(Paradoja atribuida a Zeno de Elea, c. 450 antes de Cristo)
Un día la tortuga reto a Aquiles a una carrera.
--Si me dais tan solo unos metros de ventaja os podre ganar, --afirmó la tortuga.
--Bromeáis. Yo soy Aquiles. Soy el más grande guerrero en la tierra. Soy tan rápido como el viento y mis piernas son como troncos. Vos traéis a cuesta ese caparazón y sois lentísimo. En fin, os seguiré la corriente. Decidme, tortuga, ¿Qué tanta ventaja necesitáis?
--Tan solo unos diez metros, --explico la tortuga.
--¡Solo diez metros! Seguro perderéis. Eso yo los cubro en un suspiro.
--No. No voy a perder. Y os lo puedo demostrar muy fácilmente.
Aquiles se rasco la cabeza. Se sabía superior físicamente a la tortuga pero sabía que esta era reputada por su sagacidad y hasta había confundido a los filósofos en el ágora de Atenas.
--A ver, convencedme si podéis –contesto Aquiles con algo de recelo.
--Suponed –comenzó la tortuga--, que me dais la ventaja de los diez metros. ¿En cuánto tiempo los recorreréis?
--¡En segundos!
--¿Y cuanto tiempo mas pensáis que habré avanzado en ese intervalo?
--Tal vez un metro, si os esforzáis y sudáis mucho.
--Bien, en tal caso nos separara un metro. ¿Qué tan rápido cubriréis esa distancia?
--Otra vez, ¡en segundos, a lo más!
--Y en ese tiempo yo habré caminado, pues casi no puedo correr como vos, un poco mas de distancia, ¿verdad?
--Si. Así supongo.
--Y cuando vos habréis recorrido esa distancia yo habré caminado otro trecho mas.
Aquiles se quedo callado.
--O sea, en cada intervalo que os aproximáis a mi yo me habré adelantado mas.
--Según tu argumento tal es cierto.
--Es decir, mi buen Aquiles, que vos nunca podréis alcanzarme.
Aquiles se rio y le concedió la victoria a la tortuga
No comments:
Post a Comment