Sunday, May 1, 2011
LXXX Epilogo Tres – Carta del Barón Alejandro de Humboldt a Karl Friedich Gauss
Donde se discuten algunos menesteres que se han aludido en estos textos
Cuba, 1804
Querido Karl,
Os escribo desde Cuba de donde partiremos en unas cuantas semanas mas habiendo concluido nuestra travesía a través del nuevo mundo.
Aimé Bonpland os manda saludos mas ahorita se encuentra muy enfermo pues dilatamos en exceso en Veracruz pues los vientos nos eran contrarios y creo que ahí lo pico un bicho de tierra caliente. No es grave la cosa, os lo aseguro, solo que se siente impotente de tenerse en pie y todo el cuerpo le duele. El medico ha ordenado reposo absoluto, elixir de cinchona, y sangrado . Esto ultimo se nos hizo contraproducente y hasta algo medieval pero si aceptamos su sugerencia de dilatar aquí unas semanas mientras Aimé se repone.
(Aquí la carta deja de escribirse en alemán y se torna al griego, tal vez para asegurar que nadie que la intercepte la entienda.)
Acerca del asunto que la orden me encargo, poco tiempo tuve de investigar pero la huella de la hermandad blanca persiste, como os detallare a continuación.
Tuve la gran fortuna de encontrar a un compatriota, Heinrich Martin, que ha entrado al servicio del virrey y es su astrónomo real. Don Enrico, como es conocido, es un erudito y absolutamente leal a España. Me proporciono escoltas y guías y visite la obra que construye en un lugar llamado Nochistongo.
Los españoles, ante las continuas inundaciones de la capital, que, recordarais, fue construida por los indígenas en el lecho del gran lago que todavía se alcanza a ver, decidieron francamente hacerle la guerra a este. Para tal efecto don Enrico concibió abrir un gran canal a tajo abierto en ese lugar Nochistongo de tal manera que se fuera drenando el valle de México.
La obra si es, como os imaginareis, titánica y digna de romanos pues involucra cortes a través de varios cerros. Estos son, me cerciore, edificios volcánicos de diversos y durísimos basaltos. Hete entonces que la labor ha sido durísima pues la únicas herramientas disponibles son palas y picos.
Francamente, Bompland y tu servidor nos escandalizamos al ver las condiciones de trabajo. Los indígenas de los pueblos alrededor son obligados por la corona a proveer trabajadores para la obra. Estos pueblos se rigen por el sistema de usos y costumbres que ha reconocido la corona. Es decir, tienen sus propios reyes que ellos llaman caciques. Pues bien, estos por lo general son venales y reciben cochupo de la corona para forzar a sus súbditos a trabajar gratuitamente en la obra, sistema que ellos llaman el tequio.
Los infelices indígenas trabajan en algunos casos de sol a sol bajo el látigo de los segundos del cacique. Los accidentes y las muertes son frecuentes como os imaginaras. En algunos casos los vide trabajar en las paredes del gran tajo (es en verdad una obra imponente) sostenidos tan solo por unas cuerdas precarias. Mas como las lluvias son frecuentes es común que de pronto sorprenda a estos obreros una creciente súbita que los arrastra a la muerte.
Por supuesto que hice las protestas del caso, especialmente por el hecho de que don Enrico es compatriota y le había agarrado confianza. Mas este me advirtió en términos que no dejaban lugar a duda que no me involucrara en estos asuntos. La corona y estos caciques aparentemente se han confabulado en la explotación de los naturales. Si esta situación continua de esta manera, Karl, vaticino que en un futuro próximo la Nueva España sera testiga de un levantamiento indígena gestado por la explotación que permite la corona.
Pero, bien, tomamos la advertencia de don Enrico a pecho pues hemos aprendido a tener prudencia en nuestros viajes y ya conocemos como se cuecen las habas en los dominios americanos del rey de España. Tuvimos entonces la fortuna de ser recibidos en la Real y Pontificia Universidad de Mejico y es ahí donde la huella de la hermandad se nos hizo evidente.
Aparentemente los naturales de la Nueva España tienen un gran entusiasmo por las observaciones celestiales. El virrey y la universidad han mandado varias expediciones a tomar observaciones, incluso a las Californias. Los instrumentos con que cuentan son de lo mas moderno, bien traídos de Europa o manufacturados en la colonia.
En el curso de mis intercambios mencione el descubrimiento que hizo Sir William Herschel en Inglaterra de Urano. Os acordarais la historia apócrifa que circulaba entre los británicos que Sir William se había basado en un cuadernillo que la nuestra orden le había hecho llegar con la predicción de donde se encontraría este planeta en el año de 1781. Los archivos que cuento de la orden no proporcionan tal evidencia del cuadernillo. Sin embargo, mi antecesor me confió que si existía tal cuadernillo y que fue Bernoulli, uno de los gran maestres de la orden, el que lo recibió desde, asómbrate, ¡la Nueva España! De ahí la obsesión que hemos tenido en la orden de restablecer contacto con esta legendaria hermandad blanca.
No deseo menospreciar la labor de Sir William, que es, después de todo, miembro también de la orden. Por lo tanto os confió esto a vuestra discreción. Vos, como compatriota teuton y Bompland, como buen francés, saben lo tercos que pueden ser los hijos de Albión y dudo que aceptarían que Urano era conocido desde tiempos pretéritos en la Nueva España.
Tal me lo afirmaron con gran insistencia los mejicanos en la universidad y hasta mencionaron que el anuncio del descubrimiento de Urano fue motivo de burla y de chanza pues ellos lo habían estado observando ya por generaciones. E incluso me mostraron tablas detalladas de las observaciones del paso de este. Aquí los astrónomos lo conocen por “Rahu”, lo cual me sorprende pues tengo entendido que es una palabra hindu. Ninguno me supo explicar porque o quien le dio ese nombre.
Cuando cuestione a los mejicanos sobre por que el anuncio no se había difundido a Europa ellos me explicaron, en privado, que por varias generaciones lo habían estado manifestando a los astrónomos de España mas hubo ahí igual de tozudez en admitir que la Nueva España había sido pionera en esto. En justicia, el presente rey, don Carlos IV, ha seguido una política mas abierta y el intercambio comercial e intelectual con la América española permite ya este tipo de intercambios. No creo que hubiera podido hacer mis viajes apenas unas generaciones antes.
Así pues, Karl, siento deciros que no, no encontré a la hermandad indígena que ha sido motivo de tanta conjetura entre nosotros. Seguro fueron quemados por la Inquisición o bien desaparecieron. Visite si, el convento de las jerónimas en la capital mas no hay en él nada extraordinario y nadie me dio razón de que una Sor Hipatia haya vivido ahí.
Tu hermano,
Alejandro, Baron de Humboldt
FIN
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