con vuestra diligencia en estudiar y así adquirir el lauro. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Soy humana, señor conde, apetezco la lisonja pero no olvido que soy tan solo una monja. Y no estoy acostumbrada a oír tales liviandades.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os digo, insisto, que el mundo os merece y yo os lo estoy ofreciendo. Sois el Merito encarnado. Merecéis gobernar al mundo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Y sin embargo, bien sabéis que a Pompeyo, en Farsalia, no le sirvió el estudio ni la razón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal se, pues yo ahí estuve y mi espada ayudo a Pompeyo escapar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--De poco le valió a don Pompeyo. En Egipto lo fueron a ajusticiar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Hay hombres que se rehúsan a oír a quienes lo tratan de ayudar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ja! Ja! ¡Bromeáis! Aun si fuera yo el Merito y tuviera por aliada a la Diligencia, pocas son las humanas huellas que llegan a tales cimas. Además, os olvidáis de Doña Fortuna y del Acaso.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esas dos diosas son venales. Se pueden propiciar. Y bien sabéis que con algo de prevención se evita el fracaso.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quién os mando señor conde? ¿Sois acaso amigo de don Carlos? ¿Por qué tantas lisonjas? Don Carlos es muy dado a tales chanzas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Forastero soy, si. Tal vez donde se me hospede no se me conozca pero no se me ignora. Pero no, no son bromas mis alabanzas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La perra se aproximo a Sor Juana. Esta no mostró miedo al animal. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Hermoso su animal, señor conde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es una loba. Pero en realidad es una esclava de Lidia. La compre en un mercado de la Subura, cuando Adriano gobernaba al mundo. La infeliz sufre de una versión curiosa de licantropía. Solo en las noches de luna llena vuelve a ser humana. Es entonces cuando se torna en una doncella tan hermosa como la misma Helena de Troya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El animal empezó a lamer la mano de Sor Juana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bromeáis, ¿verdad? --La monja se volvía a reír--. Este buen animalito está muy peludo para ser la hija de Leda.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esperad a la noche de luna llena y lo comprobareis. –dijo el hombre sin inmutarse.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Vive Dios! ¡Qué historia me contáis! Tal parece que habláis en serio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal hago.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me ofrecéis el mundo y tenéis por mascota a una esclava lidia que sufre de licantropía. ¿Qué queréis que os diga, señor conde?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sor Juana acaricio a la loba.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Que meditéis mi ofrecimiento, madre –dijo el hombre con voz queda.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y que ganaría el mundo con ello, señor conde?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si el Merito y no la Codicia gobernara al mundo, esta limitaría los excesos tanto de la riqueza como los de la pobreza. Los mortales no se distinguirían entre sí más que por sus conocimientos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sois un idealista señor conde. Asumís que el Merito no comete errores. Sabe, señor conde, a mi me encanta cocinar. Vive Dios, muchas veces “la he regado” como dicen las novicias y el guiso que intentaba hacer fracasa.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Un error de vos es mil veces más tolerable que un acierto del más sabio gobernante.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero, ¿cómo sabéis que este no es el mejor mundo posible? Si el buen Dios les dio a los hombres esos gobernantes ha de ser por alguna razón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La monja empezó a rascarle el lomo a la loba. Esta hacia ruidos de contento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me ponéis celoso, madre. Zenobia nunca se ha portado tan mansita, aun conmigo. ¿Veis por qué siento que sois formidable? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero no habéis contestado mi pregunta, señor conde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cierto. La respuesta es, como vos adivino, que soy un idealista y peor, un rebelde que rumia su derrota. No, madre, no creo que este sea el mejor de los mundos. Y esto refleja mi desilusión, con Dios mismo. Los defectos de la obra reflejan los del autor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La monja volteo a ver a su alrededor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por favor, señor conde, por menos han acabado algunos en la pira.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Perdone vuecencia, me he excedido en mis palabras y no quiero que estas os comprometan y menos que os ofendan. Bastante problema pienso tendréis por haber representado esta obra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿A qué os réferis?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Nuestro nuevo arzobispo, don Francisco Aguiar, no es muy tolerante. Odia en especial el teatro, las diversiones, y las obras profanas. No dudo que cree, ja, ja, que el teatro es engendro del mismo demonio. Muchos males se atribuyen a este pero, os aseguro, crear el teatro no es justa acusación.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sor Juana suspiro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En la loa de la obra alabe a don Francisco, aunque sin nombrarlo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Eso no evitara que el hombre sea intolerante. Os diré, sin embargo, que la justicia terrenal me tiene sin cuidado. Y tal podría ser la condición de vos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La monja lo vio fijamente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quién sois?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vos lo sabéis, madre. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En tal caso, no me asustáis –contesto la monja aunque instintivamente su mano toco el medallón de San Jerónimo que portaba en su pecho--. Después de todo, solo sois creación del buen Dios, quiéralo o no. El hacer ofrecimientos utópicos esta en vuestra naturaleza. ¡Vive Dios cuantos rebeldes han creado más sufrimientos tratando de aliviar sufrimientos y enderezar jorobados!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sin embargo, madre, los rebeldes son los que hacen avanzar al mundo. ¿Os olvidáis acaso de Prometeo? ¿Dónde estarían los hombres si no fuera porque este les dio el fuego? ¿Censuráis a vuestra madre Eva? ¿No comió ella gustosa de la fruta de la sabiduría, igual que vos hacéis? Cristo mismo, ¿acaso no limpio al templo de mercaderes? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Torcéis mis palabras! Si es que busco sabiduría es porque reconozco lo mucho que ignoro, señor conde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Pamplinas! Os encanta indagar, discutir, buscar y, sobre todo, dudar. Tenéis una curiosidad insaciable. Vos no solo le habéis dado un mordisco a la manzana, ¡os habéis acabado toda la cosecha solita! Conocí bien a Eva, a Sappho, a Hypatia y a muchas más hijas de Apolo como vos. Pero vos, madre, ¡sois la peor de todas! Y no, no creáis que esto sea otro discurso más de un hombre emasculado por vuestra sabiduría. Admito, si, estar embelesado por esta. Incluso, si, os temo. Vuestra lira supera a la de Orfeo pues hasta los ángeles caídos se rinden a vuestros pies. Es por eso que os ofrezco el mundo, sin condiciones, madre, para que vos hagáis o no de él lo que os plazca. Y mi única venia…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Vade retro! –respondió Sor Juana con voz trémula.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre hizo una reverencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No os importunare mas, hija de Apolo –dijo el hombre retirándose--. No tenéis más que desearlo y me presentare ante vos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Le pareció a Sor Juana que las mismas sombras se habían tragado al hombre y a su loba.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-16368496226546858402011-08-18T13:56:00.000-07:002012-01-03T18:08:10.679-08:00XIII. El Codigo del Aguila<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0Ev085XS8yPDaOJW0spvTquDzEIwHBERhzn3mEodNC0LSFabOTZtJ_AMMl5d3Y3_CWlU6kxZCVBhgT8QQ2ups8t0zSEnMmWUY-1rlEya0KXOy2qOXmcZlL_cU71rpWyRCd1xiSBW9Fds/s1600/moro-013.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0Ev085XS8yPDaOJW0spvTquDzEIwHBERhzn3mEodNC0LSFabOTZtJ_AMMl5d3Y3_CWlU6kxZCVBhgT8QQ2ups8t0zSEnMmWUY-1rlEya0KXOy2qOXmcZlL_cU71rpWyRCd1xiSBW9Fds/s200/moro-013.bmp" width="168" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde conocemos a don Lorenzo…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Monte Tlaloc – 1668<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Imaginaros, lector que sois un zopilote, pajarracos que abundaban mucho en esos tiempos y que surcaban los transparentes aires del valle de Méjico. Alzaros a las alturas entonces conmigo. Tomemos vuelo. Ved el cráter del Popocatepetl, humeando, estaba muy activo entonces, mas que hoy, y don Carlos de Siguenza tomaba cuidadosas observaciones de sus exhalaciones. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sigamos rumbo al norte siguiendo la cordillera que llaman la Sierra Nevada. Crucemos sobre el Ixzacihuatl, la mujer blanca dormida. Este es un monte mas antiguo que el Popocatepetl, tan asi que, por los efectos de la erosión, ya no se disciernen sus cráteres. Continuemos al norte. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Bajo nuestras alas veréis otro estratovolcán, el Tlaloc. Este monte es aun más antiguo que el Iztacihuatl o el Popocatepetl. No hay cráter visible. La erosión le ha restado altura. Ved los múltiples flujos de lava o mal paiseses que salen de su cima. Solo más abajo se ven los bosques que lo cubren. La cima esta pelona, aparentemente, cubierta de rocas gigantescas. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Agudizad vuestra visión. Ahí, entre las rocas y peñascos de la cima, observad, se encuentra una edificación ciclópea. Tiene gruesas paredes y un camino que desemboca en un gran atrio. Es obviamente de gran antigüedad. No parece ser construcción española. Pensareis que solo son ruinas. Pero observad con más cuidado. Una columna de humo sale de una chimenea. Si, ahí hay vida humana, a pesar que el aire es enrarecido por la altura y el frio es intenso. Entremos a uno de los aposentos de la construcción. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hemos entrado en una habitación espartana. Un fogón apenas la caliente. El frio cala. Ante nosotros se encuentra Lorenzo Ixtlilxochitl. Se trata de un indígena, bastante alto, de pocas carnes, nariz aguileña, y musculatura bien definida. Tendrá tal vez 40 años. Porta tan solo un taparrabos. De una alacena produce petos de cuero y se viste con ellos. Luego se calza un casco que sugiere un águila. Se acomoda una rodela en su brazo izquierdo. Luego se dirige a una pared de donde cuelgan varias macanas con piedras de obsidiana empotradas. Escoge, sin embargo, una que es aparentemente bastante ligera, sin piedras, es decir, un arma acorde para usarse en un entrenamiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ya vestido en esta forma guerrera, Lorenzo emerge de su habitación. Sigámoslo. Cruza los amplios corredores de la construcción. A veces se topa con servidumbre o hombres vestidos como monjes y guerreros. Todos, por igual, hombres y mujeres, le hacen una reverencia la cual Lorenzo contesta cortésmente con una leve inclinación. Lorenzo emerge en una amplia terraza. Su respiración se condensa por el frio. Observa la bruma de la lontananza. A lo lejos se divisa el lago y un caserío distante que es Texcoco. Se oye un caracol. Lorenzo alza su vista hacia uno de los torreones de la construcción. Se observan en su cima dos hombres vestidos de monje que toman mediciones de la posición del sol. Lorenzo sonríe y encamina sus pasos hacia unas escaleras muy pendientes que acaban en otra construcción titánica. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lorenzo entra a este edificio. Es obviamente un gimnasio. Diversos hombres se ejercitan con la macana y levantan pesas. Dos hombres, vestidos de igual manera que Lorenzo y portando macanas de entrenamiento, hacen una reverencia al verlo y se aproximan. El mayor porta canas y es bajito y musculoso. El más joven tiene unos 18 años y es un mozo alto y de buen ver. En su rostro porta la misma nariz recia de don Lorenzo. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Don Raúl, Guadalupe –responde Lorenzo en mexicano haciendo una ligera caravana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Alteza –contestaron ambos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Comencemos –ordena Lorenzo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El combate, de uno contra dos, comienza. Lorenzo se mantiene inmutable en el centro con los ojos entrecerrados respirando profundamente. Cada adversario lo embiste soltándole marrazos que Lorenzo detenía con gran agilidad. A veces, la embestida es combinada. Pero aun así Lorenzo lograba detener los golpes y contestarlos. Quien viera el combate quedaría asombrado de la agilidad y destreza que Lorenzo despliega. Y más de asombrar era la concentración con que mantiene su trance.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, en cierto momento en que Lorenzo es embestido por ambos contrincantes se le ve titubear. El adversario más joven, Guadalupe, le asesta un golpe sólido en el hombro. Lorenzo dejo caer su macana y cae de rodillas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Deteneos! –ordena don Raúl, el adversario de más edad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lorenzo cubre sus ojos con sus manos. Se le oye sollozar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Alteza, no fue mi intención… --ofrece Guadalupe.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Fue en buena lid, príncipe, no os preocupéis –apunta don Raúl--. Alteza, ¿estáis bien? ¿Qué os pasa?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Estoy bien. No sufro por el golpe ese, despreocupaos Guadalupe. No –dijo Lorenzo con lágrimas en los ojos--, don Diego, mi padrino, ha muerto. Lo sé. Lo siento. Oí su voz.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Volvamos a surcar los aires, lector, y esperemos, Pronto vemos bajo nuestras alas a Lorenzo Ixtlilxóchitl bajar de la montaña y tomar el camino a la ciudad de Méjico. Los recuerdos le embargan y las lagrimas a veces lo hacen detenerse y rememorar el día en que su padre lo llevo, siendo tan solo un niño, a ver a su padrino, don Diego Rodríguez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Le traigo a su ahijado, compadre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Que gusto de verlo compadre! ¡Qué milagro!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Los achaques, compadre. Creo que ya oí el tecolote. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y eso? ¡No invente!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vine a ver a un medico aquí en la capital pero solo me saco dinero y fue tan inútil como los curanderos de San Juan Teotihuacan. Estoy desahuciado, compadre. Sé que me voy a morir.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No la chingue compadre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Quería pedirle que me cuidara a Lorencito. Es la única sangre que queda del rey coyote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y esa fue la última vez que Lorenzo Ixtlilxóchitl vio a su padre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lorenzo llego a amar a su padrino, el anciano don Diego, como si fuera su padre. Don Diego le metió el latín y el griego y las matemáticas y las letras de Castilla con sangre, no cabe duda. Pero lo más importante fueron las enseñanzas que vinieron después, cuando ya era un jovencito de unos quince anos. Corría el año de 1645…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Tenéis idea de la nobleza de la sangre que corre en tus venas, Lorenzo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pos no padrino. La vez que de chiquito me caí y me rompí la nariz vide que era roja como cualquier otra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Si sabéis que el arzobispo Fray García Guerra, que Dios guarde, hizo que el rey reconociera la nobleza de tu estirpe?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pos con todo respeto, padrino, algo me dijo mi padre de esos menesteres pero, ¿de que nos vale? Estamos tan pobres como el resto de la gente en San Juan Teotihuacan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Ciertamente habéis leído los libros de tu abuelo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si padrino. Pero las glorias esas no borran la pobreza.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os equivocáis, hijo. Posees un gran tesoro. Vamos, apréstate. Vamos a tener que hacer un viaje.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Adonde padrino?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--A Texcoco, hijo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y así fue como Lorenzo Ixtlilxóchitl y su padrino, Diego Rodríguez, fraile de la Merced y profesor de astrología y matemáticas en la Universidad Pontificia de Méjico, comenzaron la travesía a Texcoco. Esto tomaría dos días de camino. Su padrino, anciano ya, iba montado en una mula y Lorenzo la guiaba caminando a su lado. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Imagínate, Lorenzo, como viajaban antes los reyes de Texcoco cuando iban a visitar a sus primos en Méjico Tenochtitlan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Cómo padrino? Que yo sepa, los mexicanos antiguos no tenían mulas. ¿Era acaso a lomo de indio en que viajaba el soberano?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Definitivamente no. El soberano de Texcoco cruzaba el lago abordo de una magnifica piragua, tan majestuosa que aun los faraones, soberanos del Nilo, no la hubieran despreciado. Esta nave era propulsada por una docena de remeros, los mozos mas robustos del reino. Y el soberano viajaba acompañado de sus nobles, concubinas, guardias, poetas, chambelanes y embajadores. La travesía les tomaba tan solo unas horas y así llegaban hasta Méjico Tenochtitlan donde el gran chambelán del palacio y una guardia de honor integrada por caballeros águila los recibía para escoltarlos hasta el palacio del tlatoani.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿El rey tenia poetas?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Lorenzo, en la antigüedad todos los reyes mexicanos se preciaban de ser poetas y tener por lo menos nociones de las ciencias. Y el más grande rey poeta fue sin duda tu tatarabuelo, el rey coyote, Netzahualcoyotl. Y si, Texcoco era una ciudad de poetas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No entiendo, padrino. Mi padre me contó que mi abuelo, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl murió en la mayor pobreza. Y mi mismo viejo apenas tuvo un petate para enterrar. Y míreme a mí, que no tengo ni un cobre partido por la mitad a mi nombre. ¿Cómo fue que eso pasó? Yo pensaba que los Ixtlilxóchitl se habían aliado con los españoles.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto, cuando Cortez y sus aliados tlaxcaltecas se presentaron en el valle de Méjico los texcoquenses se pasaron al lado de los invasores.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero, ¿y los lazos de familia con los mexicas que usted había mencionado? ¿Provengo acaso de una estirpe de traidores?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos por partes, Lorenzo. ¿Habéis oído hablar de Cholula?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No padrino. Sé que esta por Puebla.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cholula, Lorenzo, fue fundada por refugiados que huían de la caída de Teotihuacan, la ciudad donde los hombres se hacían dioses. Cholula era el centro cultural de Anahuac. Y era una ciudad abierta. Y esto era así por sus astrónomos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Ciudad abierta?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si. Cholula no tenía murallas o defensas o ejercito. Pero los reyes la respetaban porque ahí vivían los mejores astrónomos de Anahuac. Y los reyes tenían la obligación de hacer en persona sacrificios y ceremonias en ciertos días sagrados. De ahí que dependían mucho de las observaciones que hacían los astrónomos de Cholula. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tu ancestro, el rey coyote, se educo en Cholula, bajo la dirección de la Hermandad Blanca, la cual era una secta de astrónomos y científicos que aconsejaban a los reyes de Anahuac. La Hermandad no tenía injerencia política. Su misión era dar consejo a todos los reyes, sin importar si tenían rivalidades políticas entre ellos. La hermandad buscaba asegurar el bienestar de Anahuac. Y hacían eso determinando el mejor momento para hacer las siembras, interpretando los portentos de los cielos, y moderando con sus consejos la soberbia de los reyes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Cuando el rey coyote recupero su trono en Texcoco convirtió a Texcoco también en una ciudad de científicos y poetas, igual que Cholula, sin murallas o ejercito. Y entre ambos se desarrollo un continuo intercambio de datos, ideas, y propuestas. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero, padrino, el rey coyote se le recuerda también por sus victorias militares sobre el tirano Maxtla. ¿Cómo es posible que haya desarmado a su ciudad? ¿No era eso peligroso? Después de todo, los reyes de Anahuac eran tan ambiciosos como cualquier otro político.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Todo lo que dices, Lorenzo, es cierto. El rey coyote, sin embargo, se había hastiado de la guerra. El mismo había ofrecido el corazón del tirano, Maxtla, al dios Huitzilopochtli. Y después de vengar la muerte de su padre juro nunca más manchar sus manos con sangre humana. En Texcoco se prohibieron los sacrificios humanos y la deidad reinante, Quetzalcoatl, recibía solamente ofrendas de rosas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y como también es cierto que los reyes de Anahuac podían ser crueles, el rey coyote cimentó una alianza con su primo Tlacaelel. Este último era el primer ministro de los tlatoanis mexicas. Texcoco estaría siempre bajo la protección de las armas mejicanas. A cambio, los mejores guerreros mexica se comprometían a ir a Texcoco para estudiar ahí el toltecayototl. Este era todo el compendio de la sabiduría de los antiguos teotihuacanos y toltecas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Pero padrino, a un guerrero no le sería mejor estudiar cómo manejar la macana que aprender sobre hierbas o que se yo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Hierbas Lorenzo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Mi padre me decía que eso del toltecayototl eran recetas para curarse la sarna o algo ansina.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Válgame Dios! Bueno, el toltecayototl si incluía toda la herbolaria y medicina indígena pero no, Lorenzo, era más que eso. El toltecayototl incluía toda la poesía y técnica poética de los antiguos, los anales de los reyes de Anahuac desde el comienzo de la cuenta larga, las lecciones de ética y filosofía del mismo Quetzalcoatl, las matemáticas, física, y astronomía de los antiguos. Eso y mucho más era el toltecayototl.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero, insisto, padrino, ¿para qué le serviría a un guerrero conocer todo eso? Bien entiendo que nunca la lanza emboto la pluma ni la pluma la lanza. Pero nunca he oído que la pluma haga a la lanza más filosa ni está a la pluma.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Depende del guerrero, Lorenzo. Estos eran los menesteres de una secta muy especial de guerreros, los caballeros águila de Méjico-Tenochtitlan. Ellos eran diestros no solo en las armas sino también en el toltecayototl. Y los caballeros águila seguían su propio código. Dime, Lorenzo, ¿habéis visto alguna vez el escudo de armas de los antiguos reyes mexicas?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Lo vide una vez en una casa vieja en el centro que reputaban del príncipe Axayacatl. Era un águila montada sobre un nopal.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--El príncipe Axayacatl fue el gran maestro de la orden de los caballeros águila. Tenéis que entender que el escudo de armas representa también al código del águila, las reglas bajo las cuales se regían los caballeros del mismo nombre, los mismos que iban a Texcoco a educarse en el toltecayototl. Veras, Lorenzo, las reglas del código del águila eran tres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Primero, los que se sujetaban a sus reglas debían servir a su patria por sobre todas las cosas. El morir sirviéndola era el mayor honor que podían obtener. Y bien que dieron muestra de su fidelidad a sus juramentos en la defensa final de Tenochtitlan donde no se pedía ni se daba cuartel. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Segundo, un caballero águila nunca debería deshonrarse. Es decir, jamás podían mentir, emborracharse, robar, no asearse, maltratar a los débiles, sentirse más que sus compatriotas, o traicionar a su patria. Su trato era amable y cortes con todo mundo, ya sea este el más humilde macehual o un príncipe de la casa reinante. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tercero, y aquí entra lo del toltecayototl, un caballero águila estaba obligado a conocer y venerar la herencia de sus ancestros. Y siguiendo las lecciones de ética y filosofía que el mismo Quetzalcoatl les había legado debería prepararse a bien morir, sin deshonrarse. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Así pues, Lorenzo, el estudiar el toltecayototl hacia que estos guerreros pudieran apreciar mas las bellezas que los rodeaban y a no temerle a la muerte o Mictlacihuatl. Más de un caballero águila, en los últimos días de Tenochtitlan, iba al combate recitando su poema de muerte, dispuesto a hacerse matar defendiendo a su patria. Así pues, Lorenzo, las armas de los antiguos reyes mexicas no solo hacen alusión a la fundación de su ciudad sino también a los ideales del código del águila. Los hombres que se sujetaban a su disciplina se sobreponían al vulgo, es decir, la nopalera, y podían surcar los cielos como el águila. Sin embargo, con humildad nunca olvidaban de donde venían, de la nopalera, de ahí que no tuvieran problema en posarse entre esta.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Padrino, con todo respeto, pero no puedo creer que hayan existido hombres así.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bueno, ese era el ideal. No todos podían siempre cumplir con él. Por eso es que el número de caballeros águila era pequeño. No cualquiera hacia los sacrificios requeridos ni se sujetaba a la disciplina férrea a la que se sometían. El código de la orden fue escrito por el mismo rey coyote y por su primo Tlacaelel La orden estaba abierta tanto a nobles como macehuales. Pero solo se entraba por invitación. Los muchachos que se distinguían por su valor, inteligencia, cortesía, y disciplina eran invitados a comenzar el entrenamiento de un caballero águila. Y pocos lo acababan con éxito. Y si dudáis de que tales hombres existan, dime, Lorenzo, ¿habéis oído de Felipe de Jesús?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿No fue un cura que el virrey mando a un lugar más allá de las Filipinas?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto, el virrey mando una comitiva de clérigos a evangelizar una tierra lejana que llaman Cipango, más allá de las Filipinas. Las cartas que mando Felipe de Jesús describen a una secta de guerreros de ese lugar que se llaman samurai y que tienen muchas coincidencias con los caballeros águila de Méjico Tenochtitlan. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pero, Lorenzo, volviendo a tu pregunta sobre si desciendes de una estirpe de traidores debo reseñar lo que paso en Anahuac cuando llego Cortez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por principio, los de Castilla se ensañaron en destruir Cholula. Prácticamente la arrasaron. Y sobre cada teocali, escuela, observatorio, y academia que había ahí construyeron una iglesia. ¿Por qué esa saña Lorenzo? ¿No te parece sospechosa?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues sí, padrino. Dicen que en Cholula hay una iglesia en cada esquina.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Imaginaos entonces como era Cholula antes de ser destruida, Lorenzo. ¡En cada esquina había una academia o centro de investigación! ¡Toda la ciudad era una universidad! Y es que Cortez entendía bien que si destruía la esencia de la cultura de Anahuac mas fácil le seria conquistarla. Un pueblo que desconoce sus raíces es presa fácil de cualquier oportunista. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pero aunque Cholula cayo si hubieron sobrevivientes entre sus sabios y estos se fueron a refugiar en Méjico-Tenochtitlan y especialmente en Texcoco donde los reyes de ahí, tus ancestros, los recibieron y protegieron.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y cuando Cortez se presento en el valle ya con sus aliados tlaxcaltecas el tlatoani mexica le aconsejo al rey de Texcoco que no opusiera resistencia, que hiciera todo por evitar la destrucción de su ciudad, aliándose si fuera necesario, con los invasores. Méjico-Tenochtitlan estaba ya sitiada y no podía ofrecerles socorro. Y Texcoco no tenia murallas o defensas. El rey coyote las había quitado confiado en el poder mexica. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">No, Lorenzo, la misión encomendada a los texcocanos era proteger el toltecayototl y a los sabios que entendían sobre esos menesteres. Lorenzo, estad tranquilo, vuestra estirpe no es de traidores. Es más, en vuestras venas corre también la sangre de los soberanos de Méjico-Tenochtitlan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Cómo sabe usted todo esto, padrino?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es que, Lorenzo, yo soy el actual gran maestre de la Hermandad Blanca, los protectores del Toltecayototl.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Válgame Dios, padrino! Si los españoles se enteran…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, lo se bien, Lorenzo. La inquisición me haría chicharrón. Pero no os preocupéis. A vos no os tocarían y por lo que toca a mí, pues a mis años no le temo ya a la Mictlacihuatl.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero, padrino, ¿a qué vamos a Texcoco? ¡Ese mundo ya no existe!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Te equivocas, Lorenzo. Todavía queda algo de ese mundo. No se ha muerto del todo. Mañana, Dios mediante, llegaremos a Texcoco. Y ahí empezareis vuestro entrenamiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Entrenamiento?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, Lorenzo, vos sois el ultimo heredero del rey coyote y el primero en línea al trono de Texcoco y de Méjico-Tenochtitlan. Vamos, hasta el rey de España admitiría esto pues Castilla reconoció la nobleza de vuestro linaje. Pero vuestra sangre tiene obligaciones que debéis de asumir. He arreglado que se os enseñe todo lo que todavía nos queda del toltecayototl, que es todavía mucho, gracias a Dios. Y si Dios así lo quiere y vuestro cuerpo aguanta, también os convertiréis en un caballero águila.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-60694901852542043792011-08-17T14:00:00.000-07:002012-01-03T18:08:22.435-08:00XIV. El Zurdo Perez<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjekcFLZL8I2AhFLC9anKP77sAL0VOJnZdj9BhBEKWvOOp1n1iegh3yiwSF0kUro0O81y6wNm_SPGhb0dCqp1MvtWCjTCfeK4pmVZTYjq1oUWXyU2_SslFUQTB-7D8mUsgijIBzTp5pRj8/s1600/moro-014.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjekcFLZL8I2AhFLC9anKP77sAL0VOJnZdj9BhBEKWvOOp1n1iegh3yiwSF0kUro0O81y6wNm_SPGhb0dCqp1MvtWCjTCfeK4pmVZTYjq1oUWXyU2_SslFUQTB-7D8mUsgijIBzTp5pRj8/s200/moro-014.bmp" width="138" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Del libro de Pedro de Santa Cruz, donde se relata como un matasietes resulta ser hombre de honor.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La judería de Sevilla, antiguo barrio de los hebreos, es muy semejante a los barrios de las ciudades de medio oriente. Las casas que ahí se asientan cuentan con bardas altas y portones firmes. Una que otra tiendecilla se encuentra en su laberinto. Sus callejones a veces se encuentran solitarios aun en mitad del día. Al día siguiente partí de la Taberna del Oso e iba yo caminando por uno de estos callejones cuando vide frente a mi surgir un hombre esbozado.<br />
</span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
No había necesidad de palabras. Ambos sabíamos lo que vendría. Sin pensarlo más saque mi espada. El hizo lo mismo, con un movimiento parco y elegante que me indicó que se trataba de un profesional del arma blanca. Peor, note que portaba su espada con la zurda, cosa que lo haría un oponente aun más letal.<br />
<br />
--Caballero, ¿sois don Pedro de Santa Cruz? --me preguntó.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--Lo soy. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Era inútil negarlo. Aun si no lo fuera el hombre me iba a matar de todas maneras. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quien os manda, doña Catalina?<br />
<br />
--En efecto –dijo con voz lacónica.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hombre caminaba con la ligereza y fluidez gato. Me sabía hombre muerto. La punta de su espada ligeramente tocó la de la mía. Tenía una sonrisa glacial.<br />
<br />
--Heridme --dijo el hombre.<br />
<br />
--¿Que decís?<br />
<br />
--Os pido que me hieras --dijo poniendo su espada en el suelo--. Se me ha pagado bien. Pero sabed que debo ciertos favores a vuestro padre, el finado don Tomas Santa Cruz. A pesar de las hambres me han llevado a convertirme tan solo en un asesino a sueldo me considero todavía un hombre de honor. Si os perdono la vida creo que la deuda quedara más que saldada.<br />
<br />
--¿Y no teméis que os mate ahora que estáis desarmado?<br style="mso-special-character: line-break;" /> <br style="mso-special-character: line-break;" /> <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Por un momento note desconcierto en el hombre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--Si en verdad sois el hijo de vuestro padre no haréis tal. Venid, sugiero una herida leve en mi brazo izquierdo, suficiente para que no se empañe mi reputación. Habrías notado que soy zurdo.<br />
<br />
--¿Como os llamáis?<br />
<br />
--Me dicen el zurdo Pérez.<br />
<br />
--¡Sea! --dije dándole una estocada en el brazo que ofrecía. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tal vez porque realmente no era yo muy diestro con el acero o porque estaba nervioso pero el caso es que me temo que herí severamente al hombre.<br />
<br />
--¡Diablos! ¡Imbecil! --juro el hombre cayendo a la tierra sosteniéndose el brazo--. ¡Grandísimo hideputa! ¡No tenias que herirme tan profundamente! ¡Con este brazo le doy de comer a mis hijos! ¡Idos ya desgraciado o os atravieso con mi otra mano! ¡La próxima vez que os vea juro que os atravesare!<br />
<br />
Sin preguntar más me alejé corriendo. Mi primer instinto era ir a los muelles. Tomaría la primera nave disponible, a donde fuere. Entre más lejos de Sevilla huyera, mejor.<br />
<br />
Al rodear una esquina entré en la explanada que daba a los muelles. Había un carruaje estacionado frente a un buque. Tres hombres esbozados hablaban con el hombre que reconocí como uno de los capitanes, el que llamaban el Lusitano. Me detuve súbitamente pues creí reconocer la planta de los esbozados. No tenia ya la menor duda. Eran mis medios hermanos. Y seguramente dentro del carruaje se encontraba doña Catalina. El Lusitano sopesaba una bolsa en su mano y departía sonriente con los esbozados. Seguro que ya habían esparcido plata entre todos los capitanes surtos en el puerto. Por mar no iba yo a salir de Sevilla. Uno de los esbozados volteo en dirección a donde yo estaba y vide que sus ojos se abrieron asombrados.<br />
<br />
--¡Es él! --gritó el embozado que me reconoció.<br />
<br />
--¡Maldición! --dijo otro. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hizo una señal y unos hombres se aproximaron corriendo desde el otro lado de la explanada. Traían el uniforme de la guardia de la ciudad. <o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-14785003787020272252011-08-16T14:51:00.000-07:002012-01-03T18:08:35.778-08:00XV. El Obispo de Puebla<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi85eqp7Gu92Qzki483QlCsVkFz8ZLd5dz0Hde7VzlBsZr3TXtxKitXQ3Gg6sO0bDBLChGwcWEF9O2HsC2dVp1B29Oq0-4EHxQV3kgKicnENvP-71rJsPdTKewEquOwOjTmVYAll90P9RM/s1600/moro-015.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi85eqp7Gu92Qzki483QlCsVkFz8ZLd5dz0Hde7VzlBsZr3TXtxKitXQ3Gg6sO0bDBLChGwcWEF9O2HsC2dVp1B29Oq0-4EHxQV3kgKicnENvP-71rJsPdTKewEquOwOjTmVYAll90P9RM/s200/moro-015.bmp" width="100" /></a></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Puebla 1682<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde conocemos al obispo de Puebla que dio pie a la bronca de Sor Juana con Sor Filotea<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Entremos a la magnífica biblioteca que perteneció al obispo Palafox. Las paredes están cubiertas con magníficos estantes de finas maderas. Albergan toda clase de obras valiosas en griego, latin, hebreo, árabe, castellano y hasta en las lenguas herejes como el alemán. Las puertas que dan a las pequeñas terrazas de la biblioteca están abiertas. Por ahí entra el sol y un tenue viento. Se oyen los tzentzontles cantando en los arboles que rodean a este palacio. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En medio de la biblioteca, en una magnifica mesa de caoba se encuentran sentados dos personajes. El primero es un príncipe de la iglesia, el obispo Manuel Fernández. de Santa Cruz Se trata de un hombre alto, de buena planta, de mediana edad. Ante el se abre un libro, la Metamorfosis de Ovidio, de gran antigüedad, escrito en árabe, que una vez había pertenecido a una de las siete bibliotecas de Córdoba en el viejo Al Andaluz. En pequeñas letras el obispo ha escrito anotaciones y observaciones en cada página.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El segundo es un gentilhombre elegantemente vestido a la usanza de los tiempos. A sus pies se acurruca una perra negra grandísima. Se trata de nuestro conocido, el conde de la legión.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Un criado entra y deposita dos tazas de chocolate frente a los hombres y se retira con una reverencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Le prestare esta versión del Ovidio en cuanto la acabe, señor conde, --dice el arzobispo--. Es una delicia. Me imagino que vuecencia entiende el árabe.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto su señoría. Conocí esa lengua en mi estancia en el medio oriente. Le estaré muy agradecido si me concede tal honor y le prometo cuidar del incunable.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y qué le parece nuestro nuevo arzobispo señor conde?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Don Francisco?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--El mismo. Vamos, hombre, usted y yo nos conocemos de muchos años atrás. ¿No cree que entró muy gallito?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Demuestra gran celo en su primer decreto. Dicen las malas lenguas que el puesto de arzobispo se lo merecía usted.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ja ja! Cierto, yo rehusé tal responsabilidad. Aquí en Puebla me la paso muy contento con mis libros. Por amor a mis ovejas decline el cargo. Además, tengo las manos llenas construyendo la capilla del rosario. ¿La ha visto vuecencia?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, lo que vide es magnífico. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Imagínese cuando esté acabada! Encontré unos excelentes artesanos indígenas en mis viajes por la sierra de Puebla y me los traje para trabajar en ella.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos, don Manuel, sáqueme de dudas y no evada lo que afirme. ¿Qué del arzobispado?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sois sagaz, conde, --se rio el obispo--. Si los jesuitas quieren el arzobispado pues sea. Ya vide vuecencia que a veces se arrepiente uno cuando la suerte le concede uno lo que quiere.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Su señoría fue el padrino de don Francisco durante su consagración como obispo de Michoacan. También tenéis más antigüedad que don Francisco.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal es cierto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Conozco muy bien a su señoría. Creo que actuó con mucha prudencia. La cosecha se reputa no será buena. Hay rumores de ataques piratas en el golfo. Y los naturales andan levantiscos. Don Francisco solo tiene tres, tal vez cuatro, años que llego a la Nueva España. No conoce las lenguas mejicanas. Usted tiene ya décadas aquí. Y habla varias lenguas mejicanas con holgura. Es usted lo que aquí los mejicanos llaman un gallo muy jugado.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El obispo se rio. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto, señor conde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Perdóneme la osadía, su señoría, pero creo que le está dando cuerda a don Francisco para que solito se ahorque.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El obispo no dijo nada por varios momentos. Era evidente que estaba sopesando sus palabras.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bueno, --contesto el obispo tomando un sorbo de su chocolate-- admito que si la cosecha no es buena esto se va a poner color de hormiga como dicen los mejicanos. Y he oído también de que los herejes podrían atacar Veracruz. Pero, ¿qué es eso de que los naturales andan levantiscos?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cosas que uno oye, su señoría.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos, hombre, entre gitanos…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Anda el rumor del regreso de un rey mejicano. Le dicen el rey coyote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah, ¿e incitara una revuelta contra España?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es posible. Hasta ahora es solo un rumor. Le paso al costo lo que se. Lo ven como una especie de mesías indígena que volverá a restablecer el mando de los naturales en esta tierra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Válgame Dios! ¿Está al tanto de esto don Francisco?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Afortunadamente sí.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y lo toma en serio? ¿Entiende la gravedad de esta amenaza? --había algo de frustración en su voz que indicaba su falta de confianza en el arzobispo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Yo creo que si. Ha tenido ya varias juntas con el virrey sobre estos menesteres. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y la inquisición?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ahí está el problema. Como su señoría sabe, se acaba de morir don Pedro Soarez, el inquisidor. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Me temo que don Pedro era muy anciano y aparentemente una santa paloma. No hizo ningún auto de fe. Vuecencia sabe bien que de vez en cuando hay que hacer una chicharroniza para que los naturales teman a la autoridad de España.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tengo entendido que todavía no ha llegado el sucesor de don Pedro desde España. Me temo que ahorita el santo tribunal de la inquisición se encuentra a cargo del segundo de don Pedro, un joven dominico que tiene poco que llego de España, un tal Fray Antonio de Montoya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Montoya? Si, lo conocí cuando paso por Puebla. Es muy joven. No conoce a la Nueva España. Sin embargo, me impresiono su erudición.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La inquisición no necesita un Marco Aurelio, su señoría, para estos casos se necesita un Tiberio. Si la cosecha falla puede que soplen vientos de fronda.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-87509479302728868062011-08-15T14:56:00.000-07:002012-01-03T18:08:48.895-08:00XVI. La Procesión de Sevilla<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQXggABJslM_IGLkylGh_sPyKh_7nc16XHKGyeIy6FeaObvNGGAtjnaon0LZfbl-h7gOH3pztTGzlCdrJeS7woQo6QyRadX7VQQtmD_5LJDsYXgWrCuT1vpK_nbCwO42foEZaihZZPTC8/s1600/moro-016.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="177" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQXggABJslM_IGLkylGh_sPyKh_7nc16XHKGyeIy6FeaObvNGGAtjnaon0LZfbl-h7gOH3pztTGzlCdrJeS7woQo6QyRadX7VQQtmD_5LJDsYXgWrCuT1vpK_nbCwO42foEZaihZZPTC8/s200/moro-016.bmp" width="200" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Del libro de Pedro de Santa Cruz, donde se relata como un bicho en Maracaibo casi se come a un gitano.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Di media vuelta y me fui corriendo en dirección otra vez a la judería. Al doblar una esquina di de lleno con el zurdo Pérez que soltó una maldición y cayo a mis pies adolorido y sangrando.<br />
</span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--¡Perdón! --grité<br />
<br />
--¡Hideputa! --gimió el zurdo sacando su espada y lanzando una estocada con su mano buena. De un salto logre evadir esta y reanude mi loca huida. Atrás de mí oía los gritos de la guardia. En su correr estos se habían atropellado al zurdo otra vez y el infeliz gemía de dolor.<br />
<br />
Volví a torcer otra esquina y me encontré en una plazuela. Una procesión de penitentes encapuchados iba marchando por la calle en medio de una muchedumbre. Casi no se podía ver por la cantidad de incienso que se quemaba.<br />
<br />
Me metí violentamente entre los penitentes, causando accidentalmente que uno de ellos, que era de los que sostenían una pesada estatua de un cristo sangriento, trastabillara y cayera. Los otros penitentes no pudieron sostener la estatua que había quedado desbalanceada y esta cayó por los suelos. Fue tal la confusión que resultó que logre confundirme entre la muchedumbre. Los gritos e insultos que se oían en la plazuela azulaban más el aire que el mismo incienso.<br />
<br />
--¡Entrad aquí! --dijo una voz que salía de un callejón. Vide a un hombre con cara de bandido que de inmediato reconocí. Sostenía una puerta abierta y me hacia señales que me apresurara.<br />
<br />
--¡Lucas Macanas! --exclamé reconociendo a un gitano que se había embarcado conmigo a las Indias. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Estando surtos en Maracaibo se le ocurrió darse un chapuzón y se puso a nadar de perrito alrededor del buque. Toco que yo estaba haciendo unas reparaciones en el velamen y desde lo alto del palo mayor noté la sombra de un bicho que se aproximaba bajo el agua adonde el gitano nadaba despreocupado. Le advertí con un grito y Macanas logro subirse al buque justo cuando una aleta inmensa rompió la superficie del mar detrás de él.<br />
<br />
--¡Ja! ¡Parece que los alguaciles andan tras de usted don Pedro! --dijo Macanas cerrando la puerta tras de si. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El cuarto era una especie de bodega con un catre.<br />
<br />
--Ayudadme Lucas, por favor, tengo que salir de Sevilla.<br />
<br />
--No os preocupéis, os debo la vida --dijo Macanas--. Esperad aquí hasta que anochezca. Debo hacer unas diligencias pero regresare. Mientras estais en vuestra casa. Hay aquí vino y quesos. Tomad lo que queráis.<br />
<br />
Esperé el resto del día oyendo con sobresalto cuando oía pasos en el callejón. Ya siendo de noche la puerta se abrió. Desenvaine mi espada. ¿Que tanto se podía confiar en un gitano? Pero no, el que entró no era un alguacil. Era Macanas. Sin decir más, me hizo señas que lo siguiera. Me llevó hasta una carreta cubierta de las que usan los gitanos en sus andanzas y me hizo señas de que me subiera en esta. Había dentro tres gitanas, jóvenes, de buenas carnes, que me sonrieron y me indicaron un espacio oculto donde metí mis alforjas y me guarecí.<br />
<br />
--Micaela, Carmen, y Faustita son mis primas --explico Lucas mientras tapaba el recoveco--. Ellas os sacaran de Sevilla.<br />
<br />
--¡Me voy a asfixiar aquí! --proteste.<br />
<br />
--Hay unos agujeros por donde podréis respirar --dijo Lucas y fue lo último que vide pues quede en una obscuridad absoluta. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En efecto, había unos pequeñísimos agujeros por donde me entraba algo de aire, no mucho, debo añadir. La carreta se echó a andar. Tal vez por la falta de oxigeno o por los sobresaltos de ese día pero el caso es que me quede dormido.<br />
<br />
Desperté en la obscuridad. No se sentía ya el movimiento de la carreta. De pronto entro una bocanada de aire fresco que me mareo y me dio un dolor de cabeza. La tapa de mi ataúd se abrió. A la luz de unas bujías pude ver a las tres gitanas que me sonreían.<br />
<br />
--Ah bien, no habéis muerto --observo Carmen, la mayor.<br />
<br />
--¿Por qué nos detuvimos? --pregunté.<br />
<br />
--Estamos a un par de horas de Sevilla. Hicimos nuestro campamento --explicó Fraustita.<br />
<br />
--Y queremos nuestro pago --acabó Micaela.<br />
<br />
--Con gusto os daré algo de plata --accedí.<br />
<br />
--No, ese no el pago que queremos --explicó Carmen.<br />
<br />
--Si nuestro padre se entera que tenemos un hombre aquí… --continúo Fraustita.<br />
<br />
--¡Os hará capar! --sentencio Micaela. Sus ojos brillaban--. ¡Ya lo ha hecho con otros amantes que hemos tenido!<br />
<br />
Debo añadir que mientras iban explicando todo esto se iban despojando de sus ropas. No eran ciertamente delgadas, mas bien se diría que eran bastante rollizas pero no despreciables aunque algo bigotonas. En suma, no había que explicar más. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Afortunadamente tenia yo tan solo 23 años y a esa edad se puede pagar las deudas con todas las de la ley.<br />
<br />
Quede obviamente bastante exhausto, razón por la cual protesté cuando me despertaron en la madrugada. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Otra vez? ¡Sois insaciables!<br />
<br />
--Despertaos --dijo Carmen.<br />
<br />
--Vestíos --ordeno Fraustita.<br />
<br />
--Idos antes de que amanezca y nuestro padre os encuentre aquí --recomendó Micaela--. Tiene un cuchillo nuevo y lo va a querer estrenar.<br />
<br />
--Allá está el camino que va a occidente --explicó Carmen--. Nosotros vamos al norte, hacia Madrid. Lucas me pidió que os recomendara ir a Cádiz. Ahí podréis encontrar un buque que os lleve a vuestro destino.<br />
<br />
--¡Sea! Adiós diosas, ¡no os olvidare jamás! –dije besando a las tres.<br />
<br />
Me encaminé entre las brumas de la mañana. Al mediodía paré en lo alto de una colina. Tuve la fortuna de divisar desde esta a un grupo de hombres a caballo que venían desde Sevilla. Me escondí y los vide pasar. Creí reconocer entre estos a uno de mis medios hermanos. Decidí doblar hacia el norte. No intentaría salir por Cádiz. Si era necesario caminaría hasta Francia.<br style="mso-special-character: line-break;" /> <br style="mso-special-character: line-break;" /> <o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-87392138250469229132011-08-14T15:03:00.000-07:002012-01-03T18:09:04.151-08:00XVII. Las Dudas de Lorenzo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2hyWnqvwpmAof8enu4ybgf6F3TKdWa-DRPxgi7hDW4Ak6yegcQi8uY8ufkq779A7DqZDk38ZU8Zb5nbT6alaqUscdjHTGpghLaLVQ1iYtdzF_aX6W-VMg2H5zOe-9wUZqqVIlODy31SY/s1600/moro-017.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="131" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2hyWnqvwpmAof8enu4ybgf6F3TKdWa-DRPxgi7hDW4Ak6yegcQi8uY8ufkq779A7DqZDk38ZU8Zb5nbT6alaqUscdjHTGpghLaLVQ1iYtdzF_aX6W-VMg2H5zOe-9wUZqqVIlODy31SY/s200/moro-017.bmp" width="200" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde Lorenzo sopesa si no sería mejor ser jicarero en una pulquería que caballero águila.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Camino a Texcoco – 1652<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al anochecer del primer día de camino a Texcoco don Diego y su ahijado buscaron posada en una parroquia. Al día siguiente, después de un desayuno opíparo que les dio el párroco, ambos se pusieron otra vez en camino.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Padrino, con todo respeto. No estoy seguro si podré terminar el entrenamiento al que usted me lleva.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Es que acaso no quieres asumir tus responsabilidades?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Padrino, con su venia, no estoy seguro si podré terminar o si, como usted dice, si quiero hacerlo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Interesante. Yo en vuestro lugar también tendría mis dudas. Digo, ¿acaso no seria tal vez mejor si el último descendiente de los Ixtlilxóchitl se mete a jicarero en una pulquería o a zapatero o de cura de pueblo como el fulano que tan generosamente nos dio posada? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Digo, ¿visteis lo gordo que estaba el señor cura? Y en su jardín había bastantes gallinas igual de gordas, como para tener siempre una buena ración de huevos frescos y una gallina en mole los domingos. ¿Y visteis la marrana con los lechoncitos que tenia? Pronto habrá tamaliza. Repito, Lorenzo, no os culparía si buscáis vivir tranquilo cuanto tiempo os quede sobre la tierra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Padrino perdóneme. Es que dudo que esté a la altura.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Pamplinas Lorenzo! Es de sabios dudar. El problema es que los estúpidos no dudan. Ellos lo saben todo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es que mi padre nunca me dijo nada sobre estos menesteres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Mi compadre, tu padre, que Dios tenga en su santa gloria, murió muy triste, Lorenzo, por la manera en que la corona trato a su padre don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y a su familia. No lo culpo por haberse desilusionado y nunca haberte hablado de estas cosas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y de que servirá todo esto? Nunca volveré a tener mi trono.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah Lorenzo, dime, ¿creéis en las profecías?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pos…no se…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Te he contado sobre los ancianos de la casa negra, miembros de la hermandad blanca, ellos eran los consejeros del tlatoani mejicano. Cuando los de Castilla sitiaban a la ciudad hicieron la siguiente profecía:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">"Ha llegado la hora de que nuestra cultura se oculte ante los embates del invasor. Toca a nosotros hacer que Anahuac vuelva a brillar en todo su esplendor. La sabiduría de los viejos abuelos se encuentra en los corazones de los mexicanos. Con ella como cimiento, piedra a piedra, reconstruirán Anahuac en el albor del sexto sol."<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El sexto sol, Lorenzo, de acuerdo a la cuenta larga de los abuelos solo vendrá a principios del siglo XXI, de aquí a 400 años. Ni tú ni yo lo veremos. Pero si Anahuac va a renacer entonces necesitara la sabiduría de los viejos abuelos. Y eso, Lorenzo, ese el toltecayototl. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Entonces los de Castilla seguirán gobernando de aquí a 400 años padrino?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ojala que no. Lo que si os puedo asegurar es que Anahuac no renacerá si el toltecayototl no existe. Y vos, que sois el heredero del trono de Anahuac, sois el designado para ser su defensor. Esto es, por supuesto, si decidís asumir esta responsabilidad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Padrino! ¡No se lo que debo de hacer!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos, decidámonos de una vez, Lorenzo, estamos tan solo a medio camino. Podemos todavía regresar a la ciudad de Méjico y vos podéis entrar al seminario o de aprendiz de zapatero o que se yo. Sabed que de todas maneras te bendeciré, hijo mío. Y le pediré al santísimo que algún día me perdones por poneros en esta encrucijada pero no tengo ya opción. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Os confieso que he buscado otros herederos. Los Valeriano no valen lo que tu vales ni su sangre tiene la nobleza que hay en la tuya. Pero si no aceptáis no tendré remedio más que hacerle saber a uno de ellos sobre la existencia del toltecayototl, a riesgo que me delaten a la inquisición, claro está.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Mi padre me contó sobre los Valeriano. Se visten a la española, poseen encomienda, y desprecian a los indígenas aunque ellos son mejicanos también. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Su única nobleza proviene de haberse emparentado con los Tezozomoc de la casa real mexica.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Válgame Dios, padrino, no busque a esos cuilones. Lo van a vender.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Entonces, ¿aceptáis someterte a la disciplina del código del águila? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Que sea lo que Dios quiera. Si, acepto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Juráis defender el toltecayototl con la última gota de tu sangre aun si nunca veras el renacer de Anahuac?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si padrino, lo juro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ven a mis brazos, Lorenzo. Es la última vez que os llamare así, hijo. De ahora en adelante seréis conocido como don Lorenzo o su alteza, el rey coyote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ave María padrino! ¿Por qué rey coyote? ¿Por mi ancestro?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No, alteza, sino porque necesitareis la astucia y prudencia y audacia del coyote para sobrevivir.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-44935126850978139712011-08-13T15:14:00.000-07:002012-01-03T18:10:05.082-08:00XVIII. La Venta<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlz7Vz1ApHlQy9i-xwASirfPGNR_FQwtYST8koImtTeajKKNMXmLlwzl6in-sAm4h4eDX40gFkm-G6hr379yFNBVsXNpTXz-JMvOQC2Lw80FlpENUhGtxu8eQwqOWhOgj2tcCiF2wTyvM/s1600/moro-018.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlz7Vz1ApHlQy9i-xwASirfPGNR_FQwtYST8koImtTeajKKNMXmLlwzl6in-sAm4h4eDX40gFkm-G6hr379yFNBVsXNpTXz-JMvOQC2Lw80FlpENUhGtxu8eQwqOWhOgj2tcCiF2wTyvM/s200/moro-018.bmp" width="200" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Del libro de Pedro Santa Cruz, donde se describe un San Quintín sangriento en una venta, escena violenta, con mucho desenvainar de espadas y votos a Belcebú, que es de rigor en este tipo de historias.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tres días después entre en una venta y decidí pernoctar en esta. La venta era bastante amplia. Había un cuarto común y una cantina. Tomé una mesa en el primero y le pedí de cenar al posadero. En la mesa de junto había tres hombres con facha de matarifes. Uno de estos era un gigante pelirrojo, unicejal, de barba cerrada como un godo. Era evidente que ya habían tomado en demasía pues sus voces eran demasiado altas. No pude evitar oír lo que decían.<br />
</span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--¿Os imagináis que alguien hiriese al zurdo? --pregunto uno que tenia los ojos muy juntos, cual una rata--. ¡Imposible!<br />
<br />
--¿Estais seguro de lo que decís? --preguntó el gigante cuya nariz estaba enrojecida por el vino--. ¡El zurdo es el mejor de todos nosotros! Yo solo he oído versiones fantásticas de como fue herido.<br />
<br />
--Yo vide al zurdo con mis propios ojos --apunto el cara de rata--. Está convaleciendo allá en Sevilla. Los cirujanos lo sangraron, cosa que se recomienda en esos casos, y lo dejaron casi a las puertas de la muerte.<br />
<br />
--¿A quien se le ocurre sangrar mas a un herido? --dijo el gigante escupiendo en el piso--. A mi me hirieron varias veces en Flandes y no dejaba que me tocara ningún cirujano. Es mejor curarse uno que caer en manos de esos hideputas.<br />
<br />
--El zurdo se ha de estar haciendo viejo – observo el tercero. Este era un hombre calvo con un parche en un ojo.<br />
<br />
--Pues solo así se explica –respondió el cara de rata.<br />
<br />
--Gott im Himmel! --juró el gigante que aparentemente era un tudesco. Había muchos de estos que servían bajo nuestros reyes Habsburgos y que luego abandonaban los tercios para meterse a matarifes--. Ojala que el Zurdo no se muera. Me debe dinero.<br />
<br />
--¿A usted también, don Hermann? --preguntó el cara de rata riéndose.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esa es la debilidad del zurdo --explicó el tuerto--. El dinero se le va entre las manos pero siempre ha sido buena paga.<br />
<br />
Eso último lo podía yo atestiguar.<br />
<br />
El gigante se trago un puñado de salchichas y sorbió un tarro de cerveza y eructó. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bien, ¿pero quien fue el que lo hirió? He oído muchas versiones. ¿Seria José el vizcaíno? Solo él tendría la técnica.<br />
<br />
--No, ni ese le llegaba a los talones al zurdo --explico el cara de rata--, además José el vizcaíno ya se metió de fraile para expiar sus pecados.<br />
<br />
--Pues yo oí que fue un tal conde del Santo Cirio y que lo hizo junto con cincuenta de sus seguidores, cuarenta de los cuales el zurdo mató antes de caer herido --explicó el tuerto. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Yo casi me atragante de la risa.<br />
<br />
--¡Pamplinas! --dijo el gigante--. A mi me dieron la versión que fue un francés que había sido instructor de esgrima en la escuela de Treville. Fue el mismo Luis XIV el que lo mandó a matar. Pero el zurdo se logro escapar, aunque malherido.<br />
<br />
Desafortunadamente yo me puse a toser pues casi me ahogaba tratando de no reírme.<br />
<br />
--¿Esta usted bien amigo? --me preguntó el gigante.<br />
<br />
--Si, caballero, ustedes disculpen, se me atoro un hueso de pollo.<br />
<br />
El cara de rata me veía fijamente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ninguna de esas versiones es correcta. El mismo zurdo me contó que fue un tal Pedro de Santa Cruz. Es un muchacho como de veintitantos años, con facha de moro, pelo hasta los hombros, y viste como marinero. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Cinco ojos (al tuerto le faltaba uno) se posaron sobre de mi.<br />
<br />
--Pues muy peligroso será ese fulano --dijo el gigante mirándome fijamente. Su mano gigantesca yacía sobre la empuñadura de su espada.<br />
<br />
--En efecto, los alguaciles en Sevilla ofrecen una recompensa por él, vivo o muerto --apunto el cara de rata.<br />
<br />
--¿En verdad? ¿De cuanto es la recompensa? --preguntó el tuerto.<br />
<br />
--Bastante para repartir. Aun entre tres. Aparentemente tiene enemigos que lo quieren bien muerto --explicó el cara de rata.<br />
<br />
Yo apresuré mi cena, tomé mis alforjas, y me dirigí al aposento que había rentado. Me encaminé a las escaleras que daban a los pisos superiores. Detrás de mi oí a los tres hombres pararse de su mesa.<br />
<br />
--¡Oiga amigo! ¡Si, usted! –me espeto el cara de rata. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Volteé. Los tres fulanos tenían ya sus espadas desenvainadas.<br />
<br />
--Schwinehund! --juró el gigante--. Os estabais riendo de nosotros, ¿verdad?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El usar el pretexto del honor injuriado era común entre los perdonavidas para iniciar una camorra.<br />
<br />
Saqué mi espada. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Yo no soy el que buscáis --dije inútilmente. Aun si no lo fuere estos desgraciados ofrecerían mi cadáver a ver si les daban la recompensa. Apenas tuve tiempo de enrollar mis alforjas alrededor de mi otro brazo para servir de escudo.<br />
<br />
Me encontraba ya en la escalera. Di una mirada rápida a mi espalda. No había nadie. El gigante se abalanzó sobre de mi lanzándome un tremendo mandoble que logre desviar de milagro. Impulsado por el miedo, lo confieso, subí unos escalones más y volví a presentar mi guardia.<br />
<br />
Esta vez el gigante intento enterrarme su espada entre los ojos pero logre agacharme a tiempo. Contesté con un sablazo a su estomago. Para mi sorpresa el gigante salto hacia atrás como un oso con una agilidad que no me esperaba.<br />
<br />
Volví a voltearme y subí mas escalones. Atrás de mí oía el resuello del gigante y sus maldiciones. El teutón me asestó otro sablazo que logre detener con la guarda de mi espada. Mi brazo casi se rompió, tal era la fuerza del fulano. Le piqué los ojos con mi mano libre y eso solo sirvió para enojarlo más. Su cara estaba encarnecida y sudorosa. Podía oler los salchichones y la cerveza que se había zampado.<br />
<br />
Salté otros escalones más y lo encaré otra vez. Era evidente que no podía medir mis fuerzas con el. Trataba desesperado de recordar cuantos pisos tenia la venta. ¿Eran dos o tres?<br />
<br />
Recordé un dicho que me había dado el cura Rosales un día que me había hartado con sus lecciones de latín y había tirado los comentarios de Cesar en el suelo: el que se enoja pierde. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Es cierto señor teutón que en Alemania las mujeres se aparean con los cerdos? Vos sois la prueba de esto ¿verdad? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El gigante juró algo en su lengua.<br />
<br />
Esta vez yo de plano ni siquiera intente presentarle batalla. Me volteé y me puse a subir las escaleras a saltos. Más estas pronto se acabaron y me encontré con un pasillo. ¡La venta solo tenia dos pisos!<br />
<br />
El gigante me seguía los pasos gritando como un endemoniado. No podía correr más. El pasillo no tenia salida y todas las puertas parecían solidamente cerradas. Me volteé para encarar al teutón.<br />
<br />
--Pero yo he oído que los mejores puercos vienen de las Polonias. ¿Sois entonces hijo de un marrano polaco?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Con el esfuerzo físico y la muina el gigante ya espumeaba por la boca. Sus compañeros estaban todavía subiendo las escaleras.<br />
<br />
--¡Si! ¡Creo ver lo polaco en vuestra cara! <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Si el gigante me iba a despellejar mejor que valiera la pena.<br />
<br />
El gigante dio un grito y se plantó frente a mí. Sus ojos estaban desorbitados. De pronto la espada cayó de sus manos y se crisparon en su pecho. Cayó de rodillas frente a mí. Trató de decir algo pero solo una espuma sanguinolenta salía de su boca. Por puro instinto hice lo que tenia que hacer: le dí una estocada que le atravesé el pescuezo. Cayó muerto a mis pies. No sé si fue por mi estocada o porque el corazón le había estallado. De todas maneras no me importaba como el diablo se lo había llevado.<br />
<br />
--¡Ave María! ¡Si ya mato a Hermann! --exclamó con horror el cara de rata que acababa de llegar al segundo piso--. ¡Era la segunda espada de España!<br />
<br />
--¡Y dejó malherido al zurdo, que era la primera! --dijo el tuerto persignándose.<br />
<br />
Lo dicho: actuaba tan solo por instinto. Podía oler su miedo. Grité un voto a Belcebú y me abalancé sobre ellos. Tiraron sus espadas y huyeron despavoridos escalera abajo dando trompicones. Los seguí sin tanta premura pues estaba yo también a punto de desfallecer. Tenía la espada chorreando la sangre del alemán. Agarre un mantel y la limpie. Tenía también una sed de los mil diablos. Tomé una bota de vino y me sacie con ella. Los hombres que estaban en el cuarto común me veían con horror. El cara de rata y el tuerto ya se habían hecho escasos.<br />
<br />
--Y bien, ¿quién es el siguiente? --pregunté.<br />
<br />
Los hombres se apresuraron a salir de la venta gritando.<br />
<br />
Era obvio que no podía quedarme ahí. Encaré al posadero que me veía con los ojos desorbitados y estaba tan pálido como un cadáver. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Posadero, dadme mi plata de regreso, no me quedare.<br />
<br />
--¡Te-te-tened, su excelencia! --dijo el posadero entregándome toda la plata que tenia en su caja. Acepté. ¿Quién iba a ser yo para cuestionar como manejaba el hombre su hacienda?<br />
<br />
Salí de la venta. En el establo encontré un caballote, percherón, obviamente el único que podía haber montado el teutón. Me subí al caballote y me dirigí otra vez al norte.<br style="mso-special-character: line-break;" /> <br style="mso-special-character: line-break;" /> <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Una hora después me percate que traía la camisa llena de sangre. Me inspeccione con cuidado. Aparentemente el gigante teutón había alcanzado a darme un arañazo que casi calificaba como estocada. Me empecé a sentir desfallecer. A duras penas divise un fortín abandonado, difícil de divisar desde el camino, que tal vez era obra de mis ancestros moros, y hacia ese lugar me dirigí. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Vide por mi caballote al cual acomode en lo que parecía haber sido un establo. Me asegure que tuviera suficiente pienso y agua. El portón era endeble y si acaso me moría a causa de mi herida semejante corcel no hubiera tenido problemas en salirse solo de ahí. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Encontré una habitación en el fortín que era más o menos habitable. Me quite la camisa empapada de sangre y bañe mi herida con aguardiente. De mis alforjas saque ungüentos y vendas que me aplique. Acto seguido me acosté a esperar que viniera la fiebre, cosa inevitable en tales heridas. Después no supe más de mí.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-22681189226722929832011-08-12T15:16:00.000-07:002012-01-03T18:10:21.688-08:00XIX. Los Cilicios del Arzobispo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh76eEJhg9oze0H99RxgUG1Ryhj00df-dWat0OtfeHVCig7ADzGXGTEsmY2Z5uT0UvWiGJ8KJWFy9FFNCDqWaACgLQZdSQB7Et8u2qQRp3DQRUl-j5jsNjEHzI5-Ge5_7NVD9rLtynSetQ/s1600/moro-019.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh76eEJhg9oze0H99RxgUG1Ryhj00df-dWat0OtfeHVCig7ADzGXGTEsmY2Z5uT0UvWiGJ8KJWFy9FFNCDqWaACgLQZdSQB7Et8u2qQRp3DQRUl-j5jsNjEHzI5-Ge5_7NVD9rLtynSetQ/s200/moro-019.bmp" width="138" /></a></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ciudad de Méjico – 1682<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde conocemos el valor de mortificar la carne para salvar el alma…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hay que mortificar la carne. Esta es la raíz del pecado. Esta era la firme creencia del arzobispo Francisco de Aguiar. Bajo su atuendo de príncipe de la iglesia, su ilustrísima utilizaba un cilicio, o túnica hecha de tela áspera con finos alambres que mortificaban su carne. Su cuerpo estaba cubierto de llagas. Igual, el arzobispo había hecho la manda de nunca más cortarse las uñas de los pies. Como consecuencia varias de estas se habían enterrado y mortificaban su cuerpo. De ahí sus dificultades para caminar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A veces estas llagas se infectaban pues el arzobispo, como la mayoría de los españoles, no se bañaba (esta práctica, el baño, la había condenado San Isidoro de Sevilla como invento del demonio). Debido a las llagas purulentas que cubrían su cuerpo y sus pies, el arzobispo tenía lo que se consideraba “olor de santidad”. La feligresía que asistía a su homilía dominical en catedral podía olerlo, aun sobre el incienso que sahumaba el templo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Contemple entonces, estimado lector, a este santo varón. Es de mediana edad, bajito, casi calvo, muy blanco, porta el habito de los jesuitas. Camina lentamente (las uñas lo atormentan) apoyándose en un bastón a través de los amplios pabellones del recientemente inaugurado hospital para enfermos mentales que ha construido. A su lado camina el doctor Carreño, renombrado especialista en tratar los trastornos de la mente, y Josef Rubio, S.J., su secretario particular.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Excelente, excelente –dice el arzobispo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Unas mujeres indígenas hicieron una reverencia al pasar el arzobispo. Este las vio con cierto asco.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Por qué permitís mujeres aquí?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Son de la servidumbre, su señoría.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Rubio le murmuro quedamente al doctor: <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--A su señoría le dan asco las mujeres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Las mujeres se acercaron a tratar de besarle el anillo al arzobispo y pedirle su bendición. Este se hizo para atrás con asco.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Largaos! ¡Sáquense! –les grito bruscamente Carreño a las mujeres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Las mujeres ahuecaron el ala y la comitiva continuo su camino a través de los pabellones.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esta es una de las salas de tratamiento, su ilustrísima, --le indica Carreño.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Se trata de una amplia sala de cuyo techo cuelgan cadenas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿En qué consiste el tratamiento?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tratamos de restaurar el balance de los humores que causa el mal mental, --explica Carreño--. Previa a su llegada aquí los hemos sangrado para que no tengan tanta fuerza y puedan sacar mayor provecho del tratamiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Unos loqueros entraron llevando a un infeliz indígena.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah, mire su señoría, vamos a poder ilustrar lo que le dije.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los loqueros rápidamente colocaron unas pulseras de acero en las muñecas del loco. Estas estaban unidas a unas cadenas. Luego los loqueros jalaron las cadenas de tal manera que los pies del infeliz “paciente” apenas si tocaban el suelo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y luego? --pregunto escéptico el arzobispo--. Ese infeliz esta temblando. ¿No tendrá acaso fiebre?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--A veces el sangrado puede ser excesivo y se presentan convulsiones, sobre todo en estos indígenas cuya alimentación es muy pobre. Pero eso pone al paciente mas dispuesto a recibir el tratamiento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah, bueno, usted es el médico. Proceda.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Acto seguido unos loqueros trajeron una cubeta grande, llena de agua hirviendo. Forzaron loa pies del infeliz “paciente” en esta. Sus alaridos eran horribles.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Este es el tratamiento? –pregunto el arzobispo viendo la escena con algo de horror.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, su ilustrísima. Los humores volverán a entrar en balance al aplicarse el agua hirviendo. Es la técnica más moderna. La aprendí en Salamanca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El doctor hizo una señal y los loqueros soltaron las cadenas. El infeliz “paciente” se colapso en el suelo, gimiendo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y ya quedo curado? –el arzobispo se acerco con curiosidad al infeliz.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues no, su señoría, va a requerir toda una serie de estos tratamientos, --explico el médico.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y que tenía el infeliz este?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Era un caso típico. Sufría de alcoholismo. Los alguaciles lo trajeron aquí pues lo encontraron durmiendo en la calle.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El “paciente” abrió los ojos y se percato de que el arzobispo estaba a su lado. Este se inclino hacia él.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Cómo os llamáis, hijo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--José, patrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tal cosa no era sorpresa. La mitad de los indios los bautizaban como “José”. El hombre tenía una espuma sanguinolenta que le salía de la boca. El arzobispo empezó a darle la bendición. Pero en eso el indígena saco fuerzas de la nada y escupió, atinando a darle al arzobispo de lleno en su cara.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Hijo de tu grandísima…! –juraron los loqueros que acto seguido molieron a golpes al tal José.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Como se atreve! –exclamo con horror el doctor Carreño.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El tal José daba de alaridos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Pronto sabrán lo que es amar, ¡ay!, a Dios en tierra de indios! Gachupines, ¡ay!, de mierda! ¡Ay!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los loqueros lo estaban pateando y el hombre había quedado exánime. Rubio se apresuro a limpiarle la baba de José al arzobispo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Este infeliz no está loco! --juro el arzobispo--. ¡Tiene el diablo adentro!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ya se nos murió patrón! –exclamo uno de los loqueros.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En efecto, el infeliz José ya había acabado sus días y miraba fijamente al techo de la sala. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Le va a dar los oleos? –pregunto el doctor Carreño al arzobispo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Olvídenlo! ¡Que se pudra en los infiernos! –contesto el arzobispo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aguiar se salió violentamente del hospital (ignorando el dolor de sus uñas, tal era su muina) seguido de Rubio. Ambos emergieron del hospital y Rubio hizo una señal a sus mozos que lo ayudaron a subirse a su carruaje.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Rubio, a cada rato oigo rumores sobre un levantamiento de indios.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Igual rumores me han llegado a mis oídos, su ilustrísima, --contesto Rubio, que no era tal pues era un indigena prieto, egresado del colegio que los jesuitas tenían en Tepoztlan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Escucha, manda llamar a Montoya. Lo quiero en mi oficina mañana a primera hora. Más le vale que la inquisición tome cartas en el asunto. Mi única preocupación es que lo veo muy verde para estos trotes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Viene muy bien recomendado, su señoría. Se supone que es muy buen predicador y atrajo la atención del cardenal Robles, de Toledo. Este lo mando a estudiar en Roma. Ahí fue asistente en el tribunal superior del Santo Oficio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si es tan bueno, ¿Por qué carajos vino a acabar en la Nueva España? Seguro tiene cola que le pisen. En fin, con estas mulas tengo que arar. Estos malditos indios deben de enseñarse a respetar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aguiar se le quedo viendo fijamente. El hombre tenía la piel cobriza, bigotes de aguamiel, y una nariz aguileña. Rubio bajo sumisamente la vista.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por supuesto, su ilustrísima, --dijo calladamente Rubio.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-54813735779456957262011-08-11T15:28:00.000-07:002012-01-03T18:10:34.511-08:00XX. El Regreso del Rey Coyote<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKrhjgATSs7iEmSs3nO-DrJ_6uBLb4gAlbwCnbNt-SDfmNkDwAP65hc1V0ue29tEHbSVJrYBd8khRsRWDxqX_AHDTkR4fM1LlZ4EJQK3OJZOBn9Xiff6r0c45A63JlhKe2L3Oa6sjDx-A/s1600/moro-020.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKrhjgATSs7iEmSs3nO-DrJ_6uBLb4gAlbwCnbNt-SDfmNkDwAP65hc1V0ue29tEHbSVJrYBd8khRsRWDxqX_AHDTkR4fM1LlZ4EJQK3OJZOBn9Xiff6r0c45A63JlhKe2L3Oa6sjDx-A/s200/moro-020.bmp" width="200" /></a></div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Canto a la Llegada de la Primavera<o:p></o:p></span></i></div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><br />
</div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En la casa de las pinturas<br />
Comienza a cantar,<br />
Ensaya el canto,<br />
Derrama flores,<br />
Alegra el canto.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; letter-spacing: -0.1pt;">Res</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">en</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> el c</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">o, <o:p></o:p></span></span></i></div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los cascabeles se hacen oír,<br />
A ellos responden<br />
Nuestras sonajas floridas.<br />
Derrama flores,<br />
Alegra el canto.<o:p></o:p></span></i></div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; letter-spacing: -0.1pt;">S</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">b</span>r<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e las flores c</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">a<br />
E</span>l<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> h</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">rmos</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> faisán</span>,<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
S</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> c</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">o d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>p<span style="letter-spacing: -0.1pt;">lieg</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
E</span>n<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> el in</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">erior d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> las ag</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">as</span>.<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
A él res</span>p<span style="letter-spacing: -0.1pt;">on</span>d<span style="letter-spacing: -0.1pt;">en<br />
Variad</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s p</span>á<span style="letter-spacing: -0.1pt;">jaros rojos</span>.<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
E</span>l<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> h</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">rmos</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> p</span>á<span style="letter-spacing: -0.1pt;">jaro rojo<br />
Bellamen</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e c</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">a” -- Netzahualcoyotl<o:p></o:p></span></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Texcoco – 1652<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El Texcoco al que llegasteis, Lorenzo Ixtlilxóchitl, ciertamente no parecía la Atenas indígena que os había descrito vuestro padrino. Más bien era una villa polvorienta, pobre, y triste. Peor, llegasteis en medio de una tolvanera proveniente de los llanos de Apam y del lago que se iba desecando. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Adivino que no os impresiona mucho este lugar, alteza.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Padrino, tiene usted razón. Esta igual de pobre que mi viejo San Juan Teotihuacan. ¿Adónde vamos ahora?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Iremos al convento de los juaninos. Se alza en donde estuvo el palacio de vuestros ancestros.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los juaninos era una orden hospitalaria, es decir, cuidaban de los enfermos y daban posada a los viajeros. Que tremenda sorpresa os llevasteis, Lorenzo, al ver que en el atrio del convento os esperaba el abad y los frailes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Alteza, os quiero presentar a Fray Eusebio de Toledo. Fray Eusebio es el abad de este lugar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Hemos esperado con ansia su llegada, su alteza. Bienvenido.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Cortésmente aceptasteis la bienvenida, Lorenzo Ixtlilxóchitl, y permitisteis que os lavaran ritualmente las manos y os vistieran con una elegante toga yucateca para cubrir vuestras humildes ropas. Pero en cuanto tuvisteis la oportunidad jalasteis a un lado a vuestro padrino.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No entiendo, padrino, ¡este Fray Eusebio es un español!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, lo es, alteza, y también es un hermano de la hermandad blanca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En la hermandad blanca no reconocemos diferencias entre los hombres, alteza. Todo aquel que busca la sabiduría es nuestro hermano. Os aseguro que Fray Eusebio se haría desollar antes de revelar los secretos del toltecayototl. Alguna vez fue catedrático en Salamanca y os puedo asegurar que es todo un erudito.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Fue así que Fray Eusebio y sus acólitos os escoltaron y conocisteis lo que quedaba del palacio de tus abuelos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Alteza, esta era la sala donde los reyes conducían los asuntos del reino y daban audiencia a los poetas de la corte. Ahora es una de nuestras salas de convalecencia. Como puede ver su señoría, algunos de los murales todavía son discernibles aunque me temo que el tiempo y la humedad los han deteriorado mucho.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Gran emoción os embargo al conocer la sala donde vuestros abuelos gobernaban y juzgaban y seguramente discutían las obras de los poetas y de los sabios de la corte, Lorenzo Ixtlilxóchitl. Pero más admiración os causó los murales. Con vuestras manos tocasteis los deteriorados frescos. Estos mostraban chinampas y flores y jaguares y doncellas caminando entre flores. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Mucho os había enseñado vuestro padrino de arte. Conocíais, a través de grabados, el arte renacentista de Italia. Para vos era evidente que el tlacuilo que había pintado este fresco fue un genio. Y os enojasteis con ti mismo, Lorenzo Ixtlilxóchitl, por asombraros de tal hecho. Después de todo, tus ancestros veneraban todas las manifestaciones artísticas. ¿Por qué extrañarse de que tuvieran a un genio pictórico adornando su palacio?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y fue entonces que vuestros ojos se posaron sobre una figura que evidenciaba gran nobleza y porte real. La humedad había deteriorado la cara del personaje. Pero por su elegantísima toga y pectoral era evidente que se trataba de un rey. En sus manos portaba un manojo de rosas y recordasteis que este era un sacrificio a Quetzalcoatl. Y reconocisteis al personaje por su glifo. Era un coyote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Netzahualcoyotl –dijisteis en voz baja.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y una gran tristeza os embargo al ver los efectos de la humedad pues supisteis que nunca podríais conocer la cara del primer rey coyote.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y por un momento, Lorenzo Ixtlixochitl, os vino a la mente las frases que el primer rey coyote había escrito mientras huía de los asesinos de su padre:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“¿Habré de erguirme sobre la tierra?<br />
¿Cuál es mi destino?”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y supisteis entonces que compartías las mismas dudas y temores que el primer rey coyote. Y eso animo tu celo, Lorenzo Ixtlilxóchitl, y fue entonces que no dudasteis mas y supisteis que cumplirías al pie de la letra vuestros juramentos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Estos murales reflejan el mundo perdido.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si alteza.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Creéis que algo se puede hacer para restaurarlos?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si su alteza da la venia consultare con maestros pintores –dijo Fray Eusebio--. Y si también lo queréis, alteza, esta sala no será usada más por los convalecientes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Vuestros ojos, Lorenzo Ixtlilxóchitl, cayeron sobre los infelices indígenas que yacían en sus lechos de dolor. Algunos os contemplaban admirados. Otros lo hacían con terror. El convento juanino era tal vez el único lugar en leguas a la redonda adonde podían venir a curar sus enfermedades. ¿Qué decidiría, os preguntasteis, el primer rey coyote? Y después de meditar así unos momentos no dudasteis de vuestra decisión.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No, Fray Eusebio, dejad que esta sala siga sirviendo de hospital. Es obvio que los pobladores necesitan la atención. Ved que se puede hacer, sin embargo, para restaurar los murales. Y si no es posible evitar su deterioro, pues, tal es la voluntad de Dios.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Tu mente ardía en preguntas, Lorenzo Ixtlilxóchitl. Todavía hace unos días sabias de reyes lo que leíais en los anales de Roma y Grecia que vuestro padrino insistía en meteros con sangre en vuestra mente. Pero ahora aquí estabas, Lorenzo Ixtlilxóchitl, y estos ancianos os llamaban “alteza” con todo respeto, aun a pesar de vuestros quince años. Y oísteis a más de uno de los convalecientes murmurar vivas al rey coyote que ha vuelto. Y supisteis entonces, sin que nadie os lo aconsejara, que estos hombres esperaban que os portaras con la gravedad y prudencia de un rey de la antigüedad. Y eso, Lorenzo Ixtlilxóchitl, la verdad, como descubristeis para vuestra alegría y tranquilidad, os resulto fácil. ¡Vive Dios que la sangre ayuda en esos menesteres!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Muéstreme el resto, Fray Eusebio, por favor –dijisteis con gentileza y los frailes inclinaron la cerviz en obediencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Esa noche cenasteis con el abad y con vuestro padrino y ellos os clarificaron muchas cosas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os contaremos, alteza –os dijo el abad don Eusebio mientras os llenaba un vaso con vino de Castilla--, lo que paso al caer Tenochtitlan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La ciudad había sido destruida –os explico vuestro padrino--. Pero desde Tlaltelolco los ancianos de la casa negra lograron escaparse. Sus piraguas fueron detenidas por los bergantines que Cortez mando construir. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Deteneos! –ordeno el almirante de los bergantines. Y un pedrero soltó una salva que cruzo la proa de las piraguas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡No disparéis! –contesto el comandante de las piraguas texcoqueñas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quién sois y a quien lleváis abordo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Nuestro señor es el rey de Texcoco, aliado de Castilla. Ved el estandarte del coyote en nuestras popas. La flota de mi señor puede navegar por el lago por donde le plazca y sus menesteres son su negocio. Si os oponéis, os sugiero que vayáis a preguntarle a vuestro capitán Malinche si esto no es tal.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Hubo un momento de duda a bordo de los bergantines de Castilla al oír la manera tan asertiva con que se había expresado el capitán de las piraguas. El almirante prefirió no arriesgarse a incurrir el enojo del capitán Malinche, es decir Cortez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Seguid adelante entonces!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Fue así que los ancianos de la casa negra llegaron aquí a Texcoco y el rey les dio su protección. Ya había aquí muchos otros refugiados, de Cholula, de Huejotzingo, de Atzcapozalco, de Xaltocan, y otros lugares que habían sufrido los estragos de la guerra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, no tardo sino unas cuantas semanas más en que se presento la viruela en la ciudad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don Eusebio saco unas crónicas y leyó:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La ciudad de Texcoco contaba con tal vez cien mil habitantes. Era la segunda ciudad del valle. Estaba intacta. Su rey era aliado de los españoles. Había sido reconocido como vasallo de Carlos V. Eso no importo. En unas cuantas semanas la población de la ciudad fue reducida a la mitad por la peste.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Santo Dios!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La epidemia se agravo con la llegada de muchos refugiados mexica. Estos venían infectados con la viruela y débiles por el hambre. Llegaron a Texcoco a morir. El rey ordeno a la hermandad blanca que hiciera lo que fuera posible para salvar a su pueblo y a los refugiados. Alteza, fue entonces que este palacio real se convirtió en hospital, por orden del rey de Texcoco. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La ciudad sobrevivió, aunque diezmada, pero ya no era ni la sombra de lo que alguna vez había sido. Nunca más sus poetas declamaron sus composiciones enfrente del rey. Una gran melancolía embargo a la ciudad y hubo quienes murieron de tristeza junto con los que perecieron a causa de la viruela.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Entonces vuestro padrino empezó a recitar en náhuatl y al reconocer las letras más emoción os embargo, Lorenzo Ixtlilxóchitl:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; letter-spacing: -0.1pt;">“E</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">s<span style="letter-spacing: -0.1pt;">toy tris</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e, me aflijo,<br />
Yo, el s</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ñ</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">r Nezah</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">alc</span>ó<span style="letter-spacing: -0.1pt;">y</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">tl.<br />
Con flores y c</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n c</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">os<br />
Rec</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">erd</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> a los p</span>r<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ín</span>c<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ip</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>,<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
A los q</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e s</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> fu</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ron</span>,<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><br />
A Tezozomoc</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">zin</span>,<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> a Qu</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;">q</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">au</span>h<span style="letter-spacing: -0.1pt;">tzin</span>.<span style="letter-spacing: -0.1pt;"><o:p></o:p></span></span></i></div><div align="left" class="pc1" style="text-align: left;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En verdad viven,<br />
Allá en donde de algún modo se existe.<br />
¡Ojala pudiera yo seguir a los príncipes,<br />
llevarles nuestras flores!<br />
¡Si pudiera yo hacer míos<br />
los hermosos cantes de Tezozomoctzin!<br />
Jamás perecerá tu nombre,<br />
¡oh mi señor, tú, Tezozomoctzin!<br />
Así, echando de menos tus cantos,<br />
Me he venido a afligir,<br />
Sólo he venido a quedar triste,<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; letter-spacing: -0.1pt;">Yo a mí mis</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">m<span style="letter-spacing: -0.1pt;">o me d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>g<span style="letter-spacing: -0.1pt;">arro. <o:p></o:p></span></span></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif; letter-spacing: -0.1pt;">H</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">e<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> v</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">d</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> a es</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ar tris</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e, me aflijo.<br />
Ya n</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> es</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ás aq</span>u<span style="letter-spacing: -0.1pt;">í, y</span>a<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> n</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">,<br />
E</span>n<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> la reg</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ón d</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n</span>d<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> alg</span>ú<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n mod</span>o<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> s</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;"> ex</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e,<br />
Nos d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">jas</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">e s</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">n p</span>r<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ov</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>i<span style="letter-spacing: -0.1pt;">ón en la tierra,<br />
Por es</span>t<span style="letter-spacing: -0.1pt;">o, a mí mis</span>m<span style="letter-spacing: -0.1pt;">o me d</span>e<span style="letter-spacing: -0.1pt;">s</span>g<span style="letter-spacing: -0.1pt;">arro.”</span><o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don Eusebio ofreció rellenaros la copa, Lorenzo Ixtlilxóchitl, pero tapasteis esta con vuestra mano. No era correcto que un rey fuera débil y usara la excusa de estar embargado por la emoción para abusar del alcohol. Y por la sonrisa de vuestro padrino supisteis que estabais desempeñando correctamente vuestro papel.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Continuad, por favor, don Eusebio. ¿Cómo fue que la hermandad sobrevivió entonces?<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-12880042028675007922011-08-10T15:35:00.000-07:002012-01-03T18:10:45.653-08:00XXI. Los Trapos de Bellini<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVs8IsQALDrMgz4XSevmZdrYoxWfHzG8ufGJXgWL-nkaKwo5yOk9uibqOaqj0sEWO6hT432NpL3sazhjPQNS_47luC7G135qNplDoBmJYqiwbE-rTPzC2KKI8GY1xNey9A-NheS7DqTMI/s1600/moro-021.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVs8IsQALDrMgz4XSevmZdrYoxWfHzG8ufGJXgWL-nkaKwo5yOk9uibqOaqj0sEWO6hT432NpL3sazhjPQNS_47luC7G135qNplDoBmJYqiwbE-rTPzC2KKI8GY1xNey9A-NheS7DqTMI/s200/moro-021.bmp" width="166" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Del libro de Pedro de Santa Cruz, donde se discute si los sombreros con plumotas son ya pasados de moda y es el estilo a la puritana el que se prefiere en Paris.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">No se cuantos días pasaron hasta que logre volver a ponerme en pie. Una semana de camino me llevo a Madrid. Busque una venta no de tan mala muerte como a las que estaba acostumbrado. Entre mi porción del viaje a las Indias, lo que me había dado mi padre, y lo que generosamente me dio el posadero tenía yo bastante plata. Para mi horror aparentemente las nuevas de mi llegada se habían esparcido.<br />
</span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--¿Viene el caballero desde el sur? --me preguntó el posadero--. ¿Habéis oído del Conde del Santo Cirio?<br />
<br />
--No. ¿Que con él? --pregunté intrigado.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--Se dirige aquí a Madrid --explicó el posadero--. Dicen las malas lenguas que hizo un pacto con el diablo para convertirse en el mejor espadachín de Europa. ¡Ningún acero lo puede tocar!<br />
<br />
--¡Exageráis!<br />
<br />
--¡No! --insistió el posadero--. Juro que es lo que oí contar a unos arrieros. ¡Mató él solo a cincuenta caballeros en una venta y viene acompañado de un sequito de gitanas que le concedió el sultán de Constantinopla al cual le salvó la vida de un fiero tigre que lo iba a emboscar!<br />
<br />
Aparentemente las historias del tal Conde del Santo Cirio, Duque del Santo Sepulcro, o Márquez de la Santa Cruz eran la comidilla del día en los corillos de los matarifes desocupados de Madrid. Todos se aprestaban para retarlo aun si la vida les fuere en ello. Algunos detalles, como que el mejor espadachín de Europa, conde o marquez de Dios sabe que, vestía como humilde marinero “pues era una manda que había hecho al señor de Compostela cuando una tormenta casi hunde su flota de 500 galeras frente a Trieste” me iba a delatar tarde o temprano.<br />
<br />
--Decidme --le pregunté al posadero--, donde puede un gentilhombre vestirse tal cual aquí en este pueblucho?<br />
<br />
--Ah, caballero, idos por esta misma calle y tres cuadras más adelante está el establecimiento del italiano Bellini. Es el modisto del rey nuestro señor. No hay mejores sedas en todo Madrid.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Me encamine al lugar. Al cruzar una amplia plazoleta note que había grupillos de fulanos de mala estirpe hablando en corillos. Trate de evadirlos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Oiga amigo!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">No quise voltear.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Que le estoy hablando amigo! ¿Es sordo?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Me voltee. Ya se imaginaran. Era un fulano toscote con aire de matón. Portaba una toledana y se atizaba el bigote. Trate de actuar con mansedumbre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Usted perdonara caballero. En efecto, si soy medio sordo. Era artillero en una de las galeras del rey y de ahí quede muy débil del oír.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Sois marino entonces?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Cuidaos don Antonio! –le conmino un segundo que se le unió--. Se dice que ese Duque del Santo Rosario es almirante de las galeras del rey.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Vos estáis buscando al Almirante-Duque del Santo Rosario? –pregunte descubriéndome y persignándome.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si, ¿lo conocéis?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Vive Dios si serví bajo su mando en su galera capitana, la invencible Nuestra Señora del Verbo Encarnado! Pero sabed que el Almirante-Duque es el mismo diablo en persona. Y no se parece en nada a mí. Esta tuerto pues un cimitarrazo de un jenízaro casi le cerceno la cabeza en dos. Pero perdéis el tiempo buscándolo aquí.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos, hombre, hablad. ¿Sabéis donde esta?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Me temo que varios matarifes ya se habían juntado. Me maldije a mí mismo y mi bocota.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Pues donde mas, señores? El rey nuestro señor bien sabe su valía como marino y le ha dado el perdón por todos sus crímenes. Se encuentra ya en camino a Barcelona pues se ha visto una flota turca cerca de Sicilia y el rey le ha dado el mando de la flota. Hacia allá me dirijo pues quiero volver a servir bajo tan insigne capitán.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Decís la verdad?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Podéis preguntar en palacio si no me creéis. Yo que vos me apresuraba en ir a Barcelona para obtener una patente de oficial. Yo no soy gentilhombre, aunque si soy cristiano viejo, y solo puedo aspirar a servir como un humilde artillero, aun si eso me cuesta el poco oído que me queda.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin más, me apresure a salir del lugar y deje a los corillos de matasietes discutiendo entre ellos. <br />
<br />
El tal Bellini me vio con recelo cuando entre en su tienda. Era yo el único cliente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Traigo plata y soy gentilhombre --dije con aire de perdonavidas.<br />
<br />
De inmediato Bellini me sonrío. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y en que le puedo servir al caballero?<br />
<br />
--Busco un traje de viaje. Ando de incógnito pero estos trapos tampoco son apropiados a una persona de mi clase.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
--Entiendo, entiendo --dijo Bellini. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Empezó a mostrarme varios trajes definitivamente preciosos.<br />
<br />
Un fulano entró. Le di un rápido vistazo. Vestía un elegantísimo traje de clérigo que identifique como jesuita. Era alto, moreno, algo afeminado, y el pelo le caía en elegantes bucles. Tras de el venia el que era obviamente su criado.<br />
<br />
--Ah, ¡Monsieur! --exclamó Bellini. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Noté que el cura le hizo una señal para que no dijera su nombre en voz alta. De inmediato escudriñe la tienda. Había una salida a una bodega. El cura estaba frente a la entrada.<br />
<br />
--Atended primero al caballero --dijo el cura.<br />
<br />
--Os despacho en un momento, excelencia --le dijo Bellini al jesuita. Luego se dirigió a mí--. ¿Queréis probaros este traje, caballero?<br />
<br />
Tal cosa hice, cambiándome en un cuartito. Salí y me planté frente a un espejo. Definitivamente era un traje de gentilhombre. Y me sentaba muy bien. No me atreví a preguntar el precio.<br />
<br />
--¿Y por que le dais ese sombrero, Bellini? –pregunto el cura viéndome con una sonrisa burlona.<br />
<br />
--Es muy elegante --dijo el italiano.<br />
<br />
--¡Bah! Las plumotas en el sombrero ya no son la última moda en Paris --explicó el cura--. Ahora se estila la moda a la puritana. Es más sobria. Menos ostentosa. Más adecuada para quien anda de incógnito, ¿oui?<br />
<br />
Busqué donde había puesto mi espada y discretamente me acerque a esta.<br />
<br />
--¡Monsieur tiene razón! --dijo Bellini--. Caballeros, disculpadme, iré a la bodega a traer los trajes puritanos que me acaban de llegar.<br />
<br />
Mi mano se posó sobre mi espada. Encaré al cura. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Y bien, caballero, ¿qué buscáis conmigo?<br />
<br />
--A ver, Billote --dijo el cura. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El criado le presento un estuche largo. De ahí extrajo un sable. Lo tomó elegantemente e hizo con el malabares en el aire. Nada más oía el jush jush de este. La sangre se me heló. El criado se fue a guarecer detrás de un mostrador.<br />
<br />
--Os advierto que herí al zurdo Pérez y ma-maté al gigante Hermann --le anuncie. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Me temo que mi voz temblaba. Ni siquiera el zurdo había mostrado la elegancia y temple que este cura evidenciaba. Me veía todavía con una sonrisa glacial bajo el mostacho.<br />
<br />
--¿Al oso ese? Bien por usted. Y por lo que toca al zurdo, tal vez habéis tenido suerte. Os seguí la pista desde Sevilla. La perdi cuando los gitanos os sacaron de Sevilla pero la retome en la venta.<br />
<br />
--¿Por qué me seguís? ¿Os manda doña Catalina?<br />
<br />
--Es mi deber, caballero. Estaba en Sevilla cumpliendo una misión encargada por mi orden. Esta tiene oídos en todas partes. Decidme, ¿qué hay de la limpieza de sangre de la familia Santa Cruz?<br />
<br />
--Antes decidme quien sois.<br />
<br />
--Alguna vez fui mosquetero del rey. Me conocían como Aramis. Ahora sirvo al general de los jesuitas. Y bien, ¿que con los Santa Cruz?<br />
<br />
--¿Por que queréis saber?<br />
<br />
--Un secreto así es siempre de utilidad a mi orden. Vuestro padre tenía una de las casas comerciales más importantes de España. Tal establecimiento, con sus contactos…se puede utilizar para extraer ventajas, ¿oui?<br />
<br />
No me sorprendía tal maniobra por parte de los jesuitas. Tenían la reputación de ser muy dados a las intrigas y el chantaje y de tener espías en todos lados.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Y me dejareis vivo si os doy la información que deseáis?”<br />
<br />
--Os doy mi palabra de jesuita.<br />
<br />
--¡Pamplinas! Dadme la palabra de un mosquetero del rey de Francia.<br />
<br />
El hombre me vio fijamente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sea --dijo Aramis a regañadientes--. Os la doy.<br />
<br />
De mis alforjas saque los escritos en árabe que testificaban acerca de nuestro linaje. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La puerta se abrió de súbito. Entraron tres hombres con sables desenvainados. Eran mis medios hermanos.<br />
<br />
--¡Dadnos esas cartas! --ordenó el mayor.<br />
<br />
Bellini entro de la bodega portando varios trajes de puritano. Vio la escena ante sí y gritó como una colegiala y se escabulló.<br />
<br />
--¿Las queréis caballeros? --preguntó el jesuita. Tenía la misma sonrisa glacial de siempre. Tres contra uno. Pero ese uno había sido mosquetero del rey.<br />
<br />
--No los matéis, os lo imploro --le dije--. Son de la sangre de mi padre.<br />
<br />
--No, no lo hare. Me divertiré tan solo –contesto el jesuita--. Bien, idos, Santa Cruz. No podéis evadirme. Tarde o temprano repetiremos esta conversación. Yo mientras me entenderé con los caballeros. Y no os preocupéis por vuestra cuenta con Bellini. Yo la pagare.<br />
<br />
Sin más me escabullí por la misma puerta donde se había huido Bellini. Tras de mi oí maldiciones y uno que otro grito de dolor.<br />
<br />
Y así fue que, montando mi percherón y vestido como gentilhombre (con todo y plumota en el sombrero), salí de Madrid rumbo al norte.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-45175621258265760002011-08-09T15:46:00.000-07:002012-01-03T18:11:00.233-08:00XXII. La Iglesia de SanAndrés Tuxtla<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcOBMMTXNo8HZprz7eoNh3KT67wC0KI6XhGFK00Ls4J5cLNl8fALMEwaNvEGJMKC-xq35e82WuRRsNtL8XbfiBskO8MUcXkO98BC8n_v6rEPBwQhlehO8e9Z9V4J5osVVSD2h8nPX1lJQ/s1600/moro-022.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcOBMMTXNo8HZprz7eoNh3KT67wC0KI6XhGFK00Ls4J5cLNl8fALMEwaNvEGJMKC-xq35e82WuRRsNtL8XbfiBskO8MUcXkO98BC8n_v6rEPBwQhlehO8e9Z9V4J5osVVSD2h8nPX1lJQ/s200/moro-022.bmp" width="149" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde el lector sufre el riesgo de perder su alma al ser expuesto a los suras o versos del libro maldito del profeta.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">San Andrés Tuxtla, Nueva España, 1732<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Santo Dios! –exclamo don José Antonio cerrando el libro de Santa Cruz.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Se levanto de su lecho trabajosamente.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Su recuperación había sido lenta pero los cuidados y esmeros de Guadalupe y el resto de los pobladores lo estaban reestableciendo.</span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Llamo su señoría? –dijo Guadalupe entrando.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ay Guadalupe, Guadalupe, sacaste ventaja en vuestro trueque. ¿Qué sabéis de este legendario cura Santa Cruz?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Solo lo que me han contado mis abuelos, patrón. Vino aquí hace muchos anos. Nos enseño a orar a su manera. No comía marrano ni tomaba vino. Lo acompañaba un criado que fue el abuelo de don Faustino. Tomo por mujer a una india de la localidad, mi abuela, que Dios guarde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah caray, el curita era hombre después de todo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues si.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ayúdame a vestirme. Creo que ya estoy casi reestablecido. Quisiera visitar la parroquia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sostenido por Guadalupe y acompañado de don Faustino don José Antonio visito la parroquia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--La hemos tratado de mantener como la dejo el cura Santa Cruz –explico el alcalde.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El edificio estaba limpio y en buenas condiciones. Tan solo habían unas cuantas marcas de humedad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esas paredes van a necesitar ser remozadas –apunto don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal haremos, patrón, ahora que acabe el tiempo de aguas –explico Guadalupe--. También hay unas cuantas goteras que taparemos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No veo santos. Tan solo hay un crucifijo –observo don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En la sacristía tenemos la imagen del santo patrono, San Andrés. El cura la hizo guardar ahí.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Dejadme ver el libro de los evangelios –pidió don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tenga usted –le dijo Guadalupe extendiéndole el libro en el altar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio lo abrió y leyó al azahar:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Y aquel que se aparte del camino del dios de la misericordia lo llamaremos shaitan o demonio. Y en verdad os digo que los que siguen este camino con persistencia se imaginan que siguen el camino del bien.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ansina conozco mucha gente –dijo don Faustino--. Se dan baños de pureza y aseguran que su mierda no apesta y no paran las moscas en sus mojones.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Qué os parece lo siguiente? –pregunto don José Antonio y siguió leyendo--. Si hacéis el bien, bien de manera abierta o encubierta, o si perdonáis a los que os ofenden, tened la seguridad que Dios perdona y es omnipotente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tal es cierto –dijo don Faustino.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Igual creo –dijo don José Antonio volviendo a abrir otra página--. Aquí dice: aquellos que crean y que lleven una vida recta Dios los recompensara y los llenara de su gracia. Por lo que toca a aquellos que lo desdeñan y se vuelven arrogantes, Dios los castigara cual merecen. No tendrán salvación. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bien se lo merecerían –dijo Guadalupe.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pero aquel que hace el mal y luego implora el perdón de Dios encontrara que este perdona y es misericordioso –siguió leyendo don José Antonio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pos que bueno –respondió Guadalupe--. Yo debo muchas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Yo también –concluyo don José Antonio--. Bien, leamos más: y en aquellos tiempos hubo quien aseguro haber ajusticiado al Mesías, a Jesús, el hijo de María y mensajero de Dios. La realidad es que nunca lo mataron, nunca lo crucificaron. Más bien Dios los confundió y los hizo creer tal cosa. Todos los que disputan sobre esto se basan en dudas. No tienen conocimientos, solo conjeturas. La verdad es que Jesús no murió.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Inshallah –dijo Guadalupe.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Qué habéis dicho Guadalupe?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Inshallah. Eso decían mis viejos. Que ansina lo quiso Dios. Si llovía, era inshallah. Si no llovía, pos inshallah. Si la abuela se moría, pos también era inshallah. Quesque es hebreo, lo que hablaba Cristo, según enseñaba ese cura Santa Cruz.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Válgame Dios, señores, tenemos un problema –dijo don José Antonio cerrando el libro y dejándolo en el altar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No entiendo patrón –dijo don Faustino rascándose la testa.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No es culpa de ustedes, don Faustino, sino del obispo por haberlos casi olvidado aquí. La corona solo se interesa en estos pueblos por el beneficio económico que le proporcionan.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ya vide patrón que al nopal nomás lo ven cuando tiene tunas –observo Guadalupe<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Don José Antonio ya tenía varios lustros en Méjico y ya se sentía mexicano. Conocía, además, como trabajaba la corte del virrey.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Señores –anuncio don José Antonio--, en cualquier momento, y por cualquier pretexto, un día de estos se presenta alguien del gobierno que no tendrá mi entendimiento. O peor, tal vez el obispo se digna mandaros finalmente un cura y este será un viejo intolerante y cabrón, como la mayoría que conozco. No dudaría que tal hideputa llamaría a los dominicos de la inquisición y estos se presentarían aquí acompañados de soldados e instrumentos de tortura. Se administraría lo que estos señores entienden por la caridad y misericordia cristiana y la mayoría del pueblo, incluyendo a ancianos, mujeres, y niños, acabaría en chicharrón. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Patrón –dijo Guadalupe—creo que entiendo de que habla. Con disculpa de su señoría, que es todo un caballero, pero la mayoría de los españoles que he conocido no son muy tolerantes que digamos. Le aseguro que la gente aquí no aguantaría si nos empiezan a ajusticiar con arbitrariedad y empezaría una buena bronca. De alguna manera nos alzaríamos, aunque solo tengamos machetes. La sangre correría como agua.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Nos harían chicharrón? ¿Por qué? --pregunto don Faustino--. ¿Por las goteras de la iglesia?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--No don Faustino, lo que tienen ustedes aquí no es una iglesia –explico don José Antonio--. Es una mezquita. El cura este Santa Cruz me temo que no era tal cosa. Era más bien un moro encubierto y aparentemente era muy celoso de su fe. Si se vino a refugiar aquí es porque sabia que el pueblo esta olvidado por las autoridades. Lo que les enseño a ustedes no son los evangelios. Este libro que les leí, señores, es un Coran.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-46084646027775392.post-48108288115147517882011-08-08T15:53:00.000-07:002012-01-03T18:11:11.181-08:00XXIII. El Inquisidor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvRPtojjani3CkSozfasgbXtAVkTHGU1NLWrajNI7CNDI1en87x19vp5sEeBsCHxJ-FbjXjXudLudhDgGSnv3wf3nSeA3dBXJUZAVarJughgRNWgmjv6Mz1b42dXMybZP-05AaH_7GVJk/s1600/moro-023.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvRPtojjani3CkSozfasgbXtAVkTHGU1NLWrajNI7CNDI1en87x19vp5sEeBsCHxJ-FbjXjXudLudhDgGSnv3wf3nSeA3dBXJUZAVarJughgRNWgmjv6Mz1b42dXMybZP-05AaH_7GVJk/s200/moro-023.bmp" width="159" /></a></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Si hacemos lo que hacemos no es para salvar el alma de los que apresamos sino para esparcir el terror entre el resto de la población” – Bernardo Gui, inquisidor<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Donde se presenta a uno de tantos hideputas de los que es de rigor encontrarse en historias como esta.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Palacio del Santo Oficio (La Inquisición), Cd. de Méjico, 1682<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Ese es el fulano? –pregunto don Antonio Montoya, Inquisidor Mayor, viendo por una rendija al reo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--En efecto, su señoría. El “sosteniente” Torres lo arresto en la mañana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Esta hecho un santo cristo –observo Montoya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Le dimos su calentadita –explicó Torres--. Es un indio muy rejego.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Montoya vio con cierto desden al teniente de alabarderos que también tenia pronunciados rasgos indígenas. Por lo que toca a Montoya, este tendría unos treinta años, alto, delgado, muy moreno, salido, en suma de un cuadro de El Greco.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Aquí no hemos derramado su sangre –aclaro el secretario--. La madriza se la pusieron los jenízaros del sosteniente Torres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Válgame Dios! –juró Montoya--. ¡Calentaditas! ¡Madrizas! ¡Habladme en castellano, carajo!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Montoya solo tenía un par de meses en la Nueva España y todavía no entendía muy bien los modismos de los naturales. Hace unas semanas había tenido una junta con el arzobispo, don Franciso Aguiar. Su ilustrísima no midió sus palabras: a toda costa la inquisición tenía que descubrir los detalles de un presunto alzamiento indígena. Se sospechaba, explico Aguiar, de un tal rey coyote que actuaria de cacique y de una secta de brujos llamados la Hermandad Blanca que planeaba ofrecer los corazones de los españoles en el altar del demonio Huichilobos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Había una amenaza apenas velada en las palabras de su Ilustrísima. Básicamente, Montoya intuía que bien podría ser regresado, en grilletes, a España y de ahí refundido en las galeras del rey si no se avocaba a la tarea de descubrir la conspiración. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El Inquisidor actuó con toda diligencia y con gran celo, al que no estaban acostumbrados sus subalternos. El inquisidor anterior, Soarez, se había dedicado a echar panza y de vez en cuando hacia juzgar a un indio que ofrecía una gallina a sus dioses. Pero con una multa se arreglaba el asunto. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ahora bajo Montoya y bajo las amenazas de Aguiar las cosas cambiaron. Todo era actividad en el tétrico palacio del Santo Oficio en la plaza de Santo Domingo. Cuerdas de presos llegaban continuamente y, claro, raramente salían. Las celdas en los subterráneos del palacio estaban llenas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Perdón, su señoría –se apresuro a decir el secretario—le quería asegurar que no hemos roto la carne del preso una vez que fue recibido en esta santa institución.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Mas vale que no. La iglesia no debe derramar sangre. Para eso esta la justicia seglar. Bien, ¿podemos empezar su interrogatorio?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Cuando usted lo quiera, su señoría.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Como todo interrogatorio que se hacia en el palacio del santo oficio habían presentes varios secretarios para tomar nota de toda pregunta, respuesta, confesión, gritos, y alaridos que tomaran lugar. Esto se hacia con estricto rigor pues bajo las reglas de la iglesia la inquisición podía confiscar a su favor los bienes de sus acusados. La inquisición no quería que hubiera sospecha alguna sobre su honestidad y detallaba con sumo cuidado todo lo dicho durante un interrogatorio. Así podría el santo oficio disfrutar en santa paz de los bienes incautados.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al acusado no se le explicaba por que estaba preso. Tan solo se le pedía que confesara su crimen. Por lo general, los acusados al no saber de que se les acusaba, procedían a negar tercamente de que tuvieran algo que ocultar. El santo oficio hacia asentar que si obviamente el preso no entendía “por las buenas” que debía confesar era menester entonces aplicarle tormento para que de una buena vez confesara. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El preso en cuestión, un mestizo aindiado de nombre Tomas Domínguez, sin embargo, no se comporto de la manera esperada.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Yo a ustedes curas hijos de la chingada no les tengo que confesar ni puta madre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Apuntad que este Domínguez nos ha venido muy gallito –indico el secretario principal.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Montoya tan solo cerró los ojos y suspiro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Insisto además de que se me proporcione un abogado o de perdida un coyotito y que se me explique de que carajos se me acusa.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Válgame Dios –dijo el secretario--. ¿El preso quiere también su nieve de limón? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Dejadle saber de que se le acusa –apunto Montoya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El secretario se encogió de hombros. La instrucción no era muy común. Tal vez este Montoya estaba todavía muy verde, pensó el secretario, pero definitivamente el no se iba a poner al brinco con el inquisidor mayor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Se le acusa de hacer sacrificios a Huichilobos y de esparcir calumnias acerca de la corona de España.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Pos no se nada sobre ese Huichilobos! Lo que si se es que ¡me cago en la corona de España y en la puta de Babilonia, la iglesia católica!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Admitís que andáis alzando a la indiada contra el rey? –pregunto el secretario.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Lo admito y con gusto descabezaría a toda la gachupinada de mierda que aquí nos explota.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los escribanos tomaron fielmente la admisión.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Quiénes son vuestros contactos? ¿Cuántos más hay en vuestras filas? ¿Donde os reunís? ¿Qué estáis planeando hacer? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Montoya observaba el interrogatorio sin decir palabra. Sin embargo, decidió interrumpir al secretario.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Sois acaso de la Hermandad Blanca?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El reo tembló y tan solo sacudió su cabeza.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Por mi sangre, ¡no diré nada!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Ja! –se rió con sorna el secretario--. Al rato nos cantas hasta las mañanitas, cabrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Bueno, ya sabe usted que hacer, señor secretario –observo Montoya--. Pero acuérdese, que no haya derramamiento de sangre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Llévense al preso a la sala de interrogatorio –índico el secretario a unos gorilas que servían de verdugos--. No se preocupe patrón. Tenemos callo en estos menesteres.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El potro es un risueño instrumento que esta diseñado para desarticular los miembros del infeliz que es puesto en el. Básicamente se empieza a estirar al preso hasta que sus brazos y piernas se desarticulan. El verdugo tiene cuidado de no arrancar el miembro. Como apunto Montoya, la santa madre iglesia no podía derramar sangre pero si podía causar dolores espantosos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Montoya vio con asco como Domínguez vació sus intestinos violentamente. Los verdugos limpiaron la mierda con un cubetazo de agua. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es evidente que ha perdido control de su cuerpo –explico Montoya que alguna vez había estudiado medicina en Salamanca--. Vea si quiere confesar ahora o si no le seguimos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El preso aullaba de dolor. Afortunadamente las paredes del palacio del santo oficio eran gruesas. De lo contrario más de un vecino hubiera emulado a Domínguez de puro miedo al oír sus aullidos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Vamos Domínguez, confiesa –dijo el secretario—si lo haces te aseguro que traeremos un doctor y te daremos opio para que no sientas dolor.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Idos al diablo! –alcanzo a jadear Domínguez--. ¡No hablo!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ah, pero que terquera –observo el secretario.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Domínguez los vio con ojos que brillaban como ascuas. Después cerró sus ojos y su boca se movió. Acto seguido una bocanada de sangre broto de su boca. Montoya vio con asco como la sangre salpico su inmaculado traje de dominico. Había un pedazo de carne sanguinolento adherido por sangre y baba a su hábito: la punta de la lengua de Domínguez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Santo Dios! ¡Se mordió la lengua para no hablar! –exclamo Montoya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Hijo de puta! --exclamo el secretario haciéndoles una señal a los verdugos--. ¿Cómo te atreves a manchar la sotana del patrón?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Los verdugos le dieron golpes a Domínguez pero de pronto se detuvieron.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Ya se nos desmayo, patrón –dijo uno de los verdugos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Usted dice si lo revivimos –apunto el otro verdugo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es inútil, llévenselo –dijo Montoya.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Perdone usted, su señoría –dijo todo zalamero el secretario--. Esto nunca nos había ocurrido. Deje busco como limpiar esa sangre.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Sois unos brutos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Si patrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Imbeciles! La interrogación debe hacerse de manera científica y precisa y el preso debe de llegar vivo a la hoguera.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">En defensa propia el secretario recordó el interés del inquisidor en la Hermandad Blanca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Es que esos cabrones de la Hermandad Blanca son muy tercos, patrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¿Hay muchos herejes en esa cofradía?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Nomás díganos cuantos quiere que le juntemos, patrón.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡No imbecil! ¡No quiero que me inventéis acusados! Si en verdad estos amigos están azuzando a la indiada entonces peligra el gobierno de su majestad en estas tierras.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Pues a este Domínguez ya lo teníamos en la mira desdenantes, patrón. Siempre hablaba mal del virrey, sobretodo cuando andaba borracho. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--¡Dejadme, carajos! –dijo Montoya haciendo a un lado con asco el trapo sucio con que el secretario quería lavar la sangre de Domínguez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Mientras tanto, el infeliz de Domínguez fue aventado exánime en una celda lóbrega. Unas horas después entro un fulano embozado a esta y con una linterna alumbro a Domínguez.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Domínguez gemía de dolor y tosía sangre. El embozado se acuclillo junto a él.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os habéis comportado muy valiente, el mismo Axayacatl estaría orgulloso de vos –dijo el hombre descubriéndose la cara--. ¿Me reconocéis? Soy, como vos, un hermano de la orden del águila. Vengo a abreviar vuestros sufrimientos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Domínguez creyó reconocerlo, pero no podía hablar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Tened, --dijo el embozado dándole un frasquito--. Actúa rápido. Me temo que no tenemos otra opción. Yo mismo tengo uno para mí en el caso de ser descubierto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Domínguez alzo el frasco a la luz de linterna.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">--Os prometo llevar vuestras cenizas al tetzacualco, hermano.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Domínguez asintió con la cabeza, abrió el frasco, y se lo tomo de un sorbo.<o:p></o:p></span></div>Pomponiohttp://www.blogger.com/profile/11033731933132300697noreply@blogger.com0